Una de las
frases que más se repiten en los discursos de Francisco Franco Bahamonde (El
Ferrrol, 1892- Madrid, 1975) es la idea de que los males de España provienen de
una supuesta conjura judeo-masónica que quiere desestabilizar el país. Llama la
atención la obsesión que tiene el antiguo Caudillo con esta formación, los
masones. ¿A qué es debido? Algunos historiadores piensan que este odio viene ya
desde su más tierna infancia pues parece ser que su padre, Nicolás Franco, con
el que mantenía una difícil relación, lo era. Es decir que a este famoso odio
se le unía un componente personal. A pesar de ello se sabe que Francisco Franco
intentó por dos veces ingresar en la orden, fracasando estrepitosamente en
ambas ocasiones.
La primera vez
fue en 1926 cuando solicitó su ingreso en la logia Lexus de Larache (Marruecos)
Pero los integrantes de dicha logia no lo admitieron pues había cometido un
pecado que sus correligionarios militares no le iban a perdonar: haber aceptado
el puesto de teniente coronel, cuando les había asegurado previamente que nunca
aceptaría futuros ascensos por motivos de guerra. Es decir que les había
mentido. Cuando se produjo el golpe de Estado en Julio de 1936 en la zona del
Norte de África se halló el libro de actas de esa logia y en ella estaba
escrita la susodicha desestimación a la propuesta de Franco.
Pero como el
futuro Jefe de Estado español era muy tozudo quiso probar otra vez unos años
después durante la Segunda República, en 1932. En este caso también fue rechazado
aunque ahora de manera más humillante ya que uno de los que se opusieron fue su
propio hermano Ramón Franco. Siempre habían mantenido diferencias ideológicas,
pero esto fue la gota que colmó el vaso pues desde ese mismo momento ambos
hermanos se distanciaron para siempre. Por tanto debido a la negativa oficial
por parte del círculo cerrado de las logias y también por desavenencias
personales, Franco siempre mantuvo un odio feroz hacia todo lo relacionado con
los masones y su mundo.