Giotto di
Bondone (1266/1267 – 1337), más conocido como Giotto a secas, se le recuerda
por ser uno de los padres del Renacimiento y por haber plasmado de manera
soberbia la vida de San Francisco en la Basílica de Asís. Muchos expertos en
arte han querido buscar su rostro en estos frescos pero de momento, aunque se
sabe que le encantaba retratarse en sus pinturas, nadie lo ha hallado. Lo único
que se sabe al respecto es que según las crónicas Giotto era bastante feo y que
a pesar de su fealdad una mujer muy bella se enamoró de él. Tanto se querían
que de esta relación tuvieron muchísimos hijos, y debido a ello se cuenta
la siguiente anécdota.
Una vez un noble
de la zona quiso encargar a Giotto un trabajo así que para contratarlo decidió
el mismo presentarse en el taller del pintor, el cual estaba dentro de la
propia casa. Cuando llamó a la puerta una marabunta de niños se abalanzaron
sobre el noble y tantos eran que casi lo sepultaron entero. Éste al ver
semejante prole le dijo sorprendido a Giotto: “Maestro, quiénes son todos estos
niños”. Giotto le respondió: “Son mis hijos señor”. El noble después de mirar
estupefacto a la chiquillería volvió a preguntar: “Pero… ¿todos, todos? ¡Si
parece imposible…!” Y el pintor, sonriendo con humildad y una pizca de picardía
le contestó finalmente: “Señor, es que yo por el día pinto y por la noche esculpo”.