La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden
igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así
como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Parece que
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547 – Madrid, 1616), a raíz
de la búsqueda de sus restos en el Convento de las Trinitarias en Madrid,
vuelve a estar de moda. Lo normal es que solamente nos acordáramos de él en el
Día del Libro (23 de Abril) o en los centros escolares cuando el profesor de
turno procede a dar una clase de literatura acerca del Siglo de Oro. Pero de la
noche a la mañana lo volvemos a ver en las primeras planas de los periódicos,
programas de televisión, o revistas
especializadas. ¡Incluso como trending
topic en las verdes praderas de internet! Hecho éste que me place en
extremo, pues confirma que nuestro escritor más universal sigue siendo parte
esencial de nuestro acervo cultural. Aunque como una sombra que nunca se ha ido
de nuestro lado. En verdad, don Miguel, es el mayor ejemplo de la persona que
todo el mundo conoce pero de la que nadie sabe nada cierto. Y esto es una marca
hispana por excelencia, ya que mientras en otros países se sabe con pelos y
señales toda la vida de sus escritores preferidos, no existiendo huecos que la
razón haya iluminado, en cambio, en España, la figura de Cervantes siempre ha
estado envuelta en un halo de misterio difícil de comprender. Como diría Andrés
Trapiello: La vida de Cervantes tal vez
sea el mayor enigma de nuestra historia literaria. Y si no obsérvense unos
datos. Todavía los literatos y expertos en la materia, cervantistas de pro,
andan a palos sobre el lugar de nacimiento del escritor; sus desapariciones
existenciales en distintos momentos, como si su persona fuera el Guadiana, que se
esfuma; e incluso en la muerte se han tardado siglos, parece ser, en encontrar
sus mínimos restos. Dudas y enigmas que en todo momento y lugar envuelven a
Miguel de Cervantes Saavedra y que, seguramente, se deban a que su fama es tan
grande y extensa, como el astro rey, que no permite abarcarlo del todo. (Continua)...
Uno de esos
puntos oscuros en el curriculum de
aquel que lucho en la más alta ocasión
que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros
se halla en concreto en la ciudad que riega el Pisuerga, Valladolid. Un
asesinato enigmático y un proceso judicial sin sentido alguno estuvieron a
punto de acabar con la carrera de nuestro mayor escritor produciendo que nunca
hubiera salido a la luz, por ejemplo, la segunda parte del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. En verdad, hubiera sido
una terrible pérdida no solo para la historia literaria mundial sino también
para la memoria cultural de la humanidad. Pocos conocen este episodio tan
curioso y es por ello bueno que el escritor Juan Eslava Galán nos presente en
estos momentos Misterioso asesinato en
casa de Cervantes, por el que ha conseguido el prestigioso Premio Primavera
de Novela 2015. Así pues procedamos a entrar en materia: Nuestro protagonista
siempre fue un trotamundos y desde que vio su primer rayo de luz a mediados de
siglo estuvo con el pie en el estribo continuamente: Alcalá de Henares, Madrid,
Roma, preso en Argel, algunos creen que incluso espió para la corona española
por todo el Mediterráneo, Valencia, recaudando impuestos y bastimentos por Andalucía
para abastecer a los infaustos barcos de la Invencible, Valladolid, de nuevo
Madrid… como se puede ver en él se confirma el dicho “quién viaja mucho y lee
mucho, sabe mucho y conoce mucho”. Pero fue en Valladolid donde se produjo el
hecho en el que se centra la nueva novela de Eslava Galán. Para empezar ¿qué
hacía allí don Miguel? Pues lo que hacía todo aquel que trabajara para el rey,
seguir a la corte de su Majestad Felipe III a la nueva capital de sus reinos:
Valladolid. El joven monarca instaló su centro de poder en 1600 y estuvo allí
hasta 1606 en donde la capitalidad volvió a recaer en Madrid (obviamente
después de que el duque de Lerma hubiera robado todo lo que hacía falta en
aquel pelotazo inmobiliario que el mismo había creado). Pero centrémonos en
aquel tiempo en que la ciudad del Pisuerga y el Esgueva fue caput mundi. En 1602 un tal Juan de
Navas tuvo la idea de construir (como se puede ver el boom del ladrillo era impresionante) un grupo de cinco viviendas en
la calle Rastro de los Carneros, que estaba cercano a un puente de madera
próximo al rio Esgueva. En una de aquellas viviendas, en este caso
perteneciente a doña Luisa Montoya, fue a donde fueron a morar en 1605 Miguel
de Cervantes, y las conocidas como Las
Cervantas: doña Catalina de Palacios, que en el momento del incidente,
estaba ausente en Esquivias; su hija doña Isabel de Saavedra; su hermana doña Andrea de
Cervantes, viuda; la hija de ésta, doña Constanza de Ovando; y su otra hermana
doña Magdalena de Sotomayor. Sin olvidar a la criada, María de Ceballos.
Todo parecía ir
bien pero la noche del 27 de Junio de 1605 un hecho fue a truncar las
esperanzas de la familia Saavedra. A la anochecida se empezaron a escuchar unos
gritos en la calle de un hombre que estaba a punto de morir. Éstos decían: “¡Al
traidor, que me ha matado!” o “Señores, ¿no hay caridad para un caballero al
que ha matado un ladrón?” Y como siempre pasa en estos casos son muchos los
ojos en las ventanas pero pocos los brazos que socorran el moribundo. Nadie
quería, en aquellos momentos, ningún tipo de complicación. Pero como aquella
calurosa noche el destino y la mala suerte se iban a cebar en particular en una
de las casas del Rastro de los Carneros, parece ser que el moribundo fue a caer
precisamente en el umbral de la puerta de las Cervantas. Don Miguel y sus
familiares acudieron con un candil a socorrerle y pudieron ver a la luz
mortecina de una vela que se trataba de un hidalgo llamado don Gaspar de
Ezpeleta, al que según cuentan las crónicas era dado a picotear de flor en flor
en aquella corte de nuevo cuño. El caballero, debido a las heridas, y a pesar
de ser atendido con mano caritativa, murió a los dos días y fue entonces cuando
empezaron a surgir sospechas de que a lo mejor los instigadores del asesinato
habían sido aquellos que precisamente lo habían acogido, tal vez por un tema de
celos, según atestiguó falsamente una rancia beata, de nombre Isabel de
Ayala, que tenía mucha ojeriza a las
Cervantas, a las que creía responsables de regentar un burdel en la casa y de
organizar orgias a diario, pues según su obtusa y sucia mentalidad ¿qué podía
hacer un hombre rodeado de tantas mujeres?. El caso es que ante la duda el
Alcalde Justicia de la ciudad, Cristóbal de Villarroel, optó por apresar a los
Cervantes y a un grupo de vecinos y amigos en la cárcel real. Pasado un tiempo,
y ante la ausencia de testigos y hechos fueron liberados, y aunque nuevamente
don Miguel se salvara de los duros grilletes su honra quedó algo lastimada.
La novela de
Juan Eslava Galán, retoma estos hechos, y principia precisamente unos días
antes de que Miguel de Cervantes y su familia fuera liberada. Para solventar
este caso, enredado cual nudo Gordiano, la duquesa de Arjona hace llamar a la
pisquisidora Dorotea de Osuna para que desentrañar el misterio y los hechos que
han llevado a la pluma más brillante de nuestra literatura a dar con sus huesos
en las frías cárceles del rey. Desde el momento en que nuestra protagonista llega
a Valladolid pone toda su inteligencia a disposición de su amiga la duquesa
para esclarecer este misterio y para ello no duda en adentrarse en todos los ambientes
que puedan conseguir la liberación de don Miguel. Y es gracias a ello que
podemos darnos un auténtico paseo por aquella corte de los milagros en que se
había convertido la ciudad. Nos adentraremos en los más oscuros figones para intentar
sacar la luz de la verdad de los miserables rincones de la pobreza
barriobajera. Dorotea, con gracia y personalidad, sabrá moverse tanto entre
picaros, busconas, tullidos de las guerras del rey, como entre ricos
oportunistas que desean medrar sin escrúpulos en la nueva corte, beatas y
falsas religiosas de dudosa moralidad, e incluso reaparecerán viejos amigos
como el impresionante Chiquiznaque, aquel buen matasiete, que apareció ya en
otra novela del autor titulado El
Comedido Hidalgo. Pero también, a parte de ver cómo era aquella sociedad y
aquel mundo, Dorotea conoce personalmente a Miguel de Cervantes quien le habla
de su vida y de hechos que arrojan luz a datos oscuros de su biografía. Nos
encontramos, por tanto, con una novela ágil, de prosa preciosista y ecuánime, rápida
de leer, y que hará al lector conocer un episodio apasionante de la historia de
España. De la misma manera, tras leer el libro, nos daremos cuenta que Misterioso
asesinato en casa de Cervantes también es un auténtico canto a la fuerza de
la mujer, una verdadera oda a su sabiduría y buen hacer, hechos estos poco
apreciados en aquel mundo de hombres mezquinos y bajos. Y finalmente esta obra
será la culpable de llevarnos ante la figura de aquel escritor que supo como
nadie ver como éramos los españoles, de saber
lo que éramos o no éramos capaces de hacer y que milagrosamente pudo iluminar
nuestro interior de manera magistral. Así pues les invito a que abran las
páginas de este libro y se deleitan con un inolvidable episodio cervantino.