Uno de los
iconos más famosos del antiguo Egipto son las momias y sus sarcófagos decorados
con vistosos colores. Pero los egipcios no tomaban un cuerpo y lo fajaban en
prietas vendas para posteriormente introducirlo en un ataúd como si tal cosa.
El proceso de embalsamamiento era lento, delicado y muy bien estudiado. Incluso
había distintos tipos de profesionales para cada fase del ritual. Había unos
que eran los encargados de practicar las incisiones en el cuerpo y sacarle las vísceras
que posteriormente eran introducidas en sus correspondientes vasos canopos.
Llama la atención que en una sociedad que abominaba la violencia y sus aspectos
más morbosos tuviera agentes que realizaran estos trabajos. Pero,
desgraciadamente, alguien tenía que hacerlos. Por eso estas personas tenían
prohibido trabajar en otros gremios con otros profesionales porque se les
consideraba impuros, y además éstos también tenían problemas en su propio
trabajo ya que cuando terminaban de sacar el cerebro por la nariz o el estomago
por una raja hecha en el vientre, debían salir corriendo de la habitación ya
que los profesionales que entraban a continuación tenían orden de apedrearlos
(pero sin hacerles daño) porque “habían mancillado el cuerpo del difunto”.