Durante la
Primera Guerra Mundial (1914-1918) uno de los mayores enemigos de los soldados
que estaban en las trincheras no eran solamente los hombres que les disparaban
desde el otro lado de la tierra de nadie, sino las ratas y chinches que les
mordía y picaban de la noche a la mañana haciéndoles la vida imposible (si esto
era posible). Era sabido por todos que los
soldados por el día organizaban auténticas cacerías para acabar con estos
animales, así que alguien en Estados Unidos, conociendo esta situación, publicó
en el New York Times el siguiente
anuncio: “¡Atención a los dueños de gatos! Las ratas amenazan la salud de los
soldados norteamericanos prisioneros en los campos de concentración alemanes.
Por ello, el gobierno está vendiendo a Alemania gatos para exterminar a los
roedores. El ayuntamiento pagará a quien tenga gatos (…) Los pagos se realizan
en la Oficina Central de Correos.” Y, claro está, cuando los empleados de estas
oficinas abrieron al día siguiente sus puertas, se encontraron a cientos de
personas que llevaban en brazos a sus gatos para, supuestamente, donarlos al
estado. Pero pasadas algunas horas, aquella gente se llevó una gran desilusión al
descubrir que todo había sido una broma efectuada por un desaprensivo al cual
no le importaban los soldados americanos que estaban sufriendo en el frente
europeo.
También la podeis leer en mi otro blog: También hicieron Historia