Cuando el
Imperio Romano de Occidente cayó debido a la gran crisis social y económica que
había en el siglo V d. C, y sucumbió bajo la espada de antiguos aliados o
barbaros expulsados de lugares lejanos, parecía que el fin del mundo estaba por
llegar. Muchos monumentos fueron expoliados y destruidos, la cultura subyugada,
y la ciencia quedó relegada a un saber inútil en un nuevo mundo en que solo
imperaba la ley del más fuerte. Una eterna noche se cernió sobre la humanidad,
y solamente unos pequeños fuegos de sabiduría brillaban en ese abismo de
incultura. Pero, fue allí, en aquellos recónditos lugares donde surgió con el
paso de los siglos una nueva forma de arte, al principio a imitación de las
basílicas romanas. Se le llamó románico, es decir hecho a imitación de lo
construido en Roma, y se convirtió en una forma de arte que aún hoy nos sigue
sorprendiendo. La fortaleza de sus muros, y la sobriedad de sus líneas todavía
deleitan a los amantes de la Historia del Arte y de la Historia Medieval, pero
corre el peligro de que frente a la desmemoria actual quede relegada al olvido.
Es por ello que damos la bienvenida a la obra Breve Historia del Románico, escrita por el profesor Carlos Javier
Taranilla de la Varga (Nowtilus, 2016), con el que sabios y profanos podrán
apreciar con sumo agrado la sabiduría de aquellas piedras arcanas que en un
momento de incertidumbre supieron acoger un sublime arte casi perdido. (Sigue leyendo)...
La obra de
Carlos Javier Taranilla de la Varga, nos propone, esencialmente, un viaje por
aquel estilo artístico que tuvo su momento entre los siglos X y XII y que se
plasmó no solo en la arquitectura sino también en menor medida en la escultura
y la pintura, éstas últimas subordinadas a la arquitectura, que en esos
momentos era el rey de la construcción. Básicamente ésta, la arquitectura, en
un principio se centra sobre todo en las iglesias construidas en fuertes
sillares de piedra en el que predomina el arco de medio punto y la bóveda de
cañón. Todo en esta arquitectura parece hecho para que dure y que sea fuerte, y
es por este motivo por el que sus muros son gruesos, robustos, provocando que
tanto las puertas como las ventanas sean estrechas, como si estuvieran hechas
para defenderse del exterior. Es un movimiento que simboliza la defensa de la
fe frente a las agresiones que puedan venir de fuera. No están hechas para
deleite sino para que el feligrés, en la penumbra interna se sobrecoja y sienta
que debe estar en perpetuo recogimiento espiritual. Destaca la forma de cruz
latina y en algún caso la griega, y la decoración en época temprana se limita a
capiteles esculpidos y alguna pintura en los ábsides circulares y la cabecera
del templo. Pasado el tiempo en pleno románico la decoración y fábrica de los
templos se hace más vistosa: las fachadas se esculpen más profusamente, hay
canecillos alegóricos y las ventanas se hacen más grandes. El románico
cisterciense, en mitad del siglo XII es mucho más refinado. En cuanto a la
escultura y la pintura, como ya he indicado se realiza en función de la
construcción del templo. La pintura, de colores básicos, sobre todo rojo,
amarillo, naranja y azul, aprovechan los grandes muros que deja la arquitectura
(es una época dorada para los pintores de fresco, que tendrán su crisis al
llegar el gótico en el que los ventanales se comerán todo el espacio de los
muros) y la escultura se convierte en un auténtico libro de símbolos para que
los fieles iletrados puedan aprender, viendo sus formas en los capiteles o
canecillos, historias de la Biblia, o cuáles eran los pecados y penas que
podían llevarles al infierno. Es curioso que en muchos de estas simbologías esculpidas
haya imágenes de corte erótico y cuasi pornográfico que llaman mucho la
intención a quienes se acercan por primera vez a este arte. Incluso muchas
veces son un autentico misterio para los expertos en arte medieval.
Este ensayo, Breve Historia del Románico, se lee casi
de corrido, destacando en él un estilo muy entretenido y una intención didáctica
que hace que quien lo lea se sienta impelido a buscar una de estas iglesias románicas
y, libro en mano, buscar todas las formas y símbolos que existen en ella.
Además de lo escrito en él, este ensayo también dispone de un capítulo especial
sobre la simbología de los bestiarios e iconografía medievales, y un excelente
y completo glosario de términos sobre el arte de románico que no solo ayudara
al lector novicio a poder comprender mejor la riqueza de este gran logro de la
humanidad, sino que lo podrá utilizar cada vez que pise una iglesia románica.
Libro esencial que, les aseguro, usaran muy a menudo. ¡Buena lectura y buen
viaje al Medievo!