Aunque el viento se lleve las palabras,
Las historias narradas llegarán a ser tan viejas
Como la luna errante. (William Yeats, 1889)
El cine como fábrica
de ilusión. Me encantan las películas. Las devoro. Soy un auténtico cinéfago.
Me encantan cualquier género, incluido el histórico. Es por eso que no hace
mucho tiempo escuché a un buen amigo comentar si alguna vez había observado la
diferencia entre películas ambientadas en Roma y su mundo, y las que tratan
exclusivamente sobre los habitantes del norte de Europa, es decir celtas y
nórdicos. Me dijo que la diferencia estribaba sobre todo en el tiempo y en el trato
a las personas. En las que hablan sobre romanos casi siempre hace buen tiempo,
pocas veces llueve y todo es soleado. Éstos son inteligentes, tenaces y
emprendedores, mientras que en las de los “barbaros” ocurre todo lo contrario.
Allí todo es gris, embarrado, y son brutos y sucios como ellos mismos. Y eso también
se puede extrapolar a las que tratan sobre la antigüedad y las ambientadas en
la Edad Media. Aquello me hizo pensar, y llegué a la conclusión de que tenía
bastante razón, pero que no solo pasaba en el cine sino en cualquier otro género
artístico como por ejemplo la literatura, ya fuera en forma de novela o de
ensayo. Como consecuencia de ello, es normal que mucha gente desconozca
verdaderamente como eran los habitantes del norte, y que piensen que eran meras
bestias sin cultura alguna. Evidentemente no era así pues el pueblo celta, y
sus ramificaciones por buena parte de Europa es una de las civilizaciones más
ricas que existen. Poco a poco, en la actualidad, parece que las letras
comienzan a valorarlos más y a descubrir lo fascinantes que eran. El libro Breve Historia de los Celtas, de Manuel
Velasco es uno de esos ejemplares que reivindican la deslumbrante herencia de
esta cultura permitiendo al lector bucear en una época que desgraciadamente ha
sido muy castigada por la historiografía.
El autor se
remonta a sus mismísimos orígenes míticos para enseñarnos como se fundó el
pueblo celta y cuáles fueron las zonas de influencia que ocuparon en Europa.
Desde la nebulosas tierras de Albión hasta incluso el oriente más enigmático.
Rememora las gestas de sus valientes guerreros y caudillos, como la indómita Boudica,
el persistente Vercingetorix o el propio héroe lusitano Viriato. Pero no todo lo que ofrece Manuel Velasco en
este ensayo son ejemplos de guerras sin cuartel, en donde las espadas
bendecidas en sangre forjan las leyendas del mañana, sino que también hay
espacio para mostrar el arte que impregnaba su día a día, las historias increíbles
de sus dioses, o la forma en que este pueblo vivía, destacando su dedicación no
solo a sus tierras, sino también a cualquier trabajo delicado. La forja, el
ornamento, y la cultura literaria era algo que los celtas llevaban en sus
venas. Las intrincadas formas, las sinuosas tallas en cruces pétreas y estelas
dan un ejemplo del refinamiento de esta gente. Además este libro, Breve Historia de los Celtas se amplía
con un tercer capítulo y un anexo que hace que el lector quiera conocer su increíble
gesta no solo a través de sus hojas sino trascendiendo a lugares donde dejaron
su impronta inmortal. Llama la atención como el autor nos deja esas coordenadas
territoriales, sino que incluso se acerca a otros campos como la música, el
cine, juegos, festivales celtas, e incluso sabe actualizarse al mundo moderno recomendándonos
apps sobre celtas. Desde luego, un libro de lo más completo que verdaderamente
va hacer las delicias de aquellos que quieran saber que la cultura de la antigüedad
no solo era propiedad de griegos y romanos, sino que también si se mira un poco
más al norte existió otro pueblo igual de extraordinario… los celtas.