sábado, 6 de mayo de 2017

BREVE HISTORIA DE LAS BATALLAS NAVALES DE LA EDAD MEDIA - Víctor San Juan



La Edad Media. Un largo tiempo de la Historia que en Europa nace con la caída del Imperio Romano de Occidente y que durará hasta la caída de Granada y el descubrimiento de América en 1492 o con la caída de otra de las grandes ciudades de la civilización, Bizancio en 1453. La polémica con la fecha final de esos casi mil años de oscuridad es continua, pero en lo que la gran mayoría de los historiadores están de acuerdo es que con el comienzo de ella se produjo en el continente una calma chicha pareciendo que todo se había congelado. Mientras que el comercio, las ciudades y grandes burgos se paralizaban, lo único que continuaba su movimiento inexorable eran los Cuatro Jinetes que una vez vio San Juan en su Apocalipsis. La guerra campaba a sus anchas, cientos de personas morían bajo el filo de la espada de nuevos reyes e invasores, las enfermedades asolaban sitios donde eran meras pesadillas pretéritas y el hambre desgarraba los estómagos que buscaban inútilmente comida en graneros desabastecidos. Todo ese comienzo y gran parte de la Alta Edad Media fue un caos y solamente una pequeña vela de esperanza titilaba en los fríos scriptorium de los monasterios. Y si fue un tiempo difícil en tierra, igualmente lo fue en el mar. Mucho se ha estudiado de la Edad Media dentro del continente europeo y muchas veces parece que no existiera el mar. Así pues el libro que les traigo en estos momentos nos descubre una nueva Edad media desde un nuevo punto de vista: la Media Aetas desde el punto de vista naval. Con todos ustedes el reciente trabajo de Víctor San Juan, Breve Historia de las Batallas navales de la Edad Media.

Pero aunque el comienzo de la Edad Media fue un caos y un congelamiento en las relaciones urbanas, el estado de la marina y de los movimientos en el Mare Nostrum y en el Atlántico en esos momentos fue el mismo y no porque fuera culpa de la nueva era que se abría sino porque era heredera de una quietud inusitada que se había venido produciendo desde el nacimiento del Imperio romano en el siglo I d. C. En tiempos de los emperadores las aguas del Mediterráneo se habían tranquilizado desde el punto de vista militar y comercial hasta llegar a niveles de estancamiento. Pero con la caída del Imperio Occidental en el 476 d. C aquellas aguas inmovilizadas comenzaron a tomar vida. Los grandes movimientos de los pueblos llamados barbaros, como por ejemplo los hunos, los godos o vándalos…,  aunque en un principio no participasen en el campo marítimo al desconocer en muchos casos los rudimentos marítimos, pronto se hicieron eco de ellos para moverse y poder alcanzar nuevos territorios. Y pasado el tiempo, en cambio, fueron otros pueblos como los vikingos (sobre todo) o los árabes los que supieron sacar todo el jugo a las rutas marítimas para conquistar y comerciar. Destaca por encima de ellos los ya nombrados vikingos y normandos quienes tenían una cultura marítima muy por encima de los demás. Gracias a sus drakkars asolaban cualquier costa del mundo conocido, incluso la neblinosa Albión, y no solo hacían prevalecer sus rapiñas a la luz de saqueos sangrientos sino que también tenían una visión comercial excelente llegando a los confines del mundo conocido en Europa retomando ríos hasta llegar hasta las mismísimas puertas de Bagdad.

La Edad Media fue un tiempo largo y en aquellos siglos las técnicas marítimas evolucionaron de manera exponencial. Lo que en un principio fueron movimientos puntuales pronto hicieron que ciudades de Europa como Venecia o Génova se convirtieran en emporios del comercio y de la guerra. El nacimiento de las Cruzadas (siglo XI – siglo XIII)  y la famosa Guerra de los Cien Años (1337 – 1453) hicieron que en lo tocante al tema militar hubiera un resurgimiento de la marina de combate. Víctor San Juan nos muestra como era el movimiento de tropas tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, cómo eran aquellos barcos de guerra, cómo estaban compuestos y como muchas veces hasta participaban en asedios ya fuera en las frías aguas atlánticas o en las caldeadas aguas de un Mediterráneo donde se dirimían contiendas religiosas.  Con su peculiar estilo de escritura con la que normalmente atrapa al lector desde el primer momento, nos muestra, a la vez de cómo evolucionó el tema marítimo en la Edad Media, un total de 27 batallas navales desde la Batalla del cabo Bon (468) hasta la fastuosa toma de Constantinopla (1453), que marcaron el devenir de aquel tiempo en el que la espada y la oscuridad pugnaban por conquistar aquel mundo feudal.