Debido a sus
grandes logros científicos, como por ejemplo haber postulado la Ley de la
Gravitación Universal, Sir Isaac Newton (1643 – 1727) fue elegido miembro de la
Cámara de los Lores. A partir de entonces, y desde ese día, todos los miembros
de esa institución, ya fueran tories
o whigs, deseaban oír sus primeras
palabras. Pero pasaba el tiempo y el gran científico no despegaba los labios en
ningún momento. Como si todo aquel mundo de la política no le interesara nada.
En cambio un buen día, en medio de una sesión, pidió la palabra. ¡Aquello era
extraordinario! En un clima de gran excitación, Newton se levantó y cuando los reunidos
ya esperaban oír un discurso que pasara a la posteridad, éste levantó un brazo,
lo giró hacia un lado y dijo: “Querría rogarles que cerraran esa ventana de la
derecha pues entra una corriente de aire espantosa”. Y ante el asombro de todos
se sentó de nuevo en su escaño y no volvió a decir nada.