Si cogiéramos
una máquina del tiempo y nos trasladáramos a la tierra de los antiguos faraones,
lo más seguro es que los habitantes del Nilo no nos entendieran si a su tierra
la llamáramos Egipto. Éstos la llamaban Kemet
que significa “tierra negra” debido a que este era el color del del limo que
dejaba el Nilo en sus crecidas anuales. Esta expresión era la que se utilizaba
en contraposición a Deheret o “tierra
roja”, que venía a ser el desierto que se extendían más allá de las zonas fértiles.
Pasado el tiempo los griegos pasaron a llamarla Aigyptos (en latín, Aegyptus)
que según el geógrafo e historiador Estrabón significaba “más allá del Egeo” (Aegaeon
uptiōs).