Desde hace unos
años, al abrir un periódico, encender la televisión o la radio, a cualquier
hora, podemos darnos cuenta que últimamente existe un auge de los sentimientos patrios
de lo más exaltados. Con banderas o símbolos nacionales unos reclaman derechos
mientras que otros, los contrarios, demandan, con distintas enseñas, deberes
hacia la tierra en donde uno vive. Estamos instalados en una espiral de
reivindicaciones y exaltaciones patrias que parecían aletargadas hace tiempo.
Pero están ahí. Y es en este punto donde hay que pararse, reflexionar y
preguntar a los que vocean desde una posición u otra qué es para ellos una
nación, un estado, y demandarles que nos definan que son los nacionalismos y cómo
estos influyen en las políticas del día a día. Lo más seguro que muchos de
ellos no sepan a fin de cuentas de lo que hablan y se hallen instalados en un
discurso de frases huecas. Aunque por desgracia a muchos de nosotros puede
pasarnos lo mismo. Así pues les animo a que se tomen un tiempo y tranquilamente
se adentren en el interesante trabajo de Iván Romero titulado Breve Historia de los Nacionalismos en
donde nos desgrana la historia de cómo se concibieron las naciones (las
existentes y aquellas que ya no lo están) y cuáles fueron las ideas que
inspiraron la filosofía de los nacionalismos desde la misma Revolución Francesa
hasta la triste y reciente Guerra de los Balcanes. Por tanto nos encontramos
con un libro no solo didáctico sino muy necesario para los tiempos que corren.
El autor
comienza, con toda lógica, a definirnos las distintas teorías de nación como
por ejemplo el de pueblo o conjunto de pueblos que tienen una identidad común y
que toman sus propias decisiones, para después analizar los distintos enfoques
que se ha habido para definir qué es un nacionalismo ya sea desde el punto de
vista cultural, idiomático, geográfico, o de raza. Han sido distintos autores
de renombre como Rousseau, Herder, Fichte o Renan quienes han sostenidos
diferentes versiones de lo que nosotros actualmente (y en su tiempo) podemos
considerar como nacionalismo. Es interesante observar que cada definición o
punto para apoyarse en el concepto de nacionalismo ha influenciado el devenir
de un pueblo. Pero ¿Cuál es el encuadre histórico, principal, que nos permite hablar
de nacionalismos? Pues sobre todo los siglos XIX y XX. La evolución de éstos podríamos
comenzarlo en la Revolución Francesa (1789) cuando el pueblo y sus dirigentes comienzan
a darse cuenta de lo que es la propia soberanía nacional y lo que emana de
ella. Esas ideas novedosas y revolucionarias fueron exportadas gracias a las
conquistas napoleónicas al resto de Europa lo que curiosamente provocó el
alzamiento nacionalista de otros países que deseaban sacudirse el yugo que les
había impuesto el emperador francés. Países como España, Polonia o Italia, por
citar algunos, o el mismísimo Imperio Austrohúngaro, se sacudieron
aquellas cadenas afirmándose en los
puntos de unión que había en sus países. Tras la caída de Napoleón Europa consiguió,
momentáneamente el equilibrio tras el Congreso de Viena que se desarrollo entre
1814 y 1815. Y aunque era prioritario que Europa volviera al status quo
anterior tras la efervescencia revolucionaria el germen de los nacionalismos ya
se había instalado en muchos países.
Los verdaderos
motores ideológicos del siglo XIX fueron el liberalismo, las bonanzas provocadas
por las revoluciones industriales y los nacionalismos. Tras Napoleón muchos
pueblos quisieron afianzar sus afinidades y a partir de 1848 podemos asistir a
lo que se ha denominado La Primavera de
los Pueblos. Se produce las unificaciones de Alemania e Italia y países como
Grecia o Bélgica consiguen sus fines en una Europa en ebullición nacional. A
largo plazo esto produjo por un lado el auge del imperialismo y las ansias de
conseguir colonias y tutelas por medio mundo y desgraciadamente la llegada ya
en el siglo XX de los fascismos e ideas totalitarias que irían desembocando en
sendas guerras mundiales. La ayuda fraterna (e interesada en muchos casos)
produjo que los países se alinearan en uno u otro bando para exterminarse
mutuamente. Llama la atención que el auge de los nacionalismos también provoque
de rebote la desunión de los imperios pues los pueblos sometidos a ellos
también necesitan independizarse como ocurrió por ejemplo a las naciones
americanas tras la Guerra de Independencia española o al proceso de
descolonización que se fue produciendo gradualmente en el siglo XX en lugares
tan remotos como África o Asia.
La última parte
de esta Breve Historia de los
Nacionalismos se centra por un lado en los llamados conflictos periféricos,
es decir aquellos problemas todavía sin resolver como por ejemplo el caso irlandés,
armenio, checheno, kurdo o la sangrienta guerra que se produjo en los Balcanes,
y por otro lado en los nacionalismos propios, internos de nuestros país, que
hoy en día siguen marcando la agenda política: el nacionalismo catalán o vasco
y cuáles fueron sus orígenes y desarrollo a través de nuestra historia. Como se
puede ver nos encontramos ante un libro que nos hace de principio a final
reflexionar sobre la deriva nacionalista que nos embarga hoy día y cuáles
fueron las raíces que tuvieron a lo largo de los siglos en distintas partes de
Europa. Recapitulando, un libro para leer tranquilamente y hacernos entender
como han sido los nacionalismos a través de la Historia. En verdad un libro muy
necesario.