La Universidad
de Salamanca, heredera del Studium
Generale de Palencia, es el centro de estudios superiores en activo más
antiguo de España, además de ser la
tercera de Europa. Desde su creación allá
por 1218 en tiempos de Alfonso IX son muchos los estudiantes que han
pasado por sus aulas, desde estudiantes anónimos hasta grandes celebridades
como por ejemplo Fray Luis de León, Francisco de Vitoria, Fernando de Rojas,
Hernán Cortes, San Juan de la Cruz, Calderón de la Barca, Azorín, y así una
excelsa nómina ciudadanos ilustres. Esto era debido a la calidad de su
enseñanza y a su prestigio, pues ya lo dice su lema Omnium scientiarum princeps Salmantica docet (Los principios de
todas las ciencias se enseñan en Salamanca). Aunque, en descargo de la verdad
también hubo alumnos de los que nada se pudo sacar y así igualmente dice otro
lema a la inversa: Quod natura non dat,
Salmantica non praestat (Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo
añade). Pero este último caso no es aplicable al personaje que nos trae a esta
humilde reseña. Se trata de Luisa de Medrano Bravo de Lagunas Cienfuegos (1484
– 1527) quien debido a su sapiencia tiene el honor de ser la primera
catedrática del mundo. Durante mucho tiempo la figura de esta mujer ha caído en
el olvido, como tantas otras desgraciadamente, por lo que la novela histórica que
ahora les presento, La Catedrática,
de María López Villarquide, sirve para recordar a la mujer de la que Lucio
Marineo Sículo decía aquello de:
Tú que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza
por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que
trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro; no el huso sino
la pluma; no la aguja sino el estilo.
La novela
escrita por María López narra las vivencias de esta dama que con su tenacidad y
buen hacer supo derribar los prejuicios machistas de ese tiempo y poner una
bandera en un terreno que parecía vedado a cualquier mujer que tuviera
inclinaciones intelectuales. Nacida en Atienza (Guadalajara) Luisa Medrano
provenía de una familia ennoblecida que siempre apoyó a la reina Isabel, por lo
que cuando su padre y abuelo murieron en las Guerras de Granada, ésta acogió no
solo a Luisa en la corte sino también a sus otros ocho hermanos. Ya que
desgraciadamente la figura de Luisa Medrano ha quedado enterrada con el paso de
los siglos, y además no dejó nada escrito, toda la historia que nos narra el
libro la conocemos a través de la voz de otros personajes como por ejemplo la
princesa Juana, Fernando de Rojas, o incluso su propio hermano Luis que llegó a
ser rector de la Universidad de Salamanca. Gracias a este tipo de construcción
novelesca la autora nos lleva a conocer la corte isabelina, en donde existía un
gran ambiente cultural e idiomático, además las corrientes intelectuales que
había en la universidad. Luisa consigue medrar en aquel mundo y con tan solo
veinticuatro años, en 1508, sustituye a Antonio Nebrija como Catedrática de
Gramática de la Universidad de Salamanca. Hecho que pasaría a la Historia al
ser la primera en conseguirlo.
Como bien nos
dice María López Villarquide no sabemos de qué manera murió Luisa Medrano, tal
vez de fiebres o envenenada por algún rival, pero de lo que si tenemos certeza es
que fue una mujer adelantada a su tiempo, una persona de un calibre parecido a
Beatriz Galindo, La Latina, que supo
imponerse a un tiempo en el que la educación parecía que solo estaba hecha para
los hombres (para los que quisieran aprender, se comprende). Hay que recordar
que hasta una Real Orden de 1910 las mujeres no podían matricularse libremente
en una universidad y si lo hacían antes de esa fecha la decisión tenía que ser
sometida a un jurado especial compuesto, claro está, solo de hombres. Por tanto
Luisa fue una pionera a la que es bueno recordar en esta novela histórica
titulada La Catedrática, novela que
les enganchará desde el principio y con la que podrán darle voz a aquella que
por su condición fue silenciada de manera injusta.