José Patiño
(1666 – 1635) fue uno de los grandes ministros de confianza del rey Felipe V.
Fue uno de los mejores políticos de su tiempo, intendente
general de la Armada, secretario de Marina e Indias, y también de Guerra y de
Hacienda. Emprendió numerosas reformas y solucionó muchos de los
problemas que tenía el rey dentro de la Corte. Y por eso mismo, por intentar
poner orden dentro fue por lo que los cortesanos lo tacharon de usurpador y
conspirador. Ocurrió por aquellos años, precisamente en 1735, cuando aparecieron
en lugares estratégicos de la Villa de Madrid papeles impresos en los que se
criticaba de forma irónica y dura la acción de algunos principales personajes del
momento. En una de estas hojas manuscritas se podía leer lo siguiente: “Yo soy
en la Corte / un crítico duende. / Tendrán mi visita / segura los jueves /
aunque se opusieran / los siete durmientes”.
Y así fue. Todos los jueves aparecían noticias del Duende de
Madrid no solo en iglesias, jardines, plazas y zonas concurridas, sino que
incluso dejó sus noticias en la propia alcoba de la reina, en el despacho de Patiño
e incluso en la mesa del Presidente del Consejo, el cardenal Molina. Y aunque estas
proclamas se retiraban de manera inmediata muchos ya creían que era un
verdadero duende quien las ponía porque tenía la habilidad de dejar sus hojas
manuscritas en lugares en los que casi era imposible de acceder. Tanto era el
asombro de villanos y cortesanos que incluso al año siguiente, al morirse José
Patiño, se creyó de verdad que era obra del mismísimo Duende de Madrid. Pero todas
estas elucubraciones cesaron pronto porque al poco tiempo el famoso duende fue
cazado en Talavera. Se trataba de un carmelita descalzo, Fray Manuel de San
José, el cual pertenecía a una ilustre familia portuguesa y era, además, un acérrimo
simpatizante de la causa austriaca en la Guerra de Sucesión. Por su condición
de religioso fue encerrado en el Monasterio de san Hermenegildo pero al poco
consiguió escaparse de manera magistral dejando cerrada la puerta de su celda.
Huyó a Portugal y a la muerte de Felipe V volvió a España, aunque ya no para
criticar.
Como curiosidad señalar que los manuscritos del Duende de
Madrid no se perdieron en el tiempo pues se hayan celosamente guardados en la
Hemeroteca Municipal de Madrid.