“(...) Por las noches oímos la
radio y las pobres viejas rezan el rosario. Al fin doña María, la más
viejecita, que es la que dice los misterios, enjareta una ingenua oración:
-Señor, que no se mate a nadie más, que se estropeen todos los aviones y no
puedan volar, y se moje la pólvora, y tengan todos juicio y no sean brutos.
Amén”
Celia en la revolución, cap. XIII (Elena Fortún)
Mucho antes de Harry Potter, Manolito Gafotas, de Los Cinco o los Hollister, por querer resaltar algunas historias juveniles, había una niña, de bucles dorados llamada Celia que hizo las delicias de nuestros padres y abuelos. Las historias de esta niña pizpireta y muy curiosa, escritas por la Encarnación Aragoneses de Urquijo, más conocida por su seudónimo, Elena Fortún (1886 – 1952), se hicieron muy populares y pobló de bellas imágenes la imaginación de cientos de españoles durante varias generaciones, sobre todo desde 1928 hasta los años 60 del siglo XX. En un principio todo comenzó con un cuento titulado Celia sueña en la noche de reyes y tuvo tanto éxito que el editor y gran amigo de nuestra autora, Manuel Aguilar, decidiera continuar las vivencias de esta niña y publica Celia lo que dice (1929). A partir de ahí le siguieron un buen número de historias… hasta que poco a poco aquella niña se fue haciendo mayor y fue viendo con otros ojos más maduros lo que le rodeaba. La inocencia se fue trocando en algunos momentos en tristeza al percibir como su mundo dorado se iba encaminando poco a poco hasta el desastre de la contienda civil. Fue entonces como apareció de forma milagrosa la última obra de la saga de Celia: Celia en la revolución (1987). Una novela que hoy en día sigue sorprendiendo no solo a los amantes de la saga de Celia, sino también aquellos lectores e historiadores interesados en la época de la Guerra Civil Española y en concreto el Madrid asediado durante la contienda.
He señalado en el anterior párrafo que la obra Celia en la revolución surgió de forma milagrosa, y así fue pues anduvo escondida durante muchos años, nada menos que 35 desde la muerte de la autora. Elena Fortún la escribió después de acabada la guerra, animada de nuevo por Manuel Aguilar el cual pidió a la autora que escribiera una nueva historia sobre como Celia fue testigo de cómo los españoles sufrieron las penurias y la sinrazón de una guerra entre hermanos. Y así lo hizo desplegando el punto de vista de su creación en tres focos: Madrid, Valencia y Barcelona, hasta el exilio siguiendo una senda paralela a la de su creadora, Elena Fortún. Obra, por tanto, de carácter biográfico y de gran valor literario e histórico. Es por ello que no hace mucho, justo este año 2022, la autora María Jesús Fraga y Juan Millares, como ilustrador, sacaran a la luz el libro Guía del Madrid de Celia en la Revolución (Ediciones Ulises / Editorial Renacimiento) en el que centran su mirada en las vivencias de Celia /Elena Fortún en el Madrid sitiado por las tropas rebeldes desde 1936 hasta 1939.
El libro está dividido en los distintos distritos en que Celia se mueve y dándonos pinceladas de cómo se vivía en aquel Madrid atormentado por los bombardeos, ataques de los facciosos, el hambre o los fusilamientos y dislates propios de un mundo enloquecido de sangre y miseria por doquier. La otrora niña de inocencia prístina nos lleva cual Virgilio dantesco, ejemplificado a través de párrafos extraídos de la obra antes mencionada, Celia en la revolución, por una verdadera guía del hambre de los distritos de Madrid y de los destrozos que causan las bombas en los diferentes puntos neurálgicos de la capital. Acá vemos tiendas de alimentación cerradas a cal y canto porque no tienen suministros, allá lugares donde son paseados aquellos sospechosos de conducta contra el régimen republicano, aquí gente viviendo en la calle o delatándose mutuamente para salvar el pellejo, y allí solidaridad y misericordia que también abundó bastante en aquel Madrid, en aquel rompeolas donde se estrellaron las armas reaccionarias. Nos encontramos con una guía precisa y muy bien documentada que bien servirá a aquellos que por primera vez se acerquen a lo que fue y como era Madrid al comienzo y al final de la guerra y cuáles eran los lugares emblemáticos de esa capital sufriente. En verdad un buen (y dramático) epílogo de las vivencias de Elena Fortún a través de su vástago literario que nos lleva a ver de primera mano cómo era la retaguardia de aquel bastión del No Pasarán. Le recomiendo que le echen un vistazo y aunque sean expertos en la materia también les animo igualmente para que paseen por el Madrid asediado a través de un nuevo punto de vista de una de las maestras de la literatura española contemporánea, que por desgracia estuvo algo olvidada y que hoy, gracias a Dios, poco a poco vuelve a recordarse.