Ocurrió hace mucho, mucho tiempo, allá en la lejana Asía, en un tiempo que el mito se confundía con la Historia, y la Historia con la leyenda. En aquella época todo era posible, pues los dioses gobernaban la tierra y cualquier milagro era creíble. Esta es la historia de uno de aquellos milagros… es la historia de un autentico Hijo de Perra.
Todo comenzó en un reino llamado Media (actualmente Irán y algo de Irak) donde existía un hombre muy sabio llamado Deyoces. Todo el mundo le consultaba sus penas y también le solicitaban que les ayudara a dirimir las peleas con los vecinos. Que si esta cabra es mía, que no, que te lo digo yo… Y así fueron pasando los años hasta que este buen hombre se cansó y decidió que nunca más volvería a ser juez. Los sabios, intimidados por este cambio decidieron hacerle rey, y mal que le pese aceptó. Eso sí, con la condición de que viviría en un palacio en donde nadie lo vería y todo sería gestionado por consejeros y ayudantes.
Las estaciones se suceden unas a otras sin descanso pues el tiempo es un monstruo gruñón que no se deja sobornar. Al sabio Deyoces, le siguió Frarotes. A este Ciajares, y de esta manera llegamos al que nos interesa pues es el padre del artista principal: Astiajes. Éste tenía una hija, la preciosa Mandane, y parecía que todo les iba de maravilla hasta que una noche el rey soñó que ella estaba en lo alto de un monte y principiaba a tener una orina tan grande que sumergía a toda Asia bajo ella. Astiajes, pasó días dándole vueltas al sueño hasta que decidió consultar a los magos y estos, después de hacer las pertinentes rogativas a los altares divinos, convinieron en que estaba embarazada y que tendría un hijo que acabaría con el reino de Media. El Rey tomó una decisión que cambiaría la faz de la Historia… alejarla del reino y casarla con uno no medo, es decir con el vecino del lado, un persa. La matrimonió con uno llamado Cambises que la hizo muy feliz y pareciendo que todo el embrollo quedaba solucionado… ¿o no?
Pues al destino no se le puede engañar y tiempo después el rey volvió a tener un sueño. En él volvía aparecer su hija pero estaba vez no de manera escatológica sino vegetal, pues el hijo que concebía era una parra que crecía tanto que tapaba de nuevo no solo Asia sino el mundo entero. Volvió a consultar con los magos y estos le confirmaron las teorías anteriores. Ni corto ni perezoso Astiajes mando a un sicario a matar al bebe, y encomendó esta tarea a un fiel suyo Harpago (que significa “el que rapta”). Pero de nuevo parece que el destino jugó sus cartas de nuevo pues éste, al igual que el cazador de Blancanieves, decidió no matarlo y se lo dio a un vaquero para que hiciera el trabajo suyo. Este buen hombre cuando llegó a casa se encontró con que su mujer también había dado a luz un bebe, pero había nacido muerto. Mitradates, que así se llamaba el pastor, decidió dar el cambiazo y enseñó a Harpago el bebe muerto. De esta manera, por el engaño se salvó, y fue criado por el vaquero y su esposa llamada Espaca hasta que años después y tras varias aventuras (que algún día os contaré) diera a conocerse como el rey de reyes. Un auténtico emperador con un nombre… Ciro.
Seguramente tras leer esta pequeña historia os preguntareis por qué me he obstinado en llamar al gran Ciro, Hijo de Perra. Pues la culpa de todo ello no la tengo yo… sino su madre y un tal Evemero. Éste era un estudioso de la mitología y las religiones, allá en el siglo IV a.C, que racionalizaba todas las leyendas e historias curiosas. Pues bien, se dice que a Ciro lo amamantó una perra, y que gracias a su leche pudo sobrevivir (¿os suenan de algo ahora los mitos de Rómulo y Remo amamantados por una loba, lupa (también sinómino de prostituta), o al mismísimo Zeus Tonante igualmente amamantado por la cabra Amaltea (o ninfa)?) Aquí Evemero metió mano y dijo que nones, que al gran Ciro no le dio de mamar un chucho de la calle, faltaría más, sino su madre pues Espaca significa en persa perra. Por tanto todo queda en familia.
Así que si algunos de los lectores en estos momentos dispusiera de una máquina del tiempo y viajara a los comienzos del Imperio Aqueménida ya no le resultaría ofensivo que un hombre con barba oriental se acercara al Rey Ciro y le espetara en su cara… ¡¡¡Eres un hijo de perra!!!
Pd: antes de que se me olvide. Otro dato canino de este rey persa. Si miran su nombre tiene otra denominación animal pues perro en griego tambien es cino. De ahí a hijo de Espaca, solo hay un paso.
Buenas lecturas.