lunes, 17 de octubre de 2011

INCITATUS, EL CABALLO HISPANO



No fue el único corcel que había en Roma, pues para colmar la gran afición que tenían los romanos por las carreras de caballos se importaban anualmente desde Hispania alrededor de 10,000 equinos reservándose los más briosos y fuertes para el ocio desmedido del hipódromo. Pero el más afortunado de todos ellos tuvo nombre y apellidos llegando a ser incluso sinónimo de locura y demencia. Se llamaba Incitatus “El Impetuoso” y fue el caballo preferido de aquel demente emperador llamado Calígula (12 – 41 d.C)

Fue un amor a primera vista. Calígula lo vio en la arena y pronto lo quiso para él. Su figura, altiva, su porte, poderoso, y su prestancia pronto conquistaron la torcida mente del emperador. Todo era poco para su querido corcel: la preparación para cualquier carrera era planificada de una manera tan detallada y exhaustiva que se postergaba cualquier empresa importante de la ciudad o cualquier batalla que se fuera a producir en las fronteras del imperio. Incitatus necesitaba estar al cien por cien para cada competición, por lo que la noche antes se pedía silencio a toda Roma para que el caballo pudiera descansar a la perfección, bajo pena de decapitación para el que interrumpiera el placido sueño del equino. Incluso si Incitatus tenia el sueño agitado el mismo Calígula se acostaba con él y mientras le acariciaba las ancas le arrullaba con dulces canciones de cuna. Claro está ganaba normalmente todas las carreras menos una en la que quedó segundo y en vez de ser crítico con el corcel derrotado, el emperador monto en cólera y torturó lentamente durante días al jinete que ese día lo montaba.

Nunca un caballo fue tan mimado. Tenía un pesebre de marfil donde se le echaba la mejor alfalfa de todo el imperio; a su alrededor siempre había 18 caballerizos pendientes de cualquier necesidad; e incluso tenía palacio propio donde trotar con toda libertad. Pero la locura de Calígula por su corcel llegó a su clímax cuando, cansado de la actitud de los senadores romanos, decidió hacer cónsul al propio Incitatus nada más ni menos que de la provincia de Bitina.