Dedicado a Lorenzo, buen amigo... excelente persona.
A nivel general esta es una de las historias más desconocidas de la Primera Guerra Mundial. Se trata de la formación, desarrollo y actuación del Corpo Expedicionario Portugués (CEP) durante la Gran Guerra (1914-1918). Aunque parezca sorprendente, en aquella escalada mundial de rabia y odio hubo cientos de soldados lusos que lucharon en aquel mar de sangre y barro, siendo posteriormente olvidados por gran parte de los historiadores, y es por ello que con este humilde artículo quisiera homenajear a aquellos jóvenes que vendieron cara su vida en la primera gran guerra a nivel mundial.
¿Cuáles fueron las causas que les obligó a entrar en aquel conflicto? Algunos estudiosos opinan que se debe a la sempiterna amistad y estrechas relaciones que sostenían ambos países desde el Tratado de Windsor allá por el 1386. Pero los más pragmáticos, en cambio, sostienen que se debe al gobierno de la Primera República portuguesa que ante la avalancha de acontecimientos y amenazas militares que había en el ambiente decidió proteger sus colonias (Angola y Mozambique) frente a futuras agresiones militares de los estados centroeuropeos. En un principio la decisión del gobierno luso no fue muy bien acogida por algunos estados europeos, sobre todo Inglaterra, el cual forzó que en 1914 Portugal obtuviera el status de país neutral ante el conflicto armado. Aun así, pasado el tiempo y viendo el gobierno ingles que las bajas en la guerra estaban siendo bastante elevadas, permitió que el país entrara en la contienda.
Pero para ello se necesitaba alguna excusa, un casus belli que diera cierta legitimidad al hecho. Se consiguió el 24 de Febrero de 1916 cuando el gobierno portugués apresó sin previo aviso 36 barcos centroeuropeos en Lisboa. La respuesta tardó poco en llegar pues el 09 de Marzo del mismo año Alemania declaraba la guerra a Portugal tildando a este último país como mero “vasallo ingles”. Rápidamente se organizó el Corpo Expedicionario Portugués (CEP) con un total de 60.000 hombres estructurado de la siguiente manera: a) 1 cuerpo de artillería pesada, con piezas inglesas y teniendo al mando a oficiales franceses; b) 2 cuerpos que se integrarían en el Primer Ejercito Británico que en esos momentos se encontraba en Flandes. El CEP también se ocupó de enviar soldados a las guarniciones africanas del norte de Mozambique y el Sur de Angola a la espera de cualquier invasión extranjera. Aquellos jóvenes soldados salieron a recorrer el mundo con un sentido patrio y unas ansias guerreras que desbordaban sus corazones pero la realidad de la guerra pronto les quitó aquellas ideas románticas y utópicas. La vida dura, los sangrientos combates, y una moral frágil hicieron que la estructura del CEP pronto se diluyera cual azucarillo en medio de la lluvia. Es por ello que pasado un tiempo los mandos británicos tuvieron que reorganizar de arriba abajo todo aquel Corpo guerrero.
Aun así los portugueses no sabían que lo peor estaba aun por llegar, pues entre la primavera y verano de 1918 el 6º Ejercito Alemán, que contaba con 100.000 hombres y más de 1700 piezas de artillería, decidió atacar el frente con la llamada Operación Georgette. Los portugueses, con menos material, menos moral y menos organización, fueron barridos literalmente entre continuos ataques alemanes y una incesante lluvia de plomo y fuego. El frente se resquebrajó totalmente, haciendo que las tropas inglesas acudieran urgentemente a la zona para taponar aquel desastre que podía hacer peligrar todo el frente occidental. El CEP se retiró de manera desordenada, dejando atrás a los heridos, los cuales fueron o hechos prisioneros o rematados de manera salvaje, y todos los pertrechos armamentísticos que disponían.
El sueño expedicionario portugués había acabado entre gritos y vergüenza. Fueron abandonados a su suerte por su propio gobierno, sin recibir ayuda alguna, quedando como meras tropas auxiliares de los británicos que los infravaloraban y los trataban como animales en condiciones inhumanas. El resultado final de esta expedición guerrera fue de un total de 2.160 muertos, 6.678 heridos y 5.224 prisioneros. Aun así la casta y la valentía que demostraron más allá de sus fronteras es digna de reseñar en los anales de la historia contemporánea.