Se cumplen cuarenta años de un programa que ha sido considerado por los expertos en televisión como el concurso de los concursos. Un programa que congregó a más de 20 millones de espectadores frente a la “caja tonta” cada noche y que marcó a varias generaciones de españoles. Les hablo, claro esta del Un, dos, tres. Hace cuatro décadas, una gélida noche de un 24 de Abril de 1972, se emitió aquel primer programa que causaría sensación a lo largo de varios años, y que llegaría a convertirse con el tiempo en referente principal de futuros concursos televisivos y de cómo hacer un programa de entretenimiento para toda la familia.
El gran artífice del Un, dos, tres, fue Narciso (Chicho) Ibáñez Serrador que supo crear una fórmula que durante décadas no tuvo rival, y que ya había probado en otro programa argentino con título parecido, Un, dos… Nescafé. Antes, los concursos eran de tres tipos: de preguntas y respuestas; de pruebas de habilidad; y de carácter psicológico. Chicho supo aunar estos tres elementos y fusionarlo en un concurso arrollador, pues cada programa era una amalgama de estas tres tendencias bien distribuidas y divertidas. El concurso constaba de tres fases esencialmente:
a) La fase de preguntas y respuestas: cada respuesta acertada costaba 25 pesetas y se sumaban al total de la pareja concursante.
b) La eliminatoria: de manera divertida los dos supervivientes de la fase anterior hacían una serie de pruebas físicas hilarantes que determinaban la elección de un solo ganador que pasaba a la parte final del concurso: la subasta.
c) La subasta: Esta fase del programa vino inspirada de otro concurso americano llamado Haga negocio con Kiko (por Kiko Ledgard), inspirada también del Lets make a deal estadounidense. Aquí la pareja concursante, amenizada de vez en cuando por grandes cómicos y actuaciones estelares de música y bailes, debían elegir entre elementos temáticos del concurso que les entregaban o cajas sorpresa y puertas cerradas con fabulosos tesoros, como por ejemplo el mítico apartamento en Torrevieja, o grandes decepciones al haberse dejado atrás premios increíbles llevándose solamente como consolación un llavero o a la entrañable Ruperta.
Es un milagro que en una época en que la televisión solo tenía dos canales un concurso estuviera ¡diez! temporadas con máxima audiencia. Pero no siempre fueron los mismos presentadores pues durante aquellos años en que el programa se fue adaptando a las formas sociales del momento histórico, el cambio fue continuo. Los principales fueron: Kiko Ledgard (1972-1978), Mayra Gómez Kemp (1982-1988), Jordi Estadella y Miriam Diaz Aroca (1991-1993), José María Bachs (1993-1994), y Luis Roderas (2004).
Aunque en 2004 el Un, dos, tres echó el telón todos nos acordamos de las personas famosas que pasaron por ese programa y que a muchas de ellas les sirvió de trampolín para adquirir fama posterior. Para el concurso fueron imprescindibles los “malos” de turno como fueron Los Tacañones que se alegraban cuando los concursantes perdían dinero y se desmayaban cuando, al revés, conseguían fabulosos premios. Al principio estuvo al frente de ellos Valentín Tornos que representaba el papel del el acido Don Cicuta (ayudado por un joven mago llamado Juan Tamariz ¿les suena?), pero el paso de los años hizo que el papel de aguafiestas recayera en el bando femenino de las Tacañonas con las hilarante hermanas Hurtado que con sus rimas hacian reir a grandes y pequeños en el salón del hogar. Igualmente no hay que olvidarse de la sonrisa detrás de las grandes gafas de las azafatas. Seis chicas espectaculares que con sus danzas y formas rítmicas hacían palpitar a más de un corazón juvenil. Muchas de ellas fueron y son famosas todavía: Victoria Abril, Lydia Bosch, Silvia Marsó, Kim, o la siempre sorprendente Fedra Lorente alias "La Bombi" .
Aquel programa, diverso en muchos temas (uno de los grandes acierto de Chicho fue convertir cada emisión en un mundo distinto) siempre estuvo jalonado de actores de primera línea, cómicos hilarantes (Bigote Arrocé, El Dúo Sacapuntas, el enigmático Ángel Garó o el incomensurable Ozores) y momentos irrepetibles (¿a quién no le daban pena los sufridores en aquellas celdas llenas de telarañas?) que siempre quedaran en la retina de aquellos que tuvimos la suerte de asistir cada viernes a un gran carrusel de risas, ilusión y magia difícil de conseguir hoy en día en que los medios son más avanzados pero más inocuos sin sal y pimienta. Aprendimos a ver una televisión distinta y divertida e hicimos nuestras frases que todavía hoy se dicen en la calle misma, como “Un, dos, tres, responda otra vez”, “Campana y se acabó”, o “hasta aquí puedo leer”.
El éxito del concurso fue tal que acabamos importándolo al mundo entero, siendo el programa más visto de la televisión europea en sitios tan remotos como Luxemburgo, Reino Unido, Holanda, Alemania, Austria, Dinamarca, Portugal, Suiza o el continente americano al completo.