En el Siglo de
Oro, por desgracia, no existía la Seguridad Social, así que los enfermos que
había en los Hospitales o Cofradías Piadosas, como la de la Pasión (1565) o la
de la Soledad (1567), debían sufragar sus curas de forma privada o a través de
ayudas de la beneficencia pública. Un método que encontraron estos lugares para
conseguir fondos fue construir en las zonas centrales de una manzana o patios
interiores teatros o corrales de comedias, como por ejemplo en la calle de la
Cruz (1579) o en la del Príncipe (1583, actual Teatro Español).
Así pues, el
futuro de los Hospitales pasó a depender económicamente de los ingresos y
éxitos de las compañías teatrales. Eran los propios actores quienes cobraban la
entrada a la puerta del teatro y también quienes apartaban una parte para la
beneficencia. A los que asistían de pie a la obra en el patio no les cobraban
suplemento, pero quienes deseaban asientos en los tablados laterales,
corredores o aposentos privados se les cobraba una cantidad adicional para
sostener “el alma” de los enfermos. A partir de 1615 cuando estos corrales
fueron creciendo en importancia ya fueron administrados por arrendadores.