En 1660 el
pintor Diego Velázquez, caballero de la Orden de Santiago, fue enterrado junto
con su esposa en la cripta de la iglesia de San Juan Bautista (Madrid). Pero
pasados los siglos cuando los franceses invadieron España, el nuevo rey José
Bonaparte decidió modernizar la ciudad y construir numerosas plazas (de ahí que
uno de sus numerosos apelativos fuera el de Pepe Plazuelas). Para ello se
tiraron muchos edificios emblemáticos entre los que se encontraba la iglesia
donde estaba enterrado nuestro magnifico pintor. En su lugar se construyó la
Plaza de Ramales.
Los restos de Velázquez
debieron quedar olvidados entre los cascotes de la iglesia de San Juan Bautista
y nunca más se volvió a saber de ellos, hasta que tiempo después en 1997, al construirse
un aparcamiento por la zona los arqueólogos encontraron las ruinas de la
antigua iglesia. Éstos buscaron los restos del pintor pero no los hallaron. Los
investigadores se acordaron que años atrás, en la cercana iglesia de San
Placido se encontraron otros huesos de una persona de la misma edad en que murió
Velázquez y que curiosamente también estaba vestido con la ropa de la Orden de
Santiago. ¿Sería él?
Los científicos centraron
sus análisis en la búsqueda de plomo ya que en la época de Diego Velázquez el óleo
que se utilizaba tenía gran cantidad de plomo. Además en uno de sus cuadros, el
conocido como Cristo Crucificado,
tenía impresa una huella dactilar del pintor, y como la piel lo absorbe rápidamente,
tal vez aquellos huesos contenían gran cantidad de aquel mineral, para demostrar
de esta manera que era él. Pero las investigaciones fueron un desastre y no se
pudo sacar nada en claro.
Es por ello que
actualmente se piensa que los restos de Velázquez y su esposa fueron llevados a
San Placido antes de que se construyera la Plaza de Ramales. En ésta se ha
construido una columna conmemorativa marcando el lugar donde estuvieron por última
vez los huesos de uno de los mayores genios pictóricos de la historia.