Liberté, Égalité, Fraternité.
Según algunos
historiadores la historia del mundo es cíclica, es decir, todo lo que aconteció
volverá a suceder. Sub sole nihil nove
est, o lo que es lo mismo nada hay nuevo bajo el sol. En cambió otros
estudiosos de Clío, entre los que humildemente milito, opinan que la historia
es un camino desde los orígenes y que ha ido cambiando a través de encrucijadas
en los que la humanidad ha elegido el camino a seguir. Lo que daría pie a
cientos de ucronías, algunas bastante absurdas, por ciertoo. Pero, además
existen opciones de sentido tan importantes, fechas tan significativas, que el
pasar a través de ellas hace que cambie todo el sentido y la forma de
comprensión del ser humano. Una de éstas es sin lugar a dudas 1789, La Revolución
Francesa. El inmenso y sangriento puente que cambió el mundo moderno y dio paso
al contemporáneo. A partir de ese momento ya nada en la historia sería igual
pues las concepciones de clase, las pétreas pirámides estratificadas de
relación social se vinieron abajo alumbrando un nuevo futuro. Así pues llama la
atención que una de las revoluciones más importantes de la historia, junto con
la industrial o la rusa, no tenga una aparición muy boyante dentro de nuestra
historiografía española y sean pocos los autores que se han metido de lleno a
escribir una obra sobre la revolución francesa para conocimiento general de los
lectores. Harto curioso pues este hecho es uno de los que más han influido
dentro de la historia de España. Así pues damos la bienvenida a la obra Breve Historia de la Revolución Francesa
escrita por Iñigo Bolinaga y editado por Nowtilus.
El autor nos
adentra en uno de los periodos más importantes de la historia universal
mostrando los hechos que ocurrieron de manera didáctica y sencilla para que
cualquier persona que nunca haya leído un libro sobre la revolución francesa no
solo lo haga por primera vez sino que a la vez disfrute con cada página que
pase. Esencialmente el ensayo de Iñigo Bolinaga podríamos dividirlo en dos
secciones, la época monárquica y la republicana, a la vez que estas mismas
estén separadas por varias fases. Déjenme que les explique: Dentro del periodo monárquico
el autor sienta las bases de cómo se encontraba dividido el país en tres
estamentos, la nobleza y el clero los cuales estaban a partir un piñón, y el
naciente tercer estado burgués que reclama más libertad de acción y decisión a
la vez que más apertura para las clases más humildes y censura a los
privilegios que los dos anteriores estamentos tienen y que están destrozando al
Estado empobrecido por los precios abusivos en alimentos y las hambrunas
consiguientes. Es por ello que se solicita en 1789, en concreto en Mayo, la
apertura de Estados Generales donde se decide la abolición jurídica de los
estamentos privilegiados, se promulgan los Derechos del Hombre, y se establece
la tan ansiada y filosófica separación de la Iglesia y el Estado.
Aires de Fronda
recorren no solo París sino todo el territorio francés pues se empiezan a
desencadenar hechos sangrientos e inmortales como por ejemplo la Toma de la
Bastilla el 14 de Julio de 1789. Así pues se crea ese mismo año la Asamblea
Nacional donde consigue crear la Constitución de 1791 y que la monarquía sea
constitucional con sufragio censitario. Pero lo que parece una transición se
acelera hacia una pendiente al abismo pues Luis XVI no acepta, tal vez
instigada por Maria Antonieta y su camarilla de nobles, que se rebajen sus
herencias ancestrales por lo que intenta huir con su familia hacia territorios
vecinos pero una noche al llegar a Varennes es atrapado y reconducido de nuevo
bajo vigilancia hacia París. Ahí se acaba todo su crédito pues se le juzga y se
le ejecuta en la guillotina. Invento que dará mucho que hablar en aquel periodo
y que tanta sangre absorberá que incluso su hoja se embotara en varias
ocasiones. Como consecuencia de ello, sus aliados austriacos declaran la guerra
a la incipiente república francesa y lo que prometía ser un paseo para el ejército
enemigo se convierte en derrota en la famosa batalla de Valmy. Ya nada puede
parar a los humildes y desheredados que ansían sangre por sangre. Comienza el
periodo más negro de toda la Revolución Francesa: El Terror. Robespierre
elimina de un plumazo la Convención Girondina y se hace fuerte con su facción
Jacobina.
El odio rezuma
por las esquinas de París y ya nadie está a salvo. Se ejecutan nobles y reinas
austriacas, se eliminan curas y se reeducan niños monárquicos (Luis XVII) para
que odien todo brillo de la ancestral corona. Una locura homicida recorre las
calles, a pesar de la aparición de reformas sociales, y solo acabará con la
muerte de Robespierre en 1794, dando paso a la Convención Termidoriana y al
Directorio en donde empieza a despuntar un gran hombre llamado Napoleón
Bonaparte el cual un 18 de Brumario de 1799 finiquita toda república con un
golpe de estado inaugurando el llamado Consulado. “¡Yo soy la Revolución!”
afirma a un pueblo entregado. De un carpetazo se cierra toda una época de
sobresaltos que ha conseguido esencialmente cambiar la faz del mundo conocido.
A lo largo de
las páginas de este libro, escrito con gran rigor y sostenido con un aparato
bibliográfico importante, cada hecho que acontece desde 1789 hasta 1800, más o
menos, es narrado de manera directa y afable, haciendo que los grandes nombres
como los de la familia real, o los republicanos Dantón, Sieyes, Robespierre,
Marat… resuenen en nuestros oídos durante y después de la lectura. No solo nos
muestra el Terror de guillotinas ensangrentadas sino que también nos hace
ver los grandes avances sociales que
produjeron los sans-culottes con sus
frigios tocados, y el nacimiento de la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Les animo a que se
hagan con este libro pues les resultará esencial como libro de consulta para cualquier
duda que tengan sobre una de los periodos más apasionantes de la Historia
Universal.