miércoles, 26 de marzo de 2014

¡DIOS SALVE A LAS ALMORRANAS!



Por muy rey que sea uno, no se le tiene que olvidar que también él es humano y que es propenso a  sufrir enfermedades al igual que sus vasallos. La que sufría Luis XIV en silencio era un grave problema de hemorroides, en concreto una fístula anal, debido seguramente a problemas de estreñimiento y falta de higiene muy común en la época. El monarca preguntaba a sus médicos si tenían algún remedio que le aliviara esa dolencia pero aunque le mandaban ungüentos y potingues ninguno le hacía efecto. Y así pasó el tiempo hasta que Luis XIV no pudo soportar más el dolor y llamó a su médico principal, un tal Charles Félix de Tassy para que le curara definitivamente, al precio que fuera. El galeno, después de observar el real ano francés aconsejó que lo único que se podía hacer era extirpar esas hemorroides mediante cirugía. Pero había problema pues él nunca lo había hecho y que tenía miedo de hacer un desaguisado en lugar tan comprometido. Así pues, antes de operar a su majestad optó por practicar con otros pacientes hasta que supiera hacerlo perfectamente. En 1686, después de asegurarse bien el modo de intervención, decidió operar al rey y hay que constatar que fue todo un éxito pues en poco tiempo ya estaba recuperado.

Tanta fue la alegría del pueblo al ver a su rey montando de nuevo a caballo que incluso el compositor Jean Baptiste Lully no dudó en componer una pieza llamada Grand Dieu sauve le Roi (El Gran Dios salvó al Rey), el cual que acabó convirtiéndose en el himno oficial de la monarquía hasta que estalló la Revolución Francesa en 1789. Años después, en 1714, otro gran músico Georg Friedrich Handel, estaba en París cuando oyó tocar el famoso Grand Dieu sauve le Roi, y tanto le gustó que por miedo a que se le olvidara lo copió en una partitura. El 1 de Agosto de ese año subía al trono de Inglaterra Jorge I (de la casa Hanover), y curiosidades de la vida Handel se convertía de la noche a la mañana en una de las estrellas musicales de la corte ya que años antes había sido músico de cámara del príncipe Jorge en Hanover. En recompensa por tal honor le ofreció otro himno al nuevo rey titulado God save the King (años después sería God save the Queen) con unos arreglos parecidos al Grand Dieu sauve le Roi de Lully. Es por ello que el actual himno del Reino Unido le debe toda su pompa y circunstancia al ano de Luis XIV.