Por muy rey que
sea uno, no se le tiene que olvidar que también él es humano y que es propenso
a sufrir enfermedades al igual que sus
vasallos. La que sufría Luis XIV en silencio era un grave problema de
hemorroides, en concreto una fístula anal, debido seguramente a problemas de
estreñimiento y falta de higiene muy común en la época. El monarca preguntaba a
sus médicos si tenían algún remedio que le aliviara esa dolencia pero aunque le
mandaban ungüentos y potingues ninguno le hacía efecto. Y así pasó el tiempo
hasta que Luis XIV no pudo soportar más el dolor y llamó a su médico principal,
un tal Charles Félix de Tassy para que le curara definitivamente, al precio que
fuera. El galeno, después de observar el real ano francés aconsejó que lo único
que se podía hacer era extirpar esas hemorroides mediante cirugía. Pero había
problema pues él nunca lo había hecho y que tenía miedo de hacer un desaguisado
en lugar tan comprometido. Así pues, antes de operar a su majestad optó por practicar
con otros pacientes hasta que supiera hacerlo perfectamente. En 1686, después
de asegurarse bien el modo de intervención, decidió operar al rey y hay que
constatar que fue todo un éxito pues en poco tiempo ya estaba recuperado.
Tanta fue la
alegría del pueblo al ver a su rey montando de nuevo a caballo que incluso el
compositor Jean Baptiste Lully no dudó en componer una pieza llamada Grand Dieu sauve le Roi (El Gran Dios
salvó al Rey), el cual que acabó convirtiéndose en el himno oficial de la monarquía
hasta que estalló la Revolución Francesa en 1789. Años después, en 1714, otro
gran músico Georg Friedrich Handel, estaba en París cuando oyó tocar el famoso Grand Dieu sauve le Roi, y tanto le
gustó que por miedo a que se le olvidara lo copió en una partitura. El 1 de
Agosto de ese año subía al trono de Inglaterra Jorge I (de la casa Hanover), y
curiosidades de la vida Handel se convertía de la noche a la mañana en una de
las estrellas musicales de la corte ya que años antes había sido músico de cámara
del príncipe Jorge en Hanover. En recompensa por tal honor le ofreció otro
himno al nuevo rey titulado God save the
King (años después sería God save the
Queen) con unos arreglos parecidos al Grand
Dieu sauve le Roi de Lully. Es por ello que el actual himno del Reino Unido
le debe toda su pompa y circunstancia al ano de Luis XIV.