¿Cuándo surgió
la idea de dividir las 24 horas de un día en dos tandas de 12 horas llamadas
a.m (en latín ante meridiem “antes
del mediodía”) y p.m (post meridiem “después
del mediodía”?). Para responder a esta pregunta hay que remontarse al último
tercio del siglo XIX y echar la culpa de ello al ingeniero escocés Sandford
Fleming. Se sabe que este buen hombre emigró a Canadá y se convirtió en el
responsable oficial de la red ferroviaria de aquel país. En 1878, estando en
Irlanda, se dirigió a una estación de ferrocarril para, obviamente, coger un
tren, pero cuando llegó al andén se dio cuenta de que lo había perdido pues en
su horario ponía que el tren salía a las p.m en lugar de a las a.m. Es por ello
que, chafado por tal inconveniente y decidido a que nunca más le volviera a
pasar, pensó en dividir el día en dos jornadas de 12 horas contando desde la
medianoche y tomando como referencia el meridiano cero de Greenwich. Desde
entonces el globo terráqueo esta dividido igualmente en 24 zonas
longitudinales, o husos horarios (nombre que Fleming tomó de la forma que
tienen los husos de hilar).