En unos meses,
durante el verano de 2014, se va a celebrar en Brasil el tradicional Mundial de
Fútbol que reúne cada cuatro años a los mejores equipos del mundo de ese
deporte. Y aunque muchas personas van a acudir allí a animar a sus compatriotas,
una gran mayoría de ellos desconocen el por qué aquel país se llama de esa
manera. Les explico: durante la época de los descubrimientos, los portugueses
al mando de Pedro Alvares Cabral llegaron, tras una dura travesía por el Océano
Atlántico, a una tierra desconocida y de inmediato comenzaron a colonizarla en
nombre de su rey. Pero ¿cómo llamar a lo descubierto? Un grupo de exploradores
portugueses se adentraron en la inhóspita selva y encontraron un árbol con una
madera de color rojizo tan vivo que no dudaron en bautizar aquellas tierras con
el nombre de Brasil porque aquel
color tan encarnado les recordaba una brasa ardiendo. Existe otra teoría, en mi
opinión complementaria a la anterior, según la cual los portugueses pusieron ese
nombre debido a que aquel color rojizo les recordaba a un pigmento rojo
utilizado en la Edad Media en Europa que en la zona de la Toscana era conocido
como verzino, en Venecia, berzi y en Génova brazi.
Sea por el color
rojo que semejaba una brasa o por el recuerdo de un antiguo tinte medieval, los
exploradores no dudaron en sacar beneficio de aquella madera llamada palo-Brasil
exportando un gran número de esos troncos a Europa para hacer tintes. Gracias
al comercio entre ambos continentes la “Isla del Brasil” (hasta el siglo XVIII
los mismos portugueses afirmaban que esta colonia estaba rodeada de ríos que la
separaban de América) prosperó económicamente, y tanta fue la demanda que casi
se llegó a la extinción de este árbol.
Por cierto, el
gentilicio brasilerio viene del siglo
XVI y se llamaba así a las personas que comerciaban con aquella madera. Más
tarde ese nombre pasó a los portugueses que iban a Brasil buscando fortuna.