Durante la Edad
Media la Playstation de la época era
sin lugar a dudas el juego del ajedrez. Desde el pobre labriego hasta los ricos
hombres no había nadie que no se resistiera a mover las piezas por el tablero.
Tanta importancia tenía que incluso el mismísimo rey Alfonso X el Sabio
escribió, o mandó que le escribieran, el famoso Libro de los Juegos o Libro
del ajedrez, dados y tablas. Para muchos el ajedrez era un pasatiempo más,
pero para una persona en concreto significó la diferencia entre estar vivo o
muerto. Se llamaba Yusuf y era el hermano del rey Mohamed VII de Granada. Éste,
temiendo que le quitaran el trono, mandó encerrarlo en el Castillo de Salobreña.
Pasó el tiempo y el rey de Granada quiso eliminar de una vez a su hermano así
que envió un mensajero al castillo ordenando al alcaide que le entregara la
cabeza de Yusuf. Se dio la coincidencia de que en ese preciso momento ambos
estaban jugando una disputada partida de ajedrez, por lo que Yusuf pidió como última voluntad que
le dejaran terminar el juego. Después de una hora, nuestro protagonista dio
jaque mate al alcaide, pero cuando se estaban ultimando los preparativos para su
ejecución llegaron de improviso unos mensajeros anunciando la muerte de Mohamed
VII. Así pues aquel condenado se coronaba ahora como sultán de Granada con el título
de Yusuf III. Cuenta la tradición que el alcaide del castillo rogó a su nuevo
soberano le permitiera quedarse con el alfil con el que había sido derrotado
como recuerdo de aquellas partidas de ajedrez que tanto habían amenizado
aquellos años de cautiverio.