Se dice que el
escritor y matemático Lewis Carroll envió como regalo a la princesa Alicia, una
de las hijas menores de la reina Victoria de Inglaterra, un ejemplar de su
famoso libro Alicia en el País de las
Maravillas. Después de que ésta se lo leyera le prestó el ejemplar a su
madre y tanto le gustó las locas vicisitudes de aquella niña que no dudó en mandar
una carta al autor solicitándole que le mandara sus obras completas. Días después
la monarca recibió un paquete en palacio pero cuando lo abrió se llevó una sorpresa
pues lo que había allí dentro era densos libros de matemáticas, geometría, álgebra
e incluso algunos sobre como resolver problemas de ajedrez. Junto a los volúmenes
Lewis Carroll, previendo la desilusión que se iba a llevar la reina Victoria, había
puesto una nota en la que decía lo siguiente:
Lo siento, Majestad; solo escribo cuentos en
mis ratos libres