Una de las fotos
y escenas más famosas e icónicas del siglo XX se produjo el 6 de Mayo de 1937
en el gran descampado yermo que era entonces
la Estación Aeronaval de Lakehurst (Nueva Jersey – Estados Unidos) Una gran
aeronave, gigante cual Leviatán, se encuentra estacionada en ese lugar y tras
un fuerte destello provocado por la electricidad estática de una tormenta
anterior comienza arder y a desmoronarse
en una enorme bola de fuego y a consumirse entre una oleada de gritos
desgarradores. Y aunque las imágenes son en blanco y negro, de noticiero
cinematográfico, nos asombra la precisión con que nos enseña una de las
debacles más grandes de la Historia Contemporánea. En total murieron 36
personas (de las 97 que había en ese mismo momento a bordo) o bien consumidas
entre las llamas o aplastadas por la enorme estructura de la ballena aérea.
Aquello supuso no solo la trágica muerte de aquella gente sino también el ocaso
de uno de los sueños del ser humano: la quimera del zepelín. Ya nada sería
igual, y aunque en la actualidad comienza a ser de nuevo tomado en importancia
tanto militar, estratégica o civil, ya nada podrá igualar la magnificencia de
aquellos ingenios que con su sola presencia en el aire, o el divisar su
alargada sombra en un dorado maizal, hacia que los hombres se sintieran
satisfechos de su condición humana o, a la inversa, sintieran pavor ante el poderío
que podía acabar con ellos. La historia de los dirigibles, es la historia de un
esfuerzo, de un titánico avance tecnológico que hizo al hombre tener la
pretensión de querer igualar a las aves y ser tan libres como ellas. Así pues
para conocer su épica historia nada mejor que adentrarnos en el trabajo de
Carlos Lázaro Ávila: Breve Historia de
los dirigibles, editado por Nowtilus.
El autor nos
lleva, como si tuviera una máquina del tiempo, a los mismos comienzos de la aeronáutica,
allá por el siglo XVII y XVIII cuando se pensaba que volar era un sueño imposible
y que casi rozaba el pecado. Destacan en estos tiempos los ingenios del jesuita
Lana de Tarzi o Passarola de Gusmao que no pasan más allá de experimentaciones
y en algunos casos demostraciones públicas o regias con las que asombrar a su público.
Pero la llama de estos experimentos no fue apagada y casi entrando en el siglo
XIX los Hermanos Montgolfier o los grandes balones de hidrogeno de Charliere
fijan lo que serían las bases científicas de los globos. De ahí, y a partir de
la experimentación a base de avances y retrocesos se llega a la figura alargada
que serán los dirigibles. Gente como Santos Dumont, o Ferdinand von Zeppelin
hace que estas grandes ballenas puedan dirigirse a distancias más largas
creando con ello un nuevo tipo de transporte aéreo en paralelo con el
nacimiento de la aviación. Estos armatostes se utilizarán esencialmente para
dos cosas: la guerra y los viajes de lujo.
En cuanto al
primer campo, la aeronáutica, sobre todo alemana, quiso incorporar este ingenio
al rearme general que se estaba produciendo con vistas a la llamada Primera
Guerra Mundial, aquella que supuestamente iba acabar con todas las guerras
actuales y futuras. Pero aunque los dirigibles, o zepelines, demostraron su
fuerza intimidatoria no fueron más allá de ser un simple icono del conflicto,
pues su utilidad no fue exprimida al máximo sobre todo por lo caros que
resultaban al fabricarlos. Terminada la guerra, y viendo que la aviación era
más efectiva, se le quiso dar un nuevo uso: el de ser los nuevos transatlánticos
de lujo. Aquellas naves se convirtieron en iconos del lujo y el derroche, equipándolas
con todo tipo de comodidades e incluso de excentricidades como por ejemplo la
pista de foxtrot alojada en el
dirigible R101. Pero aquel exceso terminó de manera brusca aquel 6 de Mayo de 1937 cuando el Hindenburg, a modo de nuevo Titanic acabó consumido en la pista del aeródromo
americano. Con él se acabó verdaderamente la era de los dirigibles.
Como se podrá
ver la gesta de estas maquinas es apasionante, y vale la penar conocerla pues
gracias a ella podrá conocer a la vez la evolución de la mentalidad europea.
Muy entretenido de leer, Breve Historia
de los dirigibles está destinado no solo a los apasionados de la aeronáutica
sino también de aquellos que desean adentrarse en uno de los episodios más
importantes del siglo XX. Así pues les invito a deleitarse y asombrarse con la
egregia figura de aquellos soberbios aparatos de inolvidable semblante. ¡Buen
viaje!