Una de las
primeras cosas que se dieron cuenta los soldados y oficiales americanos al
comenzar la Guerra de Vietnam (1955 – 1975) fue que no se iban a enfrentar a un
ejército al uso como el que habían combatido anteriormente, por ejemplo, en la
Segunda Guerra Mundial. Aquí no iba haber grandes despliegues ni batallas
enormes, pues el ejército vietnamita, sabiendo que era inferior en número, iba
aprovecharse del refugio que le brindaba la exuberante vegetación que había en
su país. Algo parecido a lo que hicieron los japoneses años antes y que tantas
bajas había provocado a los americanos en las diminutas islas del Pacífico. Así
pues era común ver a soldados del VietCong
(también conocidos por los americanos
como Victor Charlie) esconderse en la
jungla y luchar como guerrilleros, o construir pasadizos en el interior de la
tierra, del mismo modo que las hormigas, para luego atacar de improviso a sus
enemigos.
Como esta forma
de hacer la guerra provocaba continuas bajas en las filas americanas, el alto
mando pensó en hallar un arma que hiciera salir a los vietnamitas de sus
escondrijos y acabar con ellos de manera efectiva. En un principio utilizaron
un líquido desfoliante conocido como Agente Naranja (por el color de sus
bidones) para que se cayeran las hojas de los árboles y de esta manera el
enemigo se quedara sin protección alguna. Se vertieron toneladas de este
potingue en la selva y aunque una gran parte quedó yerma casi no tuvo resultado
alguno. Pero sí sobre los soldados americanos que al estar en contacto con él
les produjo deformaciones con el tiempo.
Parecía que el
asunto no iba a tener solución hasta que un buen día alguien pensó en construir
un aparato que detectara de forma química donde se escondía el
enemigo. A aquel milagroso invento se le puso el rimbómbate nombre de Detector de Personas Lanzable, pero muy
pronto fue conocido con el apelativo del Olfateador
de Personas. El principio básico de este aparato era el siguiente: podría
detectar cualquier rastro de sudor, excrecencia u orina que dejaran los vietnamitas
en aquel infierno verde. En cuanto fueran detectados se enviaría un grupo de
soldados que acabaría con ellos y de esta manera la bolsa de resistencia iría
descendiendo poco a poco hasta la victoria final. Se tenía que colocar en un helicóptero
Huey y volar contra el viento para que fuera efectivo. Fue probado en Estados
Unidos y como obtuvo buenos resultados fue enviado de inmediato a Vietnam. Los helicópteros,
gracias a este aparato, comenzaron a detectar al enemigo, pero cuando los
soldados llegaban al lugar no encontraban nada. ¿Cómo era esto posible? Parece ser
que los científicos americanos no habían calculado que tanto los ríos y campos de
Vietnam estaban llenos de orines de búfalos de agua y como el aparato no distinguía
si el orín era humano o animal fallaba continuamente. Los soldados se cansaron
pronto de andar por la selva buscando fantasmas y dejaron de hacer caso al
Olfateador de Personas. El invento fue un fracaso y dejó de usarse.