Mal día fue a
elegir don José Canalejas para mirar escaparates. El 12 de Noviembre de 1912 el
entonces Presidente del Gobierno español salió de su casa y se dirigió todo
confiado al Ministerio de Gobernación que en esos momentos estaba emplazado en
la madrileña Puerta del Sol. Pues bien, cuando estaba saliendo de la carrera de
San Jerónimo se le ocurrió echar un vistazo al escaparate de la Librería San Martín
para ver si habían traído alguna novedad editorial. Pero mientras miraba los
libros, por detrás, de forma sibilina, una sombra se abalanzo sobre él, y sin ningún
miramiento le descerrajó un tiro en la cabeza. De resultas de aquello, don José
de Canalejas murió al instante. El asesino, que precisamente era un anarquista
llamado Pardiñas, salió corriendo, pero como se veía rodeado de personas y sin
escapatoria alguna decidió suicidarse a muy pocos metros de su víctima. En
verdad una historia de lo más triste.
Pero como a
veces de la desgracia puede nacer lo inesperado, una de las consecuencias que
tuvo el asesinato de Canalejas fue que apareciera en nuestra Historia uno de
las personas que más nos han hecho disfrutar y reír a partes iguales. Días después
del asesinato del político liberal, Enrique Blanco y Adelardo Fernández Arias
realizaron un cortometraje llamado Asesinato
y entierro de don José Canalejas en el que no solo recrean como fue aquel
hecho sino que también muestran al público el multitudinario entierro del presidente
español. Pues bien este cortometraje le dio la oportunidad de debutar a un
joven actor de 26 años llamado José Isbert, curiosamente en uno de los papeles
que menos le pega en su filmografía: el de asesino.
Les dejo el
enlace para que echen un vistazo al documental y observen la fugaz aparición de
Pepe Isbert: