Ana Mendoza de
la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo (1540 – 1592) más conocida por el
título de Princesa de Éboli, ha sido
uno de los personajes claves de la Historia Moderna de España y sin duda, junto con su parche, uno de los mitos más
importantes que nos ha llegado a día de hoy. Normalmente se la reconoce siempre por el título de princesa, aunque ¿lo
era? Pues en verdad sí. Normalmente el título de príncipe o princesa suele
reservarse a personas de la realeza,
pero en tiempos de Felipe II era un rango que cualquier noble podía obtener si
lo heredaba de su familia o si se lo hubiese concedido el rey. Por ejemplo el
padre de Ana Mendoza era en esencia conde y posteriormente el rey Felipe II le había
otorgado el título de príncipe de Melito. Y más aún, podríamos decir que Ana
Mendoza era princesa por partida doble ya que su marido Ruy Gómez de Silva también
era príncipe de Éboli (Nápoles). Honor que le había concedido Felipe II en 1559
por sus grandes servicios como secretario.
Llama la
atención que después de ella solo ha habido otras dos personas con el título de
príncipe sin ser de la familia real. Se trata de Godoy, a quien el rey Carlos
IV le otorgo el título de Príncipe de la Paz, y años después fue otro rey,
Amadeo I, quien hizo lo mismo pero con Espartero a quien le concedió el honor
de ser príncipe de Vergara.