jueves, 5 de octubre de 2017

BAUTIZANDO NIÑOS EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



En la Primera Guerra Mundial, en el bando italiano, había un general llamado Luigi Cardona (1850 – 1928), que al parecer, como buen heredero de Virgilio, le gustaba mucho la poesía. Tanto que cuando mandaba los partes de guerra lo hacía de manera lírica. Un ejemplo: “La nieve en las altas cimas y la niebla en los húmedos valles dificultaban nuestras operaciones”. La verdad que daba gusto leerlos. Además cuando terminaba de escribirlos siempre dejaba su sello personal que consistía en poner al final Firmato Cardona. Pues bien, cuando al ejército italiano le iban bien las cosas,  y todo era ilusión patriótica (antes del desastre de Caporetto (1917)), la gente pensaba que Firmato era el nombre de pila de aquel general por lo que mucha gente comenzó a ponerle a los recién nacidos el supuesto nombre, con lo que Italia se llenó de cientos de firmatos.