El Baldaquín de
San Pedro, situado frente al altar mayor de la Basílica de San Pedro de la
Ciudad del Vaticano, con sus abigarradas columnas forjadas en bronce macizo, es
una de las grandes obras maestras del barroco creada por los arquitectos
Bernini y Borromini. Fuera o no casualidad, el papa Urbano VIII, que pertenecía
a la familia del primer arquitecto,
mandó expoliar las planchas de oro que había en el Panteón de Roma con
el fin de decorar los más de 28 metros
que mide el baldaquín. Los romanos se sintieron bastante indignados por esta
decisión ya que este monumento es uno de los más queridos de la ciudad debido a
su antigüedad y a su simbolismo. De ahí que acuñaran la siguiente frase: “Lo
que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini”.