“Me temo que
hemos despertado a un gigante dormido. Su respuesta será terrorífica”.
(Almirante Isoroku
Yamamoto)
El 8 de
Diciembre de 1941 el presidente de los Estados Unidos de América Franklin
Delano Roosevelt, destrozado física y mentalmente por los hechos vividos el día
anterior, o lo que es lo mismo el ataque sufrido en Pearl Harbor por parte de
la Marina Imperial Japonesa, se dirigía al Congreso, a la vez que a toda la
nación entera, afirmando que aquel ataque a traición sería recordado por la
eternidad como una fecha que vivirá en la
infamia. Palabras duras pero contundentes que resumían el sentir de todos
los estadounidenses. El bombardeo de Pearl Harbor fue tomado como una vil bofetada
provocando que tras la firma de la declaración de guerra miles de americanos se
alistaran para devolver bomba a bomba lo sufrido. El primero en idear un plan
de venganza con el que levantar el ánimo estadounidense fue el coronel James
Doolittle el cual procedió a responder a los japoneses bombardeando su propio
territorio. El 18 de Abril de 1942 un grupo de aviones, encabezando una misión
suicida, despegaron del USS Hornet
para asestar un golpe al corazón nipón. Pero aunque los resultados fueron ínfimos
tuvo un gran impacto en la moral japonesa al darse cuenta que la guerra llamaba
a sus propias puertas. A partir de aquí
ambos bandos sabían lo que había que hacer para sobrevivir: acabar con
el enemigo fuera como fuera. Este pensamiento se llevó a cabo en el gran teatro
de guerra que fue el Pacífico, y aunque pueda parecer que las enormes
distancias harían imposible un bando ganador hubo una batalla que inclinó la
balanza definitivamente hacia uno de ellos. El capitán de navío José Manuel Gutiérrez
de la Cámara Señán nos habla de ello en el excelente ensayo La Batalla de Midway, editado por
Nowtilus en su colección Historia Incógnita.
El autor nos
traslada a las mansas aguas del Pacífico para narrarnos los antecedentes,
desarrollo y consecuencias que tuvo la Batalla de Midway (1942). Dichos
antecedentes hay que buscarlos, además del ya mencionado ataque a Pearl Harbor
y su subsiguiente declaración de guerra previa al encuentro que centra nuestro
ensayo, a la llamada Batalla del Mar del Coral ocurrido entre el 7 y 8 de Mayo
de 1942. Los japoneses al principio de la guerra estaban algo indecisas sobre
el rumbo que ésta debía de tomar: o bien conservar las posesiones ocupadas en
territorio chino y en los archipiélagos del Pacífico o dar un golpe decisivo a
los americanos. Pearl Harbor resolvió la ecuación de un plumazo pues ahora
sabían que los americanos iban a echar toda la carne en el asador. Así pues las
fuerzas japonesas quisieron poner en marcha la llamada Operación Mo, o lo que
es lo mismo ocupar toda Nueva Guinea a la vez que aislar a Australia y Nueva
Zelanda para que así las tropas americanas no pudieran recibir ningún avituallamiento
para sus barcos y aviones. Pero esta operación fracasó ya que los japoneses perdieron
en esta confrontación una serie de portaviones que les hubieran sido muy
necesarios en la Batalla de Midway.
El almirante
Yamamoto sabía que no podía mantener una guerra de desgaste contra Estados
Unidos ya que la capacidad armamentística y logística de los americanos era
brutal frente a la japonesa. Así que decidió que todo se tendría que resolver
en una batalla crucial, definitiva. Sería un todo o nada y por eso puso sus
ojos en el pequeño archipiélago de Midway, al noroeste de Hawái ya que, por un
lado, quien controlara esas islas sería el verdadero dueño del Pacífico además
de que permitiría hacer incursiones en la costa Oeste de los Estados Unidos.
Pero lo que no sabían los japoneses era que los americanos ya habían
decodificado los códigos secretos de la armada japonesa y sabían de antemano
que se dirigían hacia allí por lo que el almirante Chester Nimitz decidió
efectuar una sutil trampa con la que ganar la batalla definitiva. Mientras que
los portaviones nipones en su totalidad se acercaban a Midway, Nimitz tenía los
suyos algo apartados y a la vez que los aviones japoneses bombardeaban una isla
medio vacía los portaviones americanos atacaban a sus contrarios que en esos
momentos se encontraban sin protección aérea. Aun así el plan inicial de Nimitz
no tuvo los éxitos esperados ya que los japoneses se defendieron bien sufriendo
pocos daños.
Lo que en parte
resulto decisivo para la victoria estadounidense fue la indecisión de rearme japonés
ya que por un lado equipaban a sus aviones con torpedos para hundir los
portaviones americanos pero por otro los desmontaban para rearmarlos con otro
tipo de armas con los que hundir aviones y cruceros. Este quita y pon de armas
y las informaciones contradictorias que iban y venían de los portaviones
japoneses los condenó definitivamente. Los aviones americanos fueron más
contundentes que los de sus enemigos y el hundimiento de más portaviones
japoneses dio finalmente la victoria a los americanos. La victoria había
otorgado el mando del Pacifico a los americanos y la derrota final japonesa solo
era cuestión del tiempo, es decir el que tardaran los primeros en saltar de
isla en isla hasta llegar al corazón del imperio nipón. Victoria que costaría
sangre, sudor y lágrimas ya que el enemigo se defendería como gato panza arriba
en memorables batallas como la de Guadalcanal (1942 – 1943).
Esto que he
expuesto es un mero resumen de la gran cantidad de hechos emocionantes que
narra José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán en su libro La Batalla de Midway. Al ritmo del motor de los aviones que nos
sobrevuelan y del sabor a sal que impacta en nuestro portaviones particular, el
autor nos desmenuza cómo fue esta batalla transcendental de la Segunda Mundial
y cuáles fueron los actores implicados en cada bando. De forma magistral nos
habla de los acorazados y portaviones que estuvieron presentes, las ordenes que
llevaron a la victoria o la derrota y las estrategias y técnicas que dieron éxito
a los americanos. Un libro muy interesante que nos revela como a veces la
superioridad técnica no es garantía de buenos resultados y que una ingeniosa
decisión supera cualquier adversidad que en principio pueda parecer haber. La Batalla de Midway es un libro
verdaderamente esencial para comprender cómo fue una de las batallas más
importantes y trascendentales de la Historia Contemporánea.