A la actriz Sara
Bernhardt (1844 – 1923) se la llegó a conocer como la Divina ya que sin duda alguna ha sido una de las grandes damas
de la escena teatral de todos los tiempos. Pero su fama de inmortal no le privó
de perder una de sus famosas piernas al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Allá
por 1914 comenzó a sentir fuertes dolores en la rodilla derecha, precisamente
la misma que se rompió siendo niña cuando se cayó (o tiró) de una ventana. Para
colmo de males, mientras representaba Tosca
sufrió un accidente muy aparatoso pues cuando la heroína de la obra se lanza desde
las murallas del castillo, cayó sobre esa pierna provocándose una gran herida debido
a la negligencia de los operarios que no supieron amortiguarle la caída como
era debido. A consecuencia de ello tuvieron que amputársela lo que no fue óbice
para que dejara de actuar. Y tanta era su popularidad que alguno de sus
admiradores llegó a ofrecer la friolera de 10.000 dólares de la época con la
única idea de poseer una de las extremidades de uno de los grandes mitos del
teatro.