sábado, 19 de noviembre de 2022

SHI – Josep Homs y Zidrou

 

“Se conocieron, se trataron, nació la intimidad, y tras ésta vino la amistad sincera”

(Oliver Twist, Charles Dickens)

A mediados del siglo XIX el Imperio Británico gobierna gran parte del mundo y tiene intereses comerciales en la otra mitad del planeta. Rule, Britannia! Britannia, rule the waves. / Britons never, never, never will be slaves. Sí, gobierna montañas, mares, extensos territorios, personas, es la admiración de otras naciones… pero detrás de esa fachada de puritanismo victoriano se esconde, sobre todo en las altas esferas, un corazón negro, purulento de vicios secretos y ansias de poder sin igual. Y en el epicentro de todo este conglomerado se encuentra la ciudad de Londres, gigantesca toda ella, que alberga millones de personas y en la que, por desgracia, gran parte de ella se muere de hambre, enfermedades o por la desidia de las autoridades. Es lo que tiene la enorme emigración que sufre la ciudad del Támesis, ciudad que parece albergar dos mundos irreconciliables: la de los que toman el té a las cinco y comen todos los días rodeados de lacayos; y los que se mueren o prostituyen al lado del arroyo. Y es en esta ciudad de virtud y pecado donde se encuentran dos mujeres, de distinta clase, unidas por el mismo destino: destruir al Imperio Británico, aquel que reina sobre las olas.

Josep Homs y Zidrou, autores de la saga Shi que ahora les acerco, nos trasladan en su primer tomo, Al principio fue la ira… a ese Londres corrompido, en concreto al año 1851 cuando se inaugura la Primera Exposición Universal situada en el fastuoso Palacio de Cristal en donde se pretende mostrar al mundo los progresos y avances, y por tanto la supremacía británica por encima de los demás países. A ese palacio de ensueño, novedoso para la época, acude la típica familia inglesa de clase noble, los Winterfield, quienes no solo desean conocer dichos avances técnicos sino también los mundos exóticos que ofrece la muestra. Y es allí en el recinto que remeda el universo japonés donde se conocen la rebelde hija de los Winterfield, Jennifer, de pelo rubio como un campo de trigo, y la misteriosa hija del sol naciente Kitamakura. A  partir de entonces, de ese contacto predestinado, empezaran a descubrirse ante nuestros ojos las miserias de aquel mundo de chapa y pintura, de apariencias engañosa en que estaba envuelta la fachada victoriana.

Que nadie se engañe, vamos a ver un Londres brumoso y sucio donde tras las puertas de las clases adineradas hay un entramado de mentiras, fariseísmo, pulsión sexual continua, violencia hacia los más débiles, ríos de sangre y muerte… mucha muerte sin sentido, descarnada, ya que shi en japonés significa eso mismo: muerte. Como he mencionado anteriormente Jennifer y Kitamakura, pero sobre todo Jennifer a la que se le despierta el odio contra su propio clan, harán temblar los cimientos del Imperio Británico, aquellos en los que junto al valor y al progreso también se han enredado como las lianas de una planta ponzoñosa el veneno de las injusticias toleradas, la desigualdad entre ricos y pobres, el racismo hacia otros pueblos y el machismo y el desprecio o minusvaloración hacia las mujeres. Por tanto ¿Qué podrán hacer dos mujeres en un mundo de hombres ambiciosos y corrompidos? Pues nada más ni nada menos que toda una hazaña coronada de verdadero valor.

En cuanto al tema histórico que envuelve esta serie de cómics, en este Londres caput mundi, se circunscribe a dos ejes. Por un lado tenemos el marco de la Exposición Universal de 1851, y su Palacio de Cristal erigido en Hyde Park construido por el arquitecto Joseph Paxton, lugar donde principias las aventuras de nuestras protagonistas, y las secuelas de la Guerra Anglo Estadounidense (1812 -1815) en donde una sociedad secreta llamada Los hombres de Erie, llamados así por la Batalla de Erie (1813), sueñan con volver a recuperar las otrora Trece Colonias y para ello no dudan en sacrificar fortunas, sueños, moral y recursos humanos con el fin de logran sus añorados fines. Además en toda esta saga vemos desfilar otras grandes personalidades históricas como por ejemplo el ministro John Russel o la propia familia real encabezada por la reina Victoria y sus infinitas ambiciones territoriales.

En concreto esta saga de comics está compuesto por cuatro tomos: Al principio fue la ira… seguido de El rey demonio, Revenge!, y finalmente Victoria. El arco al que me refiero en esta reseña contemplaría éstos mencionados y concluyen de forma definitiva aunque ya se ha publicado un quinto tomo, Black Friday, el cual inaugura una nueva saga y que trata sobre el movimiento feminista y la explotación infantil. Refiriéndonos a estos primeros decir que el ritmo de la historia es rápido, tiene mucha acción, pero a pesar de su celeridad hay que señalar que cada viñeta es un auténtico cuadro de época, muy detallado y en el que uno se puede parar a observar con detenimiento todos los detalles de una habitación victoriana, los ropajes de una persona, o del trasiego de una gran calle londinense. El dibujo y los diálogos son tan certeros y precisos que en algunos momentos algunas de esta viñetas son altamente sensoriales pues casi podemos oler el perfume de un prostíbulo de alta categoría o también la basura de una calle de los barrios bajos, o casi paladear el sabor de un buen vino o asquearnos al saborear un filete añoso servido en un pub de mala muerte.

En conclusión la saga Shi es un verdadero festín para los sentidos y para todo aquel que quiera descorrer el velo oscuro y mentiroso de puritanismo que señoreaba esa época. Venganzas, historia en vivo, aventuras, emociones e incluso a veces toques paranormales, son los ingredientes que el lector va a encontrar en este primer ciclo de cómics en donde dos mujeres, unidos por un odio común, van a demostrar todas las inmoralidades de una época en donde unos, por haber nacido donde habían nacido, se creían con todo el derecho a tener puesto el pie en el cuello de los más desfavorecidos.

Buena lectura.

También podeis leer mi reseña en la página de Hislibris: 

https://www.hislibris.com/shi-josep-homs-y-zidrou/