lunes, 8 de agosto de 2011

EL VAPORCITO



La Bahía de Cádiz es una pequeña piscina por la que entro la Historia en España. Y justamente en ese lago brillante, en ese valle marino, rodeado de ciudades tan señeras como la trimilenaria Cádiz, Puerto de Santamaría, Rota o Puerto Real, navega uno de los barcos más emblemáticos de nuestra geografía: El Adriano III, más conocido comúnmente como El Vaporcito.

Siguiendo una ruta inmemorial este barquito recorre cada 45 minutos el camino entre Cádiz y El Puerto de Santamaría hace ya casi un siglo. La historia de esta motonave es la historia de una bahía que parece beberse la dorada luz del sol: nacido tras la explosión en 1929 del Cádiz, uno de los primeros barcos de vapor en la zona del muelle de las Galeras Reales, el Adriano I comenzó a machetear las imperiosas olas que separaban las poblaciones de Puerto de Santamaría y Cádiz capital. Estuvo en servicio hasta 1955 y conjugó su trabajo con el Adriano II, el cual funcionó hasta 1982. El barco actual, El Adriano III, orgullo de todos los gaditanos, se fabrico en 1955 en los astilleros de San Adrián en Vigo, siendo propulsado ya no por vapor sino por motores de explosión.

En 1999 fue declarado por la Junta de Andalucía como “Bien de Interés Cultural”, y aunque ha pasado alguna estrechez sobre todo a partir de 2005 cuando dos catamaranes, más rápidos y modernos, fueron a ocupar el reino marino de este barquito, mucha gente todavía quiere saborear la esencia de la Bahía de Cádiz y prefieren sentarse en los asientos del Vaporcito y sentir el alma y la sal de esta travesía tan señera e histórica.

Tanta es la importancia de esta bella nave que en ella se han rodado incluso películas como La Lola se va a los puertos, La Becerrada o Calle 54, e igualmente ha servido de inspiración a muchos escritores como por ejemplo Rafael Alberti que incluso fue capitán por un día.