Como en la gran
mayoría de ciudades de España la Guerra Civil hizo que la población de la
provincia de Jaén se escindiera en dos grupos irreconciliables. Al comienzo del
conflicto la Guardia Civil fue desarmada por las fuerzas leales al Estado por
temor a que se aliaran con los generales sublevados, ocasionando con ello el consiguiente
rencor de este cuerpo militar hacia los republicanos que les habían humillado.
Por ello un mes después, el 18 de Agosto, el nuevo capitán de la Guardia Civil,
Santiago Cortés, decidió refugiarse en el Santuario de Nuestra Señora de la
Cabeza, en Andújar, llevándose consigo a 165 soldados de la benemérita, sus
familias, algunos vecinos de la población que no comulgaban con los ideales
republicanos, y cuatro sacerdotes. En total unas mil personas. Pero pronto los
refugiados, ante el avance de las tropas republicanas, se convirtieron en
sitiados, y como es natural las reservas comenzaron a escasear. En cuanto les
fue posible consiguieron contactar con las tropas nacionales para que les
abastecieran y de esta manera poder resistir los continuos ataques que se
estaban produciendo alrededor del Santuario. Pero una cosa era pedirlo y otra
hacerlo, pues aquel lugar estaba rodeado por todos los sitios y era imposible
colar por tierra algún alimento. Por tanto se pensó que la única manera de
hacerlo era por el aire. La forma de hacerlo era muy difícil ya que el
Santuario no era muy grande y lanzar los bastimentos en paracaídas era
imposible pues siempre caían en zona republicana. Es por ello que se ideó dos
maneras de hacerlo. Una, lanzándose en picado los aviones para que cuando
estuvieran cerca del objetivo dejaran caer los paquetes y rápidamente remontar
el vuelo. Y la otra forma, la más curiosa, era lanzar pavos sobre el objetivo
con la carga de comida, agua o medicinas, atadas a sus patitas, pues es sabido
que cuando un pavo cae desde cierta altura comienza a revolotear sin parar,
aminorando por tanto el impacto. Además, el pavo también les serviría de comida
en un futuro. Pero a pesar de lanzarse una buena cantidad de pavos, esto no
impidió que el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza cayera en manos
republicanas a principios de Mayo de 1937, nueve meses después de haberse
comenzado el asedio.