jueves, 21 de abril de 2016

UN CALENDARIO PARA UNA REVOLUCIÓN



Las fuerzas republicanas que habían triunfado en los primeros años de la Revolución Francesa (1789 – 1799) quisieron romper cualquier lazo que les uniera con el Antiguo Régimen. Uno de estas “cadenas”  era el mismo calendario existente en aquellos momentos, así que pensaron que había que crear uno nuevo eliminando las referencias religiosas que hubiera o cualquier imagen imperialista que recordara a la monarquía derrocada. Rápidamente se buscaron por toda Francia eruditos que lo hicieran, y los encargados de ello fueron el matemático Gilbert Romme, y los astrónomos Delambre, Laplace y Lalande. Se fijó un calendario de tipo agrícola que mostrara los fenómenos naturales que se producen con el paso de los estaciones. El resultado, además,  tenía cierto aire poético por lo que mucha gente opina que estuvo inspirado por el poeta Fabre d’ Eglantine, quien curiosamente fue guillotinado tiempo después.  Así pues la Convención Nacional decretó en 1793 que se implantara dicho calendario, y que se fijara su inició el 22 de Septiembre de 1792, un año antes, coincidiendo con la proclamación de la Republica. Es decir que el periodo desde el 22 de Septiembre de 1792 hasta el 22 de Septiembre  de 1793 se le conoció como el Año Uno de la Revolución.
En sí este nuevo calendario comenzaba el 22 de Septiembre, precisamente en el primer día del Equinoccio de Otoño y estaba dividido en 12 meses de 30 días. Por ahora nada novedoso ni rompedor, pero esos meses estaban divididos a la vez en 3 décadas de 10 días, por lo que ahora desaparecían las semanas. Los meses cambiaron totalmente de nombre quedando de la siguiente manera:

OTOÑO (-ario)
Vendimario (vendimia)
Brumario (bruma)
Frimario (escarcha)

INVIERNO (-oso)
Nivoso (nevado)
Pluvioso (lluvioso)
Ventoso (éste se traduce solo)

PRIMAVERA  (-al)
Germinal (semilla)
Floreal (flor)
Pradial (pradera)

VERANO (-idor)
Mesidor (cosecha)
Termidor (calor)
Fructidor (fruta)

Y como ya he dicho antes también se eliminaban los santos otorgándole a cada día la titularidad a una planta, un mineral, un animal o una herramienta. Por ejemplo nos podemos encontrar que el 22 de Brumario sea el día de la Castaña de Agua, o que el 29 de Floreal fuera el día de la mostaza negra. Pero  aunque sea muy evocador este calendario tenía una pega bastante grande y es  que solo le servía a los franceses y a los habitantes de sus colonias, ya que en cuanto salían de sus fronteras se daban cuenta que los demás países seguían con el Calendario Gregoriano y se hacían un lio. Afectando no solo a la política del momento sino también a las relaciones económicas con los otros estados limítrofes. Es por ello que en 1806 el general Bonaparte decidiera abolir este calendario revolucionario y volver al que tenían sus vecinos. Aunque hay que decir que éste se volvió a implantar brevemente en dos momentos principales de la historia de Francia, durante el derrocamiento del mismo Emperador en 1814 y durante el proceso revolucionario de la Comuna de París en 1871.