miércoles, 8 de mayo de 2019

MEJOR NO SER INVITADO A UNA BODA DE AMADEO DE SABOYA



El rey Amadeo de Saboya (1845 – 1890) fue conocido como el Rey Caballero, el Electo, pero también como el Breve, ya que su reinado en España no fue muy duradero. Solo duró dos años. Pero también fue una persona que por desgracia arrastraba una poca de mala suerte y eso lo podemos comprobar cuando se produjo la boda del entonces futuro monarca español con la sin par María Victoria del Pozzo da la Cisterna en 1867. Desde luego aquella unión fue de lo más siniestra que se pueda uno pensar. El cúmulo de desgracias comenzó incluso antes del enlace matrimonial pues unos días antes María Victoria volvía a su hogar acompañada de una sirvienta cuando sin previo aviso, al cruzar una plaza, un carromato desbocado se abalanzó sobre la joven. Gracias a su agilidad y a la ayuda de un viandante que pasaba por allí, pudieron saltar a un lado en el último momento sufriendo solamente heridas leves en una pierna que, gracias a Dios, no le impedirían acudir al que iba a ser el día más feliz de su vida. Pero sigamos. Otra de las tragedias se produjo en el mismo taller de costura en el que se estaban ultimando los detalles finales del traje de boda de María Victoria. Solo quedaba darle unos retoques a la corona de azahar que la joven iba a llevar. Una modistilla dijo que se encargaba de ello y se encerró en una de las habitaciones del taller, pero la gobernanta, al ver que esta no salía, entró en la habitación y se encontró con la susodicha ahorcada de una viga sosteniendo entre sus manos el traje de boda que se iba a utilizar (es de imaginarse que éste sería reemplazado por otro).

Ahora vayamos al día de la boda, porque la cosa no acaba aquí. Parece ser que el portero de la casa de María Victoria estaba muy nervioso y no atinaba a abrir la puerta para que la joven llegara a la iglesia. Y tan nervioso se puso por miedo a la vergüenza que iba a pasar al final acabó cortándose las venas. Y seguimos. El siguiente en caer fue un oficial del cortejo nupcial que acabó cayéndose fulminado del caballo debido a que había sufrido una insolación (debía hacer mucho calor ese día). En verdad, la pareja debía estar ya con la mosca detrás de la oreja pero o no se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo o estaban tan obcecados con seguir el plan que sin dudarlo decidieron seguir con la boda. Así les fue ya que después de la ceremonia, los invitados fueron directos al banquete pero uno de los testigos de la boda le dio una apoplejía en uno de los coches en los que iba al ágape y murió allí mismo… a la misma vez que otro de los invitados se suicidaba pegándose un tiro en la cabeza.

Tras el banquete (no sé como tendrían ya ganas de comer) los recién casados fueron a la estación de tren para iniciar la luna de miel pero como las desgracias nunca vienen solas mientras esperaban el jefe de estación fue atropellado por otro de los trenes que tenía que pasar. Así que visto lo visto, prefirieron no tomar ningún tren y volverse directamente a casa, ofreciéndose uno de los amigo de la familia, conde por más señas, a  acompañarles. Qué valiente o qué ignorante era este buen hombre porque en mala hora lo hizo ya que cuando iban a mitad de trayecto éste se cayó del caballo con tan mala suerte que lo hizo delante de la carroza nupcial la cual le pasó por encima partiéndole el pecho.
Como se puede ver, esta boda se puede considerar como una de las más nefastas de la historia. Siete muertes lo atestiguan.