martes, 29 de abril de 2014

LOS COLORES DE LA VICTORIA



Todo el mundo cree que las luchas de gladiadores eran la autentica pasión de los romanos. Nada más erróneo, pues donde verdaderamente se desataban las pasiones más primarias y las rivalidades irreconciliables era en la arena del Circo Máximo, en las carreras de caballos. Y es aquí donde surgen distintas facciones que animan a sus favoritos durante las competiciones. En Roma, durante la época imperial, sobre todo, existían cuatro de estas facciones representadas por distintos colores: Los Rojos, Verdes, Azules y Blancos. Se cree que en épocas anteriores solo hubo dos colores, los Blancos que simbolizaba el Invierno, y los Rojos que al contrario encarnaba el fuego del Verano. El emperador Nerón, que era un apasionado de estas carreras en las que incluso había participado alguna vez, subvencionó a estos equipos permitiendo que hubiera hasta tres carros de cada equipo en la misma carrera o que los corredores incluso pudieran cambiar de equipo en medio de la temporada.

Durante el siglo III estas facciones siguieron existiendo pero ya simbolizando cosas distintas. Los Rojos llevaban ese color por Marte, Dios de la Guerra; los Blancos por los dioses de los vientos; los Verdes por la Madre Tierra; y los Azules por el Cielo, el Mar e incluso el Otoño. Otro emperador, Domiciano, introdujo otros equipos representados por los colores morado y dorado, pero no tuvieron mucho éxito y desaparecieron con el tiempo.

Aun así, si la rivalidad en el Circo Romano era fuerte, no tuvo nada que ver con los encuentros sangrientos que hubo en el Hipódromo de Bizancio. Durante aquel tiempo se conservaron los clubes romanos, imperando por encima de todo las facciones azules y verdes. No eran simples equipos pues aumentó su importancia en la sociedad en tres campos distintos: el militar, el político y el teológico. Por ejemplo los Verdes representaban a los comerciantes y arrendatarios, y en cuestiones religiosos profesaban el Monofisismo, pues crecían que Jesús era en esencia divino sin ningún atributo humano. En cambio los Azules, estaba compuesto por terratenientes y aristócratas, además de que eran ortodoxos. Justiniano pertenecía a estos últimos.

La rivalidad entre Azules y Verdes era tan grande que incluso se agrupaban en bandas callejeras que mataban en las esquinas a sus rivales. Tanta tensión existía que en el 532 provocaron una de las crisis más graves que hubo en época bizantina y que estuvo a punto de acabar con el reinado de Justiniano. Se le conoce como Los Disturbios de Nika (se le llamó así por el grito de Nika “Victoria” que entonaban los alborotadores) comenzaron en el mismo Hipódromo debido por un lado a las rivalidades religiosas y por otro al aumento de impuestos provocados por las negociaciones entre Bizancio y Persia. La revuelta se extendió por toda la ciudad destruyéndose gran número de palacios e incluso la iglesia de Santa Sofía. Verdes y Azules se unieron e incluso eligieron a un nuevo emperador de manera temporal, Hipatio, pero la serenidad de Teodora, la esposa de Justiniano y la valía militar del famoso general Belisario acabaron de ahogar en un mar de sangre este levantamiento popular.

Para que luego digan que los ultras de los distintos equipos de fútbol de ahora son violentos…