De acuerdo con una historia que fue sumando popularidad durante la Edad Media, se dice que Justiniano ordenó que a Belisario le fuesen sacados los ojos, y que se le redujese al estado de mendigo, condenado a pedir a los viandantes que "diesen un óbolo a Belisario" (date obolum Belisario), antes de que fuese perdonado. La mayoría de los estudiosos modernos creen que la historia es apócrifa, si bien Philip Stanhope, filólogo británico del siglo XIX que escribió la obra Life of Belisarius (la única biografía exhaustiva del general) creía que la historia era cierta. Tras un estudio de las fuentes primarias, Stanhope desarrolló una argumentación que defendía su autenticidad, si bien dicha argumentación no es del todo convincente.
Aunque la leyenda permanece siendo muy dudosa, tras la publicación de la novela de Jean-François Marmontel, Belisario, en 1767, esta historia se convirtió en un tema bastante popular para sucesivos pintores de finales del siglo XVIII, que vieron un cierto paralelismo entre la forma de actuar de Justiniano I y la represión impuesta por sus gobernantes. Por ello, la novela de Marmontel fue censurada públicamente por Louis Legrand. Marmontel y los pintores y escultores (hay un busto de Belisario realizado por el escultor francés Jean-Baptiste Stouf en el Museo J. Paul Getty) representaron a Belisario como una especie de santo, en el sentido no religioso del término, que compartía el sufrimiento de los pobres y necesitados. La más famosa de estas pinturas, realizada por Jacques-Louis David, combina temas de caridad (el alma del que da), injusticia (Belisario) y la reversión radical del poder (el soldado que reconoce a su antiguo comandante). Otros lo retratan ayudado por los pobres tras ser rechazado por los poderosos.
FUENTE: WIKIPEDIA