jueves, 31 de mayo de 2012

IMPERIO, de Steven Saylor



En el año 2008, el mercado editorial acogió, primero con recelo y después con grata sorpresa, una novela histórica llamada Roma, firmada por Steven Saylor, en el que se narraba el devenir histórico de una familia ficticia, los Pinario, desde los orígenes de la misma ciudad junto al Tíber hasta la llegada de Augusto al poder transformando la República de ladrillo en un Imperio de brillante mármol. Como les he indicado, el mundo literario primero sintió temor ante esta nueva novela con pretensiones didácticas debido a que el autor, en ese momento, solo se había especializado en un subgénero de esta novela que era la novela histórica de intriga policiaca en el que destacaba sobre todo su saga Roma Sub Rosa en donde un sagaz detective, Gordiano el Sabueso, solventaba y limpiaba con éxito los trapos sucios de finales de la República. ¿Cómo un escritor que se dedica solamente a esto puede darnos una clase de historia a través de esta nueva obra? Pues lo hizo de manera brillante, y de este modo llegó la sorpresa, pues junto al entretenimiento lúdico Roma era una obra con un rigor histórico impecable. Pues bien, si el regusto a buen libro todavía lo tenemos desde el 2008, solo hemos tenido que esperar casi cuatro años para que tengamos entre nuestras manos la continuación de la saga, titulada Imperio, que, amigos es necesario decirlo, ha dado un paso más hacia el buen hacer literario.

Nuevamente nos encontramos con las peripecias de la familia Pinario que esta vez se mueve en un arco comprendido entre el 14 d.C hasta el 141 d.C. Gracias a las aventuras y desventuras de cuatro generaciones podemos recorrer la experiencia vital del imperio romano desde el final de Augusto desembocando en los gobiernos veleidosos y muchas veces caprichosos de Tiberio, Calígula y Nerón. Posteriormente, después de sobrevivir a estos dos últimos emperadores enajenados, y casi agonizar en el gran incendio del año 64, los Pinario saben adaptarse a la nueva saga de dirigentes en la figura del restaurador Vespasiano y Tito para acabar en las hogueras del cruel Domiciano. Y como en verdad nos encontramos en la novela de los emperadores, esta familia acabara vislumbrando la época dorada de Roma donde los hispanos Trajano y Adriano hicieron que la visión del águila imperial pudiera recorrer todo el orbe conocido asombrando al mundo con sus conquistas y formas nuevas de recrear de nuevo la nueva Roma. Pero que nadie se asuste pues no nos encontramos con un libro que pareciera solamente una lista de legisladores y emperadores de Roma. Entre sus paginas, Steven Saylor ha sabido trenzar las vicisitudes de estos dirigentes con la aparición de personajes tan relevantes como los escritores Marcial, o Suetonio, por ejemplo, e incluso filósofos tan importantes y profundos como lo fueron Dión de Prusa o Apolonio de Tiana. Dentro del libro el autor ha sabido conjugar el mármol con la carne y la sangre ya que por ella desfila todo tipo de personas y oficios, desde los más ricos hasta los más pobres, en donde una pía vestal puede caminar al lado de un rudo legionario o un honrado vendedor ser asaltado por un taimado ladrón. Personajes ficticios y verídicos se dan la mano para configurar una ciudad viva… y peligrosa a la vez.


Y es aquí donde podemos observar el mayor logro y seña de identidad del autor, pues Steven Saylor es todo un maestro en la recreación histórica. Siempre ha sido un especialista en mostrarnos la vida cotidiana de los romanos enseñándonos a pie de calle como era aquella sociedad, cuales eran sus costumbres más peculiares y que formas de religión campaban no solo por las losas del foro sino también por los caminos del Imperio. En esta novela ese sello personal es palpable de principio a fin pues vemos una ciudad viva y trepidante, igual a las que hollamos nosotros hoy en día. Junto a las peripecias de los Pinario somos unos romanos más embarcados en una gran aventura. El estilo de la novela es ágil y muy rápido haciendo que el lector corra cual Mercurio alado por sus páginas, extasiándose con una auténtica clase de historia antigua en donde el rigor y la verosimilitud se unen al elemento didáctico y lúdico del género literario. Steven Saylor es directo, seco en algunas ocasiones y sobre todo muy efectivo en transmitir las emociones de los personajes embarcados en esta obra. Si les gustó la primera parte, Roma, les recomiendo que no dejen pasar la oportunidad de leer su segunda parte Imperio, porque, les aseguro van a vibrar con el destino de una ciudad que supo conquistar el mundo.

lunes, 28 de mayo de 2012

EL COCODRILO DE LACOSTE



René Lacoste (París 2 de Julio de1904 – San Juan de Luz 12 de Octubre 1996) fue un gran aficionado de los deportes como el tenis, golf…, y por una casualidad de la vida fue el fundador de uno de los símbolos de moda más conocidos del mundo: el cocodrilo de Lacoste.

Pero ¿por qué un cocodrilo? La anécdota comienza en 1923 en Boston, cuando Lacoste dando un paseo junto al capitán  francés de la Copa Davis pasó junto a un escaparate de artículos de hombre y vio una preciosa maleta hecha de piel de cocodrilo. Aquel artículo le encantó a Lacoste, así que Allan Muhr en broma le dice que si gana esa tarde el partido el mismo se lo regalaba. Pero no pudo ser porque después de unas horas de juego Lacoste perdió estrepitosamente.

Casualidades de la vida un periodista de Boston Evening Transcript, Georges Carens se enteró de la anécdota poniéndole al tenista francés el acertado mote del cocodrilo, pues “nunca dejaba escapar a su presa en la pista” Un paseo y un pequeño cotilleo a un escaparate tuvieron como resultado el nacimiento de una famosa marca y el alumbramiento de uno de los mitos más famosos del tenis de todos los tiempos.

viernes, 25 de mayo de 2012

JOSÉ ANTONIO SARAVIA, de Diego Hidalgo


Texto: Editorial Renacimiento

Diego Hidalgo, un ilustre extremeño de Los Santos de Maimona, que llegó a ser Ministro de la Guerra en 1.934, autor de diversas publicaciones del mayor interés, se adentró en su día, con una inusitada capacidad de investigación, en la biografía, tan sorprendente como apasionante, de otro extremeño, prácticamente desconocido, a quien la historia no ha reconocido su labor, y que ahora acaba de recuperar la Editorial Renacimiento en colaboración con la Consejería de Cultura.

La biografía histórica y novelada con gran rigor sobre José Antonio de Saravia, natural de Villanueva del Fresno, con el subtítulo de De Estudiante Extremeño a General de los Ejércitos del Zar, relata una azarosa y sorprendente vida, con espíritu noble y guerrero, siempre entusiasta, de un soldado que comenzó a amar a la patria inducido por el rechazo al ejército napoleónico con su invasión del pueblo español y que le lleva a alistarse en defensa de la patria.

La vida de José Antonio de Saravia, un extremeño digno de figurar en otros paneles de la historia de más conocimiento y reconocimiento, es la de un hombre apasionado de una serie de valores y cualidades morales que aplica, de forma rigurosa, con su capacidad de servicio al ejército mientras va demostrando y dejando constancia de su más exacerbado pundonor en los distintos frentes en los que va dejando constancia de su gallardía, de su formación militar, de su estrategia guerrera, de su capacidad luchadora, que Diego Hidalgo va relatando con exquisita fidelidad a los pasos de la historia..

jueves, 24 de mayo de 2012

LOS PRIMEROS SEAT



Daba gustos verlos andar por las maltrechas carreteras españolas, pues su sola presencia al pasar por el centro de un pueblo, despertando a los lugareños soñolientos a la puerta de sus casas, o por las ruidosas calles de una gran ciudad, demostraba que algo estaba cambiando en la aletargada España de posguerra. La modernidad comenzaba a llamar a la puerta y deseaba entrar. Solo hacia falta alguien que le diera paso franco (obsérvese el juego de palabras) a nuestro país. De eso se encargo el INI (Instituto Nacional de Industria) quien en 1950 creo la Sociedad Española de Automóviles de Turismo para aportar modernidad motora a la sociedad y a los tristes caminos hispanos.

El primer coche que salio de la cadena de montaje de la fábrica de la Zona Franca de Barcelona era el SEAT 1.400 un 13 de Noviembre de 1953 y fue presentado por el mismísimo director general del INI, Juan Antonio Suanzes, igualmente general de profesión. Este nuevo coche, muy del estilo americano, negro estilizado y sobrio,  se montó artesanalmente con piezas traídas desde Italia desde la fábrica de otro coloso del motor, Fiat. La máxima velocidad que podía alcanzar eran unos 120 kilómetros hora, pero los españoles no tenían miedo de marearse en él debido a la rapidez que alcanzaba pues era un automóvil extremadamente caro para los sueldos de la época, 128.675 pesetas, por lo que solamente los muy adinerados se lo podían permitir. Si la cosa hubiera seguido así poca motorización hubiera tenido España.

La gente trabajadora tuvo que esperar unos años más para sentirse dueños de algún coche más asequible. Y eso pasó con el siguiente modelo que salió de fábrica, el SEAT 600, un coche que se convertiría en un auténtico hito de la modernidad en España y un símbolo de nuestras carreteras. El Seiscientos, Seita o Pelotilla, como coloquialmente se le conocía se presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1955 siendo una clara evolución del Fiat 500 (el Topolino). Tuvo que pasar dos años para que los ansiosos españoles pudieran echarle mano pues en 1957 comenzó a venderse de manera general en todo el territorio, siendo su demanda tan excesiva que superó con creces las peticiones, por lo que cada ciudadano tenía que esperar una media de cuatro años para poder conducirlo. El SEAT 600 dejó de fabricarse en 1973, teniendo ese momento el parque móvil español alrededor de 300.000 seiscientos en funcionamiento.

Luego vendrían otros modelos como el amplísimo 850 en donde podía caber toda una familia con maletas incluidas; el señorial 1500, 124 o 133; pasando luego a nombres más rimbombantes como el Fura, Ritmo o Panda, o a las capitales de provincias como el Toledo, Córdoba, León… y así hasta el día de hoy, pero aunque han sido muchos los modelos y millones de ventas hechas desde 1950 los más queridos serán aquellos dos que trajeron en su maletero un mundo más moderno y una nueva forma de vida que ya no nos abandonaría nunca.

miércoles, 23 de mayo de 2012

UN REY “INVERTIDO”



Durante la Guerra de Sucesión española (1701-1713/15) la ciudad de Játiva estuvo desde el principio a favor del pretendiente de la Casa de Austria el Archiduque don Carlos, lo que le costó varios asedios de las tropas borbónicas al mando de D’Asfeld que conllevó el saqueo de la casas, la expulsión de la gente y el incendió de toda la ciudad en represalia por haber defendido el bando perdedor y haber resistido numantinamente a las tropas de Felipe V. Aunque el fuego duró unos ocho días quedando gran parte de la urbe destruida y en ruinas (actualmente a los habitantes de Játiva también se les conoce como socarrats “chamuscados”) esta no fue la mayor humillación que tuvieron que soportar los setabenses sino el ver desmembramiento de su antigua gobernación, la perdida de funciones civiles y la negación como ciudad histórica al ser sustituido su nombre original por el de Colonia Nueva de San Phelipe o San Felipe. Este odio hacia Felipe V ha hecho que desde mediados del siglo pasado, este colgado un retrato suyo, pintado por Joseph Amorós, boca abajo en el Museo de Bellas Artes de la Ciudad de Játiva.

martes, 22 de mayo de 2012

IT’S RAINING CODORNICES



Que te caiga granizo en la cabeza molesta bastante, parece que alguien te ha dado un pequeño capirotazo, pues ahora imagínense que lo que se posa en su testa no es una bolita de hielo sino toda un ave rechoncha a velocidad tremenda. Esta experiencia la debieron de vivir una gran cantidad de madrileños que un 07 de Septiembre de 1907 hubieran decidido pasear por los alrededores del Palacio Real.

Aquel día una fuerte tormenta cayó en la capital, algo muy común en días de tiempo cambiante después de un tórrido verano, pero lo que no es normal es que cerca de Palacio empezaran a caer cientos de codornices sin parar. Muchos madrileños creyeron que el maná volvía a venir del cielo abalanzándose con estómagos rugientes sobre las desgraciadas aves que aunque algo lastimadas por la tremenda caída todavía podían servir para hacer un buen asado o escabeche. En cambio otros no se alegraron de la lluvia de codornices sino que pensaron que se trataba de algún castigo divino. Lo que si es cierto es que en aquellos momentos, ni ahora tampoco, nadie supo el por qué de aquella alocada meteorología. Lo más seguro es que una gran grupo de codornices fueran atrapadas, en tierra o en pleno vuelo por un torbellino y transportadas por el éter hasta Madrid, dejando caer allí su emplumada mercancía.

Este fenómeno no es anormal y se ha dado en numerosas culturas a lo largo de la historia. Por ejemplo unos años antes del asunto que nos ocupa, en 1880, también se produjo otra lluvia de codornices, al igual que en Bilbao. En 2007 cayeron gran copia de ranas pequeñas en el pueblo alicantino de El Rebolledo, y en 2008 en el Taperal de Benigamín el susto fue general cuando ranas y peces decidieron caer a la tierra.

Como verán el cielo es muy caprichoso…

lunes, 21 de mayo de 2012

LA GUERRA DE LÍJAR



Si bien es sabido que el cantón de Cartagena declaró la guerra al todo poderoso imperio austro-húngaro, menos conocido es que otra localidad española, Lijar (Almería),  no tuvo problemas, ni falta de agallas en tener como enemiga a Francia, estando en guerra con ella durante nada menos que 100 años. Ni un día más ni uno menos. El casus belli de esta contienda hay que buscarlo en las ofensas que recibió el rey de España Alfonso XII en 1893 cuando atravesaba el país galo después de hacer una pequeña gira Europea. El monarca español había viajado a Alemania porque había sido nombrado “coronel honorario” de un regimiento de ulanos que estaban estacionados en Alsacia, territorio que en aquellos momentos era motivo de disputa entre los alemanes y franceses. A su regreso tenía que pasar por París y no se sabe si por ignorar los conflictos que había entre países o por olvido protocolario, Alfonso XII no se quitó el uniforme de prusiano que llevaba puesto lo que acarreó que muchos franceses se sintieran insultados y comenzaran a insultarle y apedrearle mientras iba a lomos de su caballo.

Este asunto no tuvo consecuencias entre Francia y España, pero hubo un pueblecito, al sur de la Península, que no olvidaría el incipiente fácilmente, estimando más su honra española que la sutil diplomacia. En cuanto se supo de la noticia de los hechos ocurridos la alcaldía de Líjar emitió un bando en el que anunciaba que todo el pueblo estaba en pie de guerra contra el enemigo del norte. Obsérvese el bando que no tiene desperdicio:

Que el más insignificante pueblo de la sierra de los Filabres debe protestar en contra de semejante atentado, y hacer presente, recordar y publicar que solamente una mujer bieja [sic] y achacosa, pero hija de España, degolló por sí sola a 32 franceses que se albergaron, cuando la invasión del año ocho, en su casa. Que este solo ejemplo basta y sobra para que sepan los habitantes del territorio francés que el pueblo de Líjar, compuesto únicamente de 300 hogares y 600 hombres útiles, está dispuesto a declararle la guerra a toda la Francia, computando por cada diez mil franceses un habitante de esta villa; pues es necesario que sepa la tierra gala que España ostenta en su escudo la insignia de más valor que pueda ostentar la Primera Nación del Mundo. Tiene en él nada menos que un león.

Si la guerra se hubiera producido de verdad, es bien sabido que ahora mismo no existiría Líjar, a pesar de la gallardía y pundonor que mostraron en aquellos años. Francia no se dio por enterada y de esta manera han pasado cien años con las armas en alto. En 1983 el alcalde de esta bella ciudad almeriense decidió firmar la paz y para ello hizo venir a la localidad a los vicecónsules de Francia en Málaga y Almería para rubricar el alto el fuego de una guerra que nunca existió.

domingo, 20 de mayo de 2012

LA MUJER DEL MAQUIS, de Ana R. Cañil



Ésta es la historia de amor de Paco Bedoya, el último maquis, y de Mercedes San Honorio, dos jóvenes que se vieron obligados a vivir su amor en la distancia y a soñar que algún día podrían reencontrarse.
Pero también es la historia de aquellos que se negaron a aceptar el resultado de la Guerra Civil y se echaron al monte, de los que les dieron cobijo y de los que los esperaron a pesar de los años.


viernes, 18 de mayo de 2012

UN ASUNTO ICTIO



A finales del siglo I d.C el otrora poderoso Senado, juez y poder de Roma, solo había quedado como símbolo de la antigua República convirtiéndose en mero consejo para el emperador de turno. Un ejemplo de ello lo vemos en un suceso producido en época del dueño del Imperio Tito Flavio Domiciano (51-96 d.C). Un día soleado el emperador hizo reunir al Senado para preguntarle cómo podía cocinar un soberbio pescado que le habían regalado. Los senadores no se ponían de acuerdo, que si en salsa, a la parrilla, hervido en su juego… por lo que Domiciano, al ver que no había quórum, pidió a uno de sus criados que le trajeran el susodicho pez. Al rato hizo acto de presencia envuelto en fino lino reposando en mullido cojín siendo coreado por los senadores que no paraban en prorrumpir en aplausos y parabienes al emperador, felicitándole por tan buena pesca. Incluso uno de ellos que era ciego, palpando el pescado, dijo que nunca había visto animal tan grande y vistoso, digno de regio paladar.

Así de adulador e hipócrita se había vuelto aquella sala en la que un apasionado Cicerón había pronunciado una vez para orgullo de las letras romanas y flagelo de estudiantes latino la famosa sentencia Quosque tándem abutere, Catilina, patientia nostra? (¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?)

jueves, 17 de mayo de 2012

EL RÍO VERTICAL



La construcción del Canal de Isabel II (nombre puesto en homenaje a la reina Isabel) fue uno de los grandes adelantos que los madrileños tuvieron en el siglo XIX ya que sustituyó a las antiguas galerías subterráneas islámicas que transportaban agua dejando en el dique seco de la Historia a los aguadores que se abastecían de las fuentes como la de La Cibeles, La Encarnación o El Progreso… La obra faraónica consistía en trasvasar parte del agua del Río Lozoya hasta Madrid en un viaje de 77 kilómetros. En esta construcción participaron 1500 presos que de esta manera rebajaban sus duras penas, 200 obreros libres, 400 animales y 4 bombas de vapor. El agua llegaría a la capital y se alojaría en unos grandes depósitos en la Calle Bravo Murillo en el antiguo Campo de Guardias para luego distribuirlo por todo Madrid.

El 24 de Junio de 1858, a las 20, 30 horas el Canal de Isabel II fue inaugurado con gran boato y aparato eléctrico (hacia solo siete años que la electricidad había echo su aparición en España iluminando la portada del Congreso de los Diputados y la Plaza de la Armería para festejar el nacimiento de la infanta Isabel La Chata) que dejó pasmado a cualquier madrileño que acudió al acto. El agua llegó a una suntuosa fuente de la Calle San Bernardo, frente a la Iglesia de Monserrat, y se alzó en el aire en un espectacular surtidor que alcanzaba los 31 pies de altura. Era tan grande el dispendio de líquido que el ministro José de Posada Herrera, que estaba situado al lado de la oronda reina, dijo entusiasmado:

Señora, hemos tenido la suerte de ver un río poniéndose de pie.

En cambio otras fuentes señalan que esta frase la dijo otro personaje de la época, el escritor Manuel Fernández González el cual dijo entre el público:

¡Oh, maravilla de la civilización! ¡Poner los ríos en pie!

Un mundo de maravillas y adelantos comenzaba a llegar a España para modernizarla. Como curiosidad decir que entre el público, casi perdido entre la marea humana se encontraba el promotor de la obra Juan Bravo Murillo que con lágrimas en los ojos pudo ver ensimismado alzarse en el aire su gran obra. No estaba sentado entre las personalidades debido a que las personas que organizaban el evento se les había olvidado llevarle la invitación. La fuente, pasada la presentación del Canal, fue desmontada y llevada a la Puerta del Sol, para después, nuevamente ser mudada a la Glorieta de Cuatro Caminos, acabando finalmente en la entrada de la Casa de Campo en donde se puede ver actualmente.

miércoles, 16 de mayo de 2012

TODO LO QUE SE LLEVÓ EL DIABLO, de Javier Pérez Andújar


Con el entusiasmo de llevar la cultura a los pueblos más apartados, tres jóvenes maestros, un hombre y dos mujeres, se inscriben en las Misiones Pedagógicas. Salen en un camión cargado de libros dispuestos a montar en una aldea una biblioteca escolar, proyectar cine, hacer títeres y mostrar reproducciones de las grandes obras de la pintura. En el camino de este grupo se cruzará un adolescente descendiente de loberos, que viaja solitario en busca del único familiar que le queda, un tío suyo al que algunos han vuelto a ver por la zona a donde se dirigen los maestros. A lo largo de su peregrinaje, el chico irá encontrándose con ermitaños, pistoleros, aparecidos del más allá, compañías de variedades con mentalistas y pedómanos, lingüistas que han salido al camino para realizar trabajos de campo y estudiantes que recopilan relatos orales... El idealismo de los maestros se dará de bruces con una tierra brutal, y la violencia terminará por estallar con la aparición fatal de personajes inesperados. Y en medio de este torbellino, la novela vuelve a dar otro giro, para reaparecer entre talleres mecánicos y documentales de televisión.


martes, 15 de mayo de 2012

LA MARIQUITA PÉREZ



Nada más terminar la Guerra Civil se pudo ver que España estaba en la ruina. Desecha material y psicológicamente parecía que el país no podía tener ningún futuro, y fue en ese mismo momento tan trágico cuando, después de apagarse el fuego de los fusiles, pudo verse el brillo de un par de ojos de cristal de un nuevo juguete que haría que los niños vislumbraran con optimismo la vida que tenían por delante. El 11 de Noviembre de 1940 nacía la Mariquita Pérez, diseñada originalmente por la aristócrata Leonor Coello de Portugal, asociada con Pilar Luca de Tena, y el juguetero Onil Bernabé Molina.

Esta muñeca que siempre vestía de punta en blanco, tuvo tal impacto que sus creadores no dudaron incluso en darle vida propia, siendo Mariquita hija de la noble vasca Marta Carvajal y Goicoechea y el fino oficial andaluz José Antonio Pérez de la Escalera. Ambos padres le darían una refinada y cristiana educación (muy a gusto del Régimen) junto con su hermano Juanin Pérez, convirtiéndola en hija modelo durante todo el franquismo. La Mariquita Pérez era el sueño dorado, sobre todo, de todas las niñas españolas pero era también un deseo muchas veces irrealizable debido a su alto precio, pues costaba alrededor de 100 pesetas, frente a las cinco que costaba su competidora la muñeca Pepona, cuando el sueldo mínimo era de 10 pesetas diarias. Es por ello que una gran mayoría de estas muñecas fueran a parar a gente adinerada del movimiento o a personas que se quitaran el pan de la boca y ahorraran duramente meses y meses para ver la sonrisa de su hija el día de Reyes Magos.

La Mariquita Pérez fue un fenómeno social en cualquier ámbito. Aunque muchas niñas no pudieran tener su adorada muñeca la podían oír en canciones y programas de radio, verlas en espectáculos visuales y pararse ensimismadas frente a los vistosos escaparates de las tiendas donde las Mariquitas lucían sus vestidos en auténticas revistas de moda. Era tal su fama que muchos famosos no dudaron en tener una, fueran estrellas españoles como Marisol o extranjeras como Grace Kelly, Eva Perón o por ejemplo Gina Lollobrigida entre otras. Pronto tuvo otras compañeras muñecas como Gisela, Cayetana o Mari Ló pero nunca la hicieron sombra en el imaginario infantil. Mariquita Pérez, la muñeca que siempre vestía bien, estaba preparada para cualquier evento de alto copete como una fiesta o picnic en un club de campo, esquiar en las nevadas cumbres de Suiza o tomar el sol en la adinerada Costa Azul. Todo un mundo para ella.

Pero el tiempo empezó a jugar en contra de Mariquita pues aunque se modernizara y cambiara sus vestidos y peinados de continuo pronto el progreso quiso quitarla de en medio. Llegaron nuevos materiales, formas de venta y otras muñecas más modernas a mediados de los años setenta (Nancies y Barbies) que la quisieron dejar en el olvido. Actualmente parece que se quiere lanzar de nuevo al mercado y sacarla del ostracismo en que se halla entre baldas de museos o jugueterías de antiguo, pues Mariquita Pérez no fue solamente una simple muñeca de quita y pon sino todo un símbolo de una época en que los sueños solamente costaban 100 pesetas.


lunes, 14 de mayo de 2012

LA CARTILLA DE RACIONAMIENTO



Los años de la postguerra, entre 1939 y 1953, fueron conocidos como los años del hierro o los años del hambre, debido a los grandes padecimientos políticos y alimenticios que sufrió la población española después de la Guerra Civil. El 15 de Mayo de 1939 el nuevo estado se vio en la necesidad de establecer un régimen de racionamiento centrado en los productos básicos de alimentación y de primera necesidad para las personas que no pudieran costear la compra de esos alimentos en los colmados. Con esta medida el gobierno franquista ejercía un control de la distribución de la mercancía para cada español, queriendo evitar de esta manera la corrupción, aunque como se demostró posteriormente fue totalmente imposible instalándose al lado de las medidas oficiales un mercado negro de abastos que lucró ilegalmente a muchas personas que vendían productos de mejor calidad que las que ofrecía la cartilla.

La cartilla era esencialmente un talonario de varios cupones donde se indicaba la cantidad y tipo de mercancía que una persona debía recoger en un comercio fijo. Se centraba sobre todo en la carne y los productos alimenticios básicos y eran de tres clases según la categoría del demandante. Según un periódico de la época la tabla de alimentos semanales sería la siguiente: 1 decilitro de aceite por persona, 100 gramos de azúcar, 50 de lentejas, 30 de café, 75 de bacalao y 75 gramos de tocino americano entreverado, una auténtica novedad. Como se podrá observar esta medida era insuficiente para una dieta equilibrada de una persona y colmar los hambrientos estómagos españoles, por lo que muchos de ellos, a riesgo de ser detenidos y multados se arrojaban a los brazos del mercado negro.

Las personas encargadas del reparto eran llamadas coloquialmente como “los de abastos”, y como ejemplo existe una curiosa historia en la que se dice que cuando “los de abastos” iban a los pueblos, donde supuestamente había más género que en las ciudades, los campesinos escondían los sacos de legumbres, vacas, cerdos, o harina, para poder disfrutar ellos también de la cartilla de racionamiento. Se decía incluso que hasta los muertos tenían una... la picaresca española se afilaba con el hambre diario.

Las cartillas familiares estuvieron vigentes desde 1939 hasta 1943 siendo cambiadas a partir de entonces (BOE 15/Abril/1943) por cartillas individuales para asegurar de este modo el mejor control de los productos y la asignación a cada persona. Con el aumento del nivel de vida y los intentos de abandonar el ostracismo que estaba llevando a la ruina al país, con el subsiguiente acercamiento a los organismos internacionales, a partir del 22 de Marzo 1952 se comienza a suprimir la cartilla de racionamiento desapareciendo de la vida de los españoles que comenzaban a vislumbrar un futuro más prometedor.

domingo, 13 de mayo de 2012

DUMAS Y EL BANDOLERO



Con la llegada de la Ilustración a España en el siglo XVIII la conexión de la Península con Europa se hacía indispensable para que entraran las nuevas ideas extranjeras y limpiasen con aire fresco los oscuros rincones de ignorancia que el paso de los siglos habían depositados en muchos rincones de nuestra historia. Por ello se hizo también necesario crear igualmente una conexión entre la Meseta y Andalucía para que los productos llegados a Cádiz desde América pudieran comercializarse más rápidamente. Había algo que frenaba ese avance, y no era ningún ejército enemigo sino un muro de piedra llamado Sierra Morena infranqueable en muchos lugares. A eso hay que añadirle que era un lugar infestado de bandoleros que escondidos en sus cuevas oteaban con deleite cualquier carroza o mensajero que valientemente anduviera por los quebrados pasos que había en la Sierra.

Se buscó varios lugares para construir una carretera que permitiera paso franco hasta que el ingeniero Joaquín Iturbe halló un camino seguro en el desfiladero de Despeñaperros. Por allí, después de años de obras comenzó a entrar la modernidad asustando con su luz a los aguerridos bandoleros que copaban Sierra Morena. Esto tuvo como consecuencia que el negocio del asalto disminuyera quedando muy pocas bandas armadas que se arriesgaran a salir de sus escondites. La situación se volvió favorable a los comerciantes y a los viajeros pero cayó en detrimento de otro elemento típico del turismo español, a saber la búsqueda de la España de Merimeé, sus carmenes y sus patilludos y entallados bandoleros que se jugaban la vida escopeta al hombro.

Dumas que había preparado un viaje exótico  España, siguiendo la moda de los grandes escritores europeos de visitar las curiosidades españolas, sabía de la situación en que se encontraba el país así que para que todo saliera a pedir de boca para sus acompañantes (Dumas hijo, su amigo Augusto Maquet, el escritor Eugen Giraud, y los pintores Adolfo Desbarolles y Luis Boulanguer) y que no faltara ningún elemento típico andaluz, antes de emprender el viaje envió por correo desde París hasta España un talón de mil francos a un conocido jefe de bandoleros de la zona de Despeñaperros para organizar una “supuesta” emboscada, y de esta manera sus amigos pudieran ver las curiosas costumbres del país. Por supuesto sus acompañantes no sabrían nada y todo quedaría en un susto la mar de divertido devolviéndoseles luego en un lugar apartado las pertenencias sustraídas. Dumas ya se relamía pensando en lo ingenioso que iba a ser el atraco, cuando días después recibió noticia por correo del mismo bandolero diciendo que sentía no poder atender su petición pues ya estaba apalabrado con otros viajeros a los que iba hacerles la misma emboscada-espectáculo. Junto con la carta el bandolero mandó el recibo del talón junto con el justificante. Actualmente la correspondencia entre ladrón y Dumas se guarda en la Biblioteca Central de la Universidad de la Sorbona.

Parece ser que Dumas no fue tan ingenioso como parece.


sábado, 12 de mayo de 2012

EL SERENO



Mesonero Romanos lo ha querido ver como el paradigma del ser romántico, pues con su labor nocturna luchaba contra las fuerzas del mal siendo heroico al conjurar el peligro. Es una definición bonita pero la historia de esta profesión es algo más prosaica que como la pinta el escritor matritense. Seria erróneo pensar que el oficio de sereno nació en España, pues a través de la historia ya han existido guardias nocturnas desde la antigüedad hasta la actualidad. Ya las hubo en Roma intramuros y las hubo por ejemplo en el neblinoso Londres del XVIII. Allí se llamaban night watchmen y se dedicaban a patrullar las húmedas calles avisando de los peligros a ritmo de matraca.

La introducción de la figura del sereno en España también data del siglo XVIII y responde a una necesidad social que se estaba produciendo en aquellas fechas. Carlos III al llegar a España se dio cuenta de que la burguesía estaba bastante descontenta debido a que se estaba dando un gran número de robos y atropellos debido sobre todo a la migración rural. Es por ello que el ilustrado rey comenzó una serie de reformas para evitar los desmanes y la delincuencia en las ciudades: inauguración del alumbrado público; saneamiento de las calles otorgándoles números identificativos y nombres; o la constitución del Primer Censo Nacional hecho por el Conde de Aranda. Una de las múltiples medidas que dictó Carlos III fue la creación de un grupo de vigilantes nocturnos que harían su primera aparición en Cádiz y Valencia (y no en Madrid como reza el mito). El por qué se les llama serenos tiene su explicación, pues parece que entre sus obligaciones estaba la de anunciar cada cuarto de hora el tiempo y la meteorología del momento, y como el cielo en Valencia es bastante benigno siempre utilizaban la palabra “sereno”, quedando de esta manera su nombre de pila para la posteridad.


Nuestro rey ilustrado estaba dispuesto a que Madrid, la capital de su Imperio, fuera igual de espectacular que las demás ciudades de Europa por lo que puso mucho empeño en que las medidas adoptadas en las diferentes partes del reino fueran llevabas a rajatabla en Madrid. Instauró allí el sistema de serenos siendo realizado en un principio por los propios vecinos que se dedicaban exclusivamente al vigilado de las calles y al encendido de las farolas de aceite. Como no era un trabajo bien remunerado los vecinos no eran muy diligentes habiendo una abstinencia laboral bastante grande. Esta situación produjo que en 1765 Carlos III promulgara una Real Orden por la que fijaba el cuerpo de serenos/faroleros, siendo su implantación total con su hijo Carlos IV en 1797. Pasado el tiempo, y delimitadas las funciones, atribuciones, número de pagas y mantenimiento del servicio, el sistema de serenos empezó a crecer expandiéndose por toda España en época de la reina María Cristina.

En 1840 se crea el corpus original del cuerpo: El Reglamento de Serenos-Faroleros de la Villa y Corte de Madrid. Aquí se establece la jerarquía que ha de haber con un inspector en la cúspide, seguido de los celadores de serenos, y teniendo como base a los serenos-faroleros de menor rango. Media hora antes del comienzo de la jornada los serenos tenían que reunirse con el celador para pasar revista y darles el material de trabajo. En el siglo XIX el material era bastante pesado y se componía esencialmente de: una escalera, una cadena y un candado; una aceitera grande de media arroba y otra pequeña junto con mechas de aceite y bayetas para limpiar los cristales de las farolas; un chuzo, o lanzón para defenderse (con los años ese arma será más pequeña tamaño porra o estaca); un farol de mano, un pito con cadena alrededor del cuello y una pistola si hiciera falta en tiempos inciertos. En un principio iban vestidos con levita de paño, una esclavina larga, y un sombrero acharolado en el que se veía claramente el número de afiliación. Con el paso de los años ese traje varió con las modas imperantes.

Si se cree que el material era voluminoso, igual de grande eran las obligaciones del sereno, pues que nadie crea que se dedicaban a dar paseos bajo la luz de la luna. En un principio, como indique antes, se dedicaban a vigilar las calles y encender las lámparas de aceite, pero pasados los años se les fue asignando más trabajos: anunciar la hora y el tiempo meteorológico cada cuarto de hora, saber que significaban todos los toques de campana y ayudar en los incendios; igualmente tener memorizadas todas las direcciones de las calles, médicos, comadronas, hospitales, comisarías, casas de socorro... no debían entrar nunca en casas ajenas si no eran invitados y sobre todo debían estar alertas ante el peligro solo pudiendo echar una cabezadita en las esquinas para que pudieran ser vistos en cualquier dirección.


Pasado el tiempo empezó haber de nuevo grandes problemas de absentismo ya que la remuneración era muy baja en contraposición con las grandes labores que tenían que hacer. A eso hay que añadirle el descontento entre la ciudadanía ya que éstos al abandonar sus trabajos producían una inseguridad muy grande aumentando de nuevo los atracos y desordenes nocturnos. El problema del dinero y las pagas a los serenos era un asunto que todavía no se había resuelto del todo, pero que curiosamente se iba a arreglar casi solo con el paso del tiempo. Entre mediados y finales del siglo XIX el trabajo de vigilante nocturno empieza a dividirse en dos tipos, el llamado sereno/farolero y el sereno que empezaba a recibir pagos por parte de tiendas y propiedades privadas para que les vigilara especialmente sus negocios. Estos eran los serenos de comercio. El abandono de las responsabilidades por falta de remuneración y la implantación a partir de 1865 de faroles de gas hizo que los primeros, los serenos/faroleros empezaran a desaparecer frente a los serenos de comercio, que es el vigilante más conocido en la actualidad.


Alrededor de 1864 los serenos empiezan a llevar llaves, pues las antiguas entradas a edificios, oscuras y llenas de suciedad comienzan a dar paso a las porterías. Los serenos, por tanto tienen una nueva función que es la de permitir entrar a los vecinos rezagados u olvidadizos en sus hogares, lo que provoca la total confianza entre el vecindario y su particular vigilante. Esta seguridad que les trasmite y el convertirse en una persona particular del barrio hace que también empiece a recibir regalos y emolumentos en días señalados del año, como por ejemplo Navidad. Desgraciadamente a finales del siglo XX la figura del sereno, frente al establecimiento de una policía más profesional, los adelantos técnicos y los vigilante privados, desaparece de nuestras vidas quedando como un recuerdo nostálgico de un tiempo en que si levantabas la cabeza de la mullida cama podías sentirte tranquilo pues sabias que una persona, un ángel de la guardia velaba por ti.

jueves, 10 de mayo de 2012

AITA TETTAUEN, de Benito Pérez Galdós


El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo xix. Animada por una pequeña trama novelesca, AITA TETTAUEN es una completa y verdadera crónica de la «Guerra de África», emprendida por O‘Donnell en 1859 para castigar las frecuentes incursiones marroquíes contra Ceuta y Melilla. La abigarrada ciudad de Tetuán y los moros, judíos y renegados que, dentro de ella, viven su sitio y asalto, se cuentan entre los grandes protagonistas de este movido episodio.

miércoles, 9 de mayo de 2012

EL MAESTRO DE ESGRIMA, de Arturo Pérez-Reverte



Y recuerden, la empuñadura se sostiene como si tuvieran un pájaro en la mano, con suavidad para no aplastarlo, y con firmeza para que no eche a volar (Don Jaime Astarloa).

Novela de aventuras pero también policiaca, de traiciones y maniobras políticas en el Madrid galdosiano de 1868. El maestro de esgrima es la historia de un mundo de tahúres y mercachifles mantenido a distancia por un florete honorable. Pero es, sobre todo, una inquietante parábola sobre el poder del dinero, la ambición política y la extinción de los valores de honradez y fidelidad en este siglo XX que agoniza.


martes, 8 de mayo de 2012

LOS LIBROS DE PLOMO, de Fernando Martínez Laínez


1588. Bajo los escombros de la antigua torre Turpiana, en la catedral de Granada, aparece una extraña caja de metal que contiene un pergamino escrito en árabe, latín y castellano, algo impensable para aquellos tiempos de guerra. Ocho años después, son hallados en el Sacromonte los libros de plomo, unos textos que la Santa Sede declara apócrifos...
2010. Granada se enfrenta a un terremoto de imprevisibles consecuencias. En medio de la anarquía y el caos, los librosde plomo son robados. ¿Qué relación puede existir entre acontecimientos tan distantes? ¿Qué secreto pueden desvelar los Plomos?
Una historia que se acerca a la realidad más de lo que podrías llegar a imaginar




lunes, 7 de mayo de 2012

EL RIOJANO, CONFITERÍA CENTENARIA



Es una de las pastelerías más antiguas y señoriales de Madrid y si deciden dar un bonito paseo por la zona centro de la capital la encontrará en el número 10 de la Calle Mayor. Fue fundada por Dámaso Maza, oriundo de la Rioja, en 1855 siendo el mismo pastelero personal de la reina María Cristina de Hagsburgo. Desde ese día este establecimiento fue considerado como proveedor oficial de la Casa Real endulzando la vida a reyes, reinas e infantas que han traspasado sus bellas puertas.

Al no tener descendientes, la pastelería pasó a las manos de dos maestros pasteleros que, para perpetuar el linaje, decidieron unir a sus hijos en matrimonio. Desde entonces siete generaciones han tomado las riendas del establecimiento, siempre con la divisa de la calidad y la tradición en su espíritu. Por su interior no solo han pasado gente de alta alcurnia sino grandes pensadores y escritores, como por ejemplo Jacinto Benavente. Al igual que ellos nosotros tenemos la oportunidad de traspasar su umbral y maravillarnos con los sobrios estucados del techo, las luminosas lámparas de estilo isabelino, los finos mármoles de Carrara o los vetustos mostradores de época hechos de caoba traída de Cuba. Como curiosidad, se dice que los muebles fueron hechos en el mismo interior para evitar rozarlos al entrar y que cayeran en manos de rateros y amigos de los ajeno. Pero su belleza no se queda solamente en su interior sino que en la misma fachada, en donde el visitante puede observar la placa que el Ayuntamiento de Madrid le concedió por ser establecimiento centenario y que fue decorada por el recientemente fallecido Mingote, es de admirar el espectacular toldo  fechado en 1892 que aunque ha cambiado varias veces la tela debido al paso del tiempo sigue conservado los mismos engranajes de toda la vida.

La pastelería El Riojano sabido atesorar en su interior la calidad de sus productos y la sabiduría de manos expertas por lo que ha conseguido gracias a su labor numerosos premios desde que fue fundada por Dámaso Alonso a mediados del siglo XIX, destacando entre ellos el de la Exposición Aragonesa de 1868 o el prestigioso Fomento de las Artes de 1871.

jueves, 3 de mayo de 2012

ÁNGELES CUSTODIOS, de Almudena de Arteaga



Isabel Cendal, que dirige un orfanato en La Coruña a principios del siglo XIX, recibe la visita del doctor Francisco Javier Balmis, un médico a quien Carlos IV ha designado para que lleve a cabo una expedición para erradicar la viruela en América del Sur y Filipinas. Balmis, que necesita niños para portar la vacuna, ha llegado a La Coruña acompañado por un grupo de huérfanos madrileños. Isabel aceptará la oferta del médico para participar en la expedición, y emprende un largo viaje repleto de aventuras, logros y también sinsabores, que les descubrirá nuevos territorios, tanto geográficos como emocionales.

Texto: Ediciones B


miércoles, 2 de mayo de 2012

UNA HEROÍNA DEL 2 DE MAYO



La importancia femenina en la Guerra de Independencia es esencial. No hay duda de ello. Fueron necesarias tanto en la defensa de las ciudades como en el campo de batalla frente a las frías bayonetas francesas. Con su valentía y desdén hacia la muerte supieron inflar el alma patria de los españoles, haciendo de las mujeres una de las armas principales durante aquellos seis cruentos años. Todos los pueblos y ciudades de España tuvieron varias heroínas, siendo la más famosa de Madrid Manuela Malasaña no solo por su arrojo frente al francés sino por el mismo misterio que la envuelve.

¿Quién era Manuela? Existen varias versiones de quien fue Malasaña y cuales fueron las circunstancias de su muerte. Para unos Manuela era una de las majas de Goya que desde su más tierna infancia se dedicó a la costura.  Era hija de Juan Manuel Malasaña y había nacido el 10 de Marzo de 1791 en la zona de Noviciado, próxima a la plaza de San Bernardo. En un pequeño estudio cosía para los petimetres más galanes y las petimetras más encopetadas, pero aquel 2 de Mayo de 1808 no quiso coser, pues le ardía la sangre sabiendo las atrocidades que estaban cometiendo los franceses por todo Madrid. Así que con pasó rápido acudió al Parque de Artillería de Monteleón en donde un grupo de valientes españoles se defendían a duras penas contra los fieros soldados gabachos. No había punto donde Manolita no apareciera llevando entre los pliegos de su falda balas y piedras para los fusiles. Pero la muerte, que muchas veces no reconoce a valientes de cobardes hizo su aparición personificada en una bala que la alcanzó en todo el pecho muriendo en el acto. Juan, su padre, que andaba cerca vio como su hija caía desplomada en el suelo sin poder hacer otra cosa que seguir la lucha contra los franceses con los ojos arrasados en lágrimas pues aquellos extranjeros le habían quitado el tesoro que más quería.

En cambio otros opinan igualmente que Manuela Malasaña era también costurera, pero que no murió en el Parque de Artillería de Monteleón sino más cerca de su trabajo. Parece ser que Manuela, mientras había disturbios alrededor del estudio, estuvo protegida por la dueña del taller solo dejándola marchar cuando cesaron los disparos. Ella cogió sus pertrechos y con mucho cuidado caminó calle arriba para llegar a su casa, pero con la mala suerte de toparse con dos soldados franceses que intentaron abusar de ella y mancillar no solo su cuerpo sino su alma española. Se defendió con uñas y dientes llevándose por delante, gracias a unas afiladas tijeras, a uno de ellos, lo que no impidió que muriera asesinada por haber tenido aquel utensilio en las manos. Incluso se dice que su padre, al verla muerta en el suelo, se arrojó al caballo del único francés superviviente y le asestó varias cuchilladas entre los pliegues de la coraza, dándose así cumplida venganza.

Como se podrá ver las leyendas sobre Manuela Malasaña son abundantes, solapándose unas sobre otras, aunque siendo cierto que en todas ellas la casta y la valentía de esta heroína fue suficiente para auparla a los altares de los grandes héroes de España.

martes, 1 de mayo de 2012

LA CIUDAD DE LOS PRODIGIOS, de Eduardo Mendoza


En el período comprendido entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, con el telón de fondo de una ciudad tumultuosa, agitada y pintoresca, real y ficticia, asistimos a las andanzas de Onofre Bouvila, inmigrante paupérrimo, repartidor de propaganda anarquista y vendedor ambulante de crecepelo, y su ascensión a la cima del poder financiero y delictivo.

Mendoza nos propone un nuevo y singularísimo avatar de la novela picaresca y un brillante carrusel imaginativo de los mitos y fastos locales. Una fantasía satírica y lúdica cuyo sólido soporte realista inicial no excluye la fabulación libérrima.