jueves, 30 de abril de 2015

LOS COLORES DEL ATHLETIC CLUB DE BILBAO



Aunque uno no sea muy futbolero tiene que admitir que el deporte del balompié a veces ofrece historias de lo más curiosas. Una de ellas nos habla de cómo el azar hizo que el Athletic Club de Bilbao lleve hoy en día una camiseta con los colores rojo y blanco. Para saberlo hemos de remontarnos a principios del siglo XX, y más en concreto a 1910. Según parece en aquellos años la camisola que portaba el equipo bilbaíno no era como la conocemos actualmente pues solamente tenía dos franjas, una de color azul oscuro y otra blanca,  al igual que la camiseta que vestía el equipo inglés Blackburn Rovers Football Club. Una vez al año uno de los dirigentes del club solía ir a Inglaterra a comprar una remesa de ellas para ser utilizadas durante el campeonato nacional de liga. Pues bien a comienzos de aquel año la junta directiva envió a Juan Elourdy, que por casualidad tenía que ir allí, a comprar un total de cincuenta camisetas (25 para el Bilbao y otras 25 para su filial el Athletic de Madrid, que entonces se llamaba así). Pero la mala suerte hizo que Elourdy no pudiera comprarlas o porque estaban agotadas o porque no había suficientes para los dos equipos. Cuando se iba a embarcar en Southampton para volver todo triste a España se enteró que en una tienda de la zona tal vez le quedara alguna, así que sin dudarlo un momento se acercó a mirar pero lo único que encontró fue la del equipo local, el Southampton Football Club. Esta camiseta no era la que le habían encargado pero aun así hubo algo que le llamó la atención ya que estaba hecha con franjas rojas y blancas al igual que la bandera de Bilbao. Nuestro directivo pensó que aquello debía ser una premonición pues compró las cincuenta solicitadas y con ellas volvió a España. El 9 de Enero de 1910 se estrenó dicha camiseta contra el Sporting Irún, y aunque al principio pareciera algo rara al aficionado pronto se encariñó con ella. 


miércoles, 29 de abril de 2015

UNA BOMBA CON TINTES MARXISTAS



Cuando vemos una película de los Hermanos Marx esperamos pasar un buen rato con las locas aventuras de, sobre todo, Groucho, Harpo y Chico. Pero si se fijan bien, a veces suele intervenir en estos films otro de los hermanos menos conocido, aunque normalmente como contrapunto serio y elegante de los otros tres. Bueno, pues su nombre es Zeppo, y a pesar de haber aparecido en varias películas, como Los cuatro cocos, El conflicto de los Marx, Pistoleros de agua dulce, Plumas de caballo, o Sopa de ganso, y de haber tenido una buena cuota de éxito cinematográfico, muy pronto abandonó su carrera artística para trabajar de verdad en lo que más le gustaba: la mecánica y la confección de útiles inventos. En el año 1941 fundó la empresa Marman Products, la cual se dedicaba sobre todo al diseño de ensamblajes y otros materiales similares para el ejército americano. Estos ensamblajes soportaban el peso de cualquier objeto y por eso las argollas diseñadas por el propio Zeppo fueron las elegidas para amarrar al Enola Gay, la bomba atómica, o Little Boy, que arrasó la ciudad de Hiroshima. Pero su fama de inventor no se quedó ahí pues años después creó una especie de reloj pulsómetro que medía las pulsaciones a personas con problemas cardiacos, el cual, si detectaba alguna anomalía en el ritmo cardiaco de quien lo portaba emitía un agudo pitido de advertencia. En verdad, muy práctico. Una pena que no sepamos más de esta invento tan curioso.

lunes, 27 de abril de 2015

LA PRIMERA BURBUJA FINANCIERA DE LA HISTORIA



A principios del siglo XVI llegaron a Europa los primeros bulbos de tulipán, una flor originaria de Oriente, que muy pronto se hizo popular en Holanda. La casualidad hizo que en aquellas latitudes, a diferencia de otros países, un virus atacara a los tulipanes ocasionándole una gran gama cromática, lo que hizo que ante tal belleza aumentara su precio de forma exorbitada. Por ejemplo en 1623 un solo bulbo costaba ya la friolera de 1000 florines frente a los 150 anuales que ganaba normalmente cualquier un ciudadano holandés. Esto hizo que muchas personas, la gran mayoría, se animaran a invertir enormes sumas de dineros y a hipotecar muchos bienes personales pensando que el precio de esta flor nunca se devaluaría. Llegó un momento que los beneficios superaron el 450% de la inversión realizada inicialmente. En principio, parece que era toda una ganga.

No había nadie que se quedara fuera de invertir aumentando día a día esta enorme burbuja económica. Hasta se compraban bulbos virtuales en catálogos o también aquellos que incluso todavía no habían nacido. Aun así, pequeños nubarrones se alzaban sobre la tierra que en esos momentos ataba perros con longaniza, ya que en 1636 se produjo un virulento rebrote de peste bubónica el cual se cobró un montón de vidas humanas, produciendo que al haber menos mano de obra para trabajar en los viveros se incrementara el precio en los mercados. Aun así parece que aquel primer aviso no les importó a los accionistas quienes estaban como locos comprando y vendiendo aquellos tulipanes sin preocuparse por el futuro.  Pero llegó el año 1637 y con él el fin de la tulipomania. Los especuladores, viendo que aquella burbuja estaba a punto de estallar, empezaron a vender sus tulipanes provocando el consabido pánico en el mercado financiero holandés. Los que no fueron rápidos en venderlos se encontraron que solamente tenían entre manos, aunque precioso, un simple bulbo de tulipán que les había costado una fortuna. En cambio los pocos que fueron listos se enriquecieron, pero fueron muchos los que se arruinaron, haciendo que se encontraran con cientos de tulipanes inservibles y hubo incluso algunos que no pudiendo soportar la vergüenza y la pobrera optaron por colgarse en los graneros. ¡Y todo por una flor!

domingo, 26 de abril de 2015

UN PUNTAPIÉ MORTAL



A Jasper Newton “Jack” Daniels (1849 – 1911) mucha gente le recuerda por haber creado uno de los whiskies más famosos y vendidos de la historia: el inimitable Jack Daniels nº7. Es una de las bebidas más vendidas en todo el mundo, pero pocos de los que la consumen saben la forma de morir que tuvo su fundador. Una forma, todo hay que decirlo, de lo más tonta que puede haber. Nos remontamos a una mañana de 1911, cuando Jack se acercó a su oficina a retirar una cantidad de dinero de la caja fuerte. Ya era un hombre acaudalado, así que el sacar dinero ya se había convertido en una costumbre diaria. Pero aquel día, no se sabe por qué, Jack no se acordaba de la combinación. Intentó varias veces alguna de ellas, pero al no conseguirlo la rabia se apoderó de él, y en un acto sin sentido propinó una patada a la caja, justamente a una de sus esquinas. Evidentemente la caja no se abrió, pero lo que sí consiguió como recompensa fue una fuerte infección en el dedo gordo. Infección que días después le llevó irremediablemente a la tumba. Como nota jocosa, muchísimos años después en 2006 apareció en el metro de Londres un spot publicitario que rezaba lo siguiente: “Moral: Never go to work early” (Moraleja, nunca vaya a trabajar temprano).

Y por cierto… ¿nunca se han preguntado por qué este whisky lleva impreso el número siete en su etiqueta? Existen varias leyendas urbanas que lo intentan explicar. Elijan la que más les guste:

1/ Era el séptimo envío en ferrocarril, y claro está el siete era el número que llevaban impresos los barriles que iban a venderse.
2/Era el número de veces que Jack Daniels tardó en encontrar su receta perfecta.
3/El siete era el número de novias que tuvo este dandy sureño.
4/ Y finalmente la más simplona: en verdad no es un siete sino una J, de Jack.

sábado, 25 de abril de 2015

¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL DOW JONES?



Muchas veces al encender nuestro televisor solemos coger el telediario empezado, justamente cuando están dando las noticias financieras. Si tenemos paciencia y no pasamos a otro canal normalmente nos damos cuenta de que el periodista encargado de esa sección parece hablarnos con una terminología que en la mayoría de los casos no entendemos bien ya que utiliza palabras que parecen dirigidas a un público más experto. Una de esas palabras que suelen quedar en el limbo de nuestro cerebro es el llamado Indice Dow Jones, y que tanta importancia parece tener en los mercados de todo el mundo. Pues bien, el origen de este índice bursátil tiene su origen en el nombre de dos periodistas estadounidenses llamados Charles Henry Dow y Edward Davis Jones quienes fundaron en 1882, junto a su socio Charles Milford, la empresa Dow Jones & Company. Ese mismo año publicaron el boletín financiero The Customer´s Afternoon Letter que trataba de informar a los interesados en los negocios sobre los movimientos del mercado actual. Y tanta fama consiguió, debido sobre todo a la fiabilidad de sus informaciones, que siete años después, el 8 de Julio de 1889 convirtieron ese humilde boletín financiero en el famoso periódico The Wall Street Journal, con el que la mayoría de brokers del mundo desayunan por las mañanas. Así pues si alguna vez volvemos a oír hablar de ese dichoso índice ya no lo oiremos como algo extraño y podremos asociarlo enseguida con el apellido de dos periodistas americanos y su excelente periódico, ganador de más de treinta y cuatro premios Pulitzer.