lunes, 27 de julio de 2020

UNA AMISTAD QUE SALVÓ A UN PAPA



El 23 de Agosto de 1939 los ministros de asuntos exteriores alemán, von Ribbentrop, y el ruso Molotov, firmaron el llamado Tratado de no Agresión por el que ambos países se comprometían a repartirse Polonia entre ellos. Aun así este pacto no duró mucho tiempo ya que cuando los alemanes invadieron la Union Soviética dos años después ese tratado pasóa  ser papel mojado quedándose Alemania con todo el territorio polaco. Varios años después de dura contienda, en 1945, el Ejército Rojo volvió a liberar Polonia, aunque para ponerlo bajo una dictadura comunista, y es en ese mismo ejército donde aparece uno de los protagonistas de esta historia, un joven oficial llamado Vasily Sirotenko el cual se ocupó de tomar la ciudad de Cracovia. En esta ciudad había una mina de piedra Solvay en donde los alemanes habían recluido a un gran número de prisioneros polacos y entre ellos un grupo de dieciocho seminaristas. Sirotenko al enterarse de la existencia de estos religiosos los llamó a su presencia y les pregunto si había alguno que supiera traducir unos textos clásicos en latín que había ido encontrado entre los escombros a lo largo de la guerra y  parece ser que solamente uno de ellos, llamado Karol Wojtyla, era capaz de hacerlo. El joven oficial pensó que el seminarista no sería muy ducho en ruso y que el tal Karol solo los traduciría al polaco y luego le tocaría a él pasarlo a su idioma, pero cuán grande fue su sorpresa al darse cuenta que el seminarista polaco los traducía directamente al ruso (y es que Sirotenko desconocía que la madre de Karol era de ascendencia rusa). 

A raíz de ello y tras días de trabajar codo con codo, nació una fuerte amistad entre ambos a pesar, incluso, de que sus superiores le avisaban de que aquella amistad era muy peligrosa y mal vista por los estamentos superiores. Al terminar el trabajo, se enviaron a casi todos los seminaristas a distintos gulags siberianos de donde no regresaron. Todos menos uno, Karol Wojtyla, el futuro papa Juan Pablo II, quien en recompensa por haber sido tan buen traductor y por haber sido amigo de Sirotenko salvó la vida.

domingo, 26 de julio de 2020

¿DE DÓNDE PROVIENE LA PALABRA “ACADEMIA”?


Academo fue un héroe de la mitología a quien se le atribuye haber salvado a la ciudad de Atenas. Cuando Teseo rapto a Helena, sus hermanos Castor y Pólux, los llamados Dioscuros, arrasaron gran parte del Ática  buscándola y cuando llegaron a las murallas de Atenas preguntaron si estaba allí dentro. Entonces uno de sus ciudadanos, un tal Academo, les salió al encuentro y les dijo que allí no la hallarían pues estaba en el pueblo de Afidnas. Así pues los atenienses, en recompensa por haber salvado la ciudad, regalaron a Academo una finca situada a seis leguas de Atenas en el cual se plantaron doce olivos sagrados y se alzaron otros tantos altares dedicados a los distintos dioses y héroes de la mitología griega. 

Con el paso del tiempo la finca y jardines de Academo fueron muy populares entre los atenienses y por ello, precisamente ahí, fue donde Agatocles, más conocido en la Historia como Platón (sobrenombre que se le puso por tener la frente ancha) comenzó a reunirse con sus seguidores y a concertar una serie de encuentros a los que se les llamó Escuela de Akademos o simplemente Academia. Por tanto Platón fue la persona que creó el primer centro de estudios superiores del mundo antiguo. A la entrada de él había un cartel que rezaba  “Nadie entre aquí sin saber geometría” y tras él había no solo un bello jardín sino un complejo de salas de estudio, bibliotecas, pero sobre todo un templo dedicado a las Musas en donde se impartían clases, y por eso se le acabó llamando Museo. Eso sí, a las clases solo podían acudir hombres dándose incluso testimonios de la presencia de mujeres disfrazadas que tenían ansia de obtener sabiduría.

La Academia fue modelo de otras como por ejemplo el Liceo de Aristóteles, el Jardín de Epicuro o el Museo de Alejandría, y como tantos otros centros de estudios a lo largo de la Historia fue evolucionando desde un idealismo inicial hasta un notable escepticismo final. La Academia de Platón echó el cierre en tiempos del emperador Justiniano en el siglo VI y de manera clara anunciaba como una filosofía pagana, antigua,  daba paso a un nuevo tipo de pensamiento: el cristiano.

viernes, 10 de julio de 2020

EL PRIMER SELLO DE CORREOS


El que hoy podamos ir a un estanco a comprar un sello para enviar una carta nos parece de lo más normal, pero si viviéramos a mediados del siglo XIX esta acción sería un tanto diferente. En aquellos años el franqueo postal era muy distinto pues el precio al enviar una carta variaba según distintos factores como por ejemplo la distancia que tenía que recorrer la misiva; el número de hojas de ésta; y que, además, a diferencia de hoy era el receptor quien pagaba las cartas que recibía, propiciándose fraudes en muchos casos al no haber un sistema fijo de pago. Por ello en 1837 el maestro y reformador social Rowland Hill propuso al Parlamento británico una reforma del servicio postal en el que se instauraría una tarifa única de un penique al enviarse una carta de una ciudad a otra y que además fuera pagado por el remitente y no por el destinatario. Y aunque al principio su propuesta fue tachada de auténtica locura, con el tiempo, en 1839, ésta fue aceptada por el parlamento.

Fue el propio Hill quien se ocupó de llevar a la práctica cómo sería este nuevo tipo de servicio de correos. El remitente, para ello, tendría que adquirir un trozo de papel o etiquetas (labels) con el precio ya fijado para pegarlo a la parte de atrás de las cartas con un poco de humedad. Pero ¿cuál sería la imagen del primer sello adhesivo de la Historia? Tras recibirse cientos de miles de propuestas al final el departamento del Tesoro se inclinó por la efigie de la joven reina Victoria, siendo el fondo de color negro por lo que se le conoció como penny black (1840). Más tarde aparecerían otros de diferente color y cuantía que, a pesar de los malos augurios iniciales, pronto hicieron furor vendiéndose miles de ellos en poco tiempo, y no solo para enviarlos sino también para coleccionarlos. Había nacido el mundo de la filatelia.

Como curiosidad final señalar que al principio los sellos se imprimían en pliegos que eran recortados y no fue hasta 1854 que aparecieron las perforaciones en los bordes.

jueves, 9 de julio de 2020

ORIGEN DE LA EXPRESIÓN “HACER UNA CUBANA”


En el mundo erótico pornográfico la expresión “hacer una cubana” remite a un tipo de masturbación que consiste (espero que nadie se escandalice) en que un hombre coloque su pene entre los pechos de una mujer y o bien éste lo mueva arriba y abajo a imitación de una cúpula o bien sea la propia mujer la que acompase los movimientos moviendo ella misma sus pechos, consiguiendo, sea de una manera u otra, cierto placer remedando una penetración. Hay que aclarar que este tipo de masturbación no es algo nuevo sino que se ha ido realizando desde que el mundo es mundo, aunque el término por el que se conoce es posible que provenga de cuando la isla de Cuba era una de las colonias españolas en América. Los italianos,  portugueses o franceses conocen este arte amatorio haciendo referencia a España (spagnola; espanhola; o branlette espagnole) y se cree que es debido, posiblemente, a dos razones: por un lado haría referencia a que este tipo de masturbación fue traído a Europa por los españoles que volvieron de Cuba cuando se perdió esta colonia en 1898; y de la misma manera hay quienes opinan que fueron las propias prostitutas de origen hispano las que practicaban este acto a finales del siglo XIX y principios del XX. Aunque este último punto no está claro del todo.

domingo, 5 de julio de 2020

NÚMEROS POCO CLAROS

Uno de los mayores problemas que tuvieron los famosos Tercios no fueron solamente el arrojo de sus enemigos sino también los problemas económicos y la corrupción que existía entre los altos mandos. Los soldados eran muy celosos de sus pagas y si estas no llegaban se producían motines o revueltas entre la tropa que demandaban el dinero que les debían. Esto era algo normal y no solo ha pasado en los tercios pues también otros ejércitos lo han sufrido a lo largo de la historia. Pero lo más gravoso era la corrupción y la avaricia que corroía el alma de muchos capitanes del ejercito hispano pues muchos de estos, en los informes que enviaban a sus superiores, no dejaban constancia de los soldados que desertaban o de los hombres que caían en combate con lo que se quedaban con las pagas de éstos. El problema venía cuando se planificaban posteriormente las batallas pues en la mayoría de los casos el número de soldados que se distribuía sobre el papel nada tenía que ver con los soldados que existían en realidad habiendo, por tanto, siempre de menos.