viernes, 27 de mayo de 2016

HISTORIA INSÓLITA DE LA MÚSICA CLÁSICA II - Alberto Zurrón



¿Qué hay detrás de una partitura? ¿Cuántos sufrimientos y miserias rodean a la obra de arte? (Mª Encina Cortizo y Ramón Sobrino, musicólogos de la Universidad de Oviedo)

De nuevo tengo el gusto de presentarles la continuación de uno de los libros más curiosos que existen en el campo historiográfico de hoy en día. Se trata de la segunda parte de la Historia insólita de la música clásica, escrito por Alberto Zurrón, y nuevamente publicado por Nowtilus en su colección Historia Incógnita. Tuve la suerte de conocer al autor en su anterior libro, al igual que de reseñarlo en este blog, y he de confesar que la continuación sigue siendo igual de excelente. A diferencia de otras segundas partes que normalmente decaen, Historia insólita de la música clásica II sigue haciendo que los que disfrutamos con las peculiaridades históricas pasemos un rato entretenidos al tiempo que nos hace aprender de manera divertida algunos datos que desconocemos.

Al abrir este ejemplar deseaba que me volvieran a saltar a la cara una nueva retahíla de historias humanas de los mayores compositores y músicos de todos los tiempos, y ¡Pardiez! que el novelista y ensayista Alberto Zurrón no me ha defraudado. Al igual que en su anterior volumen nuestro autor nos ofrece un catalogo de debilidades, aventuras indiscretas, y golpes de buena y mala suerte de forma sencilla y entretenida provocando de hecho que tras terminar una de las lecturas uno quiera indagar aun más en la vida de estos músicos, hechos de carne y hueso, y no presentados como figuras de mármol impoluto, intocables, como normalmente han hecho las biografías existentes. A lo largo de sus 352 páginas el lector puede solazarse con distintos capítulos como los que hablan sobre los increíbles inicios de algunos músicos y su condición de niños prodigio (pues no solo Mozart lo fue); o el que se centra en las enfermedades y manías sanitarias que tenían no solo en su vida privada sino también a la hora de componer y mostrar su música al público (como por ejemplo la sordera de Beethoven, la sífilis de Schubert, los problemas que tenía Tchaikovsky con el alcohol…) e incluso uno de los capítulos incide en el amor que tenían los músicos con respecto al mundo animal. Como se puede  observar cada volumen que escribe Alberto Zurrón completa aún más al anterior, consiguiendo todo un compendio de curiosidades musicales.

Este libro, Historia insólita de la música clásica II, se lee (o mejor dicho se devora) de forma rápida, ágil, pudiéndose degustar en cualquier sitio de manera divertida pues uno de los elementos más característicos es el humor que desprende estas curiosidades tan desconocidas en muchos casos por el público en general. Así pues les animo que se hagan con este ensayo pues van a pasar horas y horas con una sonrisa en la cara disfrutando con todo tipo de extravagancias musicales a la vez que sacará algún mensaje y aprendizaje que no caerá en saco roto.

jueves, 26 de mayo de 2016

PUES AHORA NO OS LO DAMOS



El 10 de Marzo de  1302, Dante Alighieri, el famoso autor de La Divina Comedia, fue expulsado de Florencia al imponerse el gobierno de los güelfos negros (hay que recordar que el pertenecía a la facción de los güelfos blancos). La condena se limitaba a dos años de exilio y a pagar una fuerte suma de dinero pero como no disponía de tanto se le expulsó de la ciudad a perpetuidad bajo la pena de que si alguna vez volvía  sería ejecutado al momento. En cuanto pudo se marchó de allí y estuvo dando vueltas por Italia, de acá para allá, hasta que un amigo suyo, el también príncipe y poeta Guido Novello da Polenta, lo acogió en su casa de Rávena en donde estuvo viviendo durante tres años hasta que murió en 1321. Llama la atención que tiempo después los florentinos quisieran recuperar los restos del poeta para enterrarlo con todos los honores en la fastuosa tumba que le habían construido en la Basílica de la Santa Croce. Pero las autoridades de Rávena, con buen criterio, se negaron una y otra vez a las pretensiones de los florentinos aduciendo que “No supisteis tenerlo vivo, no os lo daremos muerto”. Y a resultas de ello la tumba de Dante en Florencia sigue vacía a la espera de que alguna vez los de Rávena permitan que los restos del insigne poeta vuelvan a su ciudad natal.

lunes, 23 de mayo de 2016

UN ENTIERRO DE LO MÁS PECULIAR



El 10 de Junio de 1603 todas las campanas de Valladolid se pusieron a repicar al paso de un entierro que en esos momentos iba en dirección a la Iglesia de San Pablo. Junto al pomposo ataúd andaba una delegación de padres dominicos del convento de Belén, acompañados nada más ni nada menos que por  los representantes principales de la ciudad, obispos y arzobispos de media España y una variada compañía de Grandes de España. La gente, al sonido de las campanas salía de sus casas para presenciar dicho espectáculo y se preguntaban ¿quién era aquel muerto que congregaba a aquellas gentes tan importantes? Pero cuando alguien se lo explicaba no podían salir de su asombro, pues dentro de aquel féretro no había nadie, solamente unos cuantos ladrillos que pesaban igual que el finado, en este caso la excelentísima Doña Catalina de la Cerda, esposa del famoso duque de Lerma, en esos momentos  valido del rey Felipe III.

Pero si allí dentro solo había meros ladrillos, ¿dónde estaba la duquesa? En verdad sus restos descansaban en el convento de Belén donde había sido enterrado el día antes. Parece ser que esta señora había muerto hace siete días pero como unos decían que había que llevarla a Medinaceli, como había querido ella, o a Valladolid, como pretendía el marido, el tiempo había pasado y ya cuando la comitiva mortuoria había llegado al convento de Belén el cuerpo estaba tan hinchado y descompuesto que tuvieron que inhumarla allí mismo pues el olor era terrible. Aun así, el todopoderoso duque de Lerma no podía consentir que sus decisiones no fueran cumplidas por lo que decidió escenificar el entierro en la ciudad aunque no estuviera la propia protagonista, y es por ello que decidieron meter unos ladrillos en el ataúd para que este no fuera vacio.

miércoles, 11 de mayo de 2016

BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA - Alberto de Frutos Dávalos



Queramos o no, el segundo idioma más hablado del mundo es el español, con un total de 405 millones de hispano hablantes. Estamos por detrás del mandarín, pero, claro está, son muchos millones más de personas asiáticas las que hablan este idioma (¡995 en total!) Así pues piensen lo rica que es no solamente la lengua que hablaba Cervantes, sino también el medio en el que se plasma: es decir, en nuestra literatura. Los escritores que jalonan cada hito literario de la historia española han contribuido a que el español se la lengua más excelsa y completa del planeta. La pena es que muchas veces sus novelas, memorias, ensayos, poemas u obras teatrales se quedan en la orilla del conocimiento actual. La mayoría de las veces, la literatura española se convierte para los jóvenes en un mero trámite para poder aprobar la asignatura de literatura española, convirtiéndose dichos autores más que en un elemento de regocijo y disfrute del intelecto, en meras herramientas de tortura que sufre el estudiante para poder aprobar. Y es por ello que si preguntamos a muchos de ellos si se acuerdan de algún autor muchas veces el único recuerdo que tienen es de los libros que les obligaron a leer en sus años mozos. Pero la literatura española es más que eso, es un vehículo con el que las ideas más profundas o las formas de fantasía más bellas han llegado  nosotros, por lo que es necesario que nunca se pierda la memoria de la increíble gesta que son las letras españolas. Así pues, como recordatorio de ello les animo a que se sumerjan de nuevo en este apasionante mundo a través de la obra de Alberto de Frutos Dávalos: Breve Historia de la Literatura Española. (Continua)

miércoles, 4 de mayo de 2016

MICKEY MOUSE SE VA A LA GUERRA



Al principio de la Segunda Guerra Mundial uno de los mayores terrores existentes era que alguno de los bandos participantes volviera a usar gases venenosos durante la contienda. El recuerdo de los horrores vividos durante la anterior Gran Guerra estaban muy frescos, y aunque ya habían pasado unos cuantos años aún se podían ver en algunas ciudades europeas a jóvenes desfigurados por aquellos gases o que se habían quedado ciegos de por vida. Así que los gobiernos para apaciguar a la población empezaron a repartir máscaras antigás tanto a personas como a animales. Incluso en Estados Unidos, que estaba al otro lado del océano, hizo lo mismo. Pero pronto el gobierno americano comenzó a percatarse de que muchos niños sentían pavor y gritaban cuando sus padres o algún instructor militar les acercaba esa máscara a la cara. Así que en 1942 T. W. Smith, propietario de la Sun Rubber Company y el diseñador Dietrich Rempel encontraron la forma de que los niños utilizaran esas máscara y no quedaran traumatizados de por vida. Para ello utilizaron al personaje más querido por los niños, Mickey Mouse, y crearon cientos de ellas con la cara de este simpático ratoncito. Claro está, con el permiso y licencia de Walt Disney. En un principio se fabricaron un millar y fueron repartidas a hijos de altos mando militares. Pero, gracias a Dios, no hizo falta utilizarlas y con el paso del tiempo dejaron de hacerse estas curiosas máscaras antigás convirtiéndose en meras reliquias de museo o juguetes para niños.

martes, 3 de mayo de 2016

¿QUÉ CENAMOS HOY?



Durante la época victoriana hubo un gran interés por la cocina y muchos gastrónomos estaban encantados con la aparición de nuevos restaurantes en los que disfrutar de una cocina distinta a la que se probaba normalmente en los hogares. Y fue en aquellos años cuando un libro publicado en 1851 batió todos los records de venta, convirtiéndose de la noche a la mañana en un auténtico betseller. Se llamaba ¿Qué cenamos hoy? (What shall have for dinner?) y estaba firmado por una tal Lady María Clutterbuck. En este libro estaban escritas  unas 42 recetas de cocina que podían ayudar a cualquier ama de casa a preparar una rica cena ya fuera para verano como para invierno. Tanto éxito tuvo que no se paró de reeditar cada vez que se acababan sus existencias en los almacenes de libros. Pero tiempo después se descubrió que en verdad este libro estaba escrito a la limón por el célebre novelista Charles Dickens y su esposa Catherine Thompson Hogarth Dickens (1815 – 1879), a quien el escritor inglés llamaba cariñosamente lady María Clutterbuck. Según parece a esta pareja les gustaba cocinar juntos y Dickens, cuando terminaba de cenar, gustaba de encerrarse en su estudio y pasar a limpio la última receta que habían hecho.