jueves, 23 de noviembre de 2017

BREVE HISTORIA DE LOS FENICIOS - José Luis Córdoba de la Cruz



Nuevamente la editorial Nowtilus nos trae un ensayo que rescata de las arenas del tiempo uno de los grandes pueblos de la Antigüedad. Se trata del libro Breve Historia de los Fenicios, escrito por José Luis Córdoba de la Cruz, y en el que nos lleva de la mano a un tiempo, a la misma de Edad de Bronce cuando un pueblo de carácter marinero dominaba las rutas comerciales y era clara dominadora del llamado Mar Tirio, que con el tiempo fue llamado por los romanos Mare Nostrum. Estamos ante un libro no solo didáctico, sino también apasionante, pues nos habla de un pueblo conocido por los griegos como phoeniki (los rojos, de ahí el nombre de fenicios) que no tuvo intención en ningún momento de crear un imperio y que solo se movía con fines comerciales y culturales. Hay que recordar que el terreno vital de los fenicios era esencialmente una estrecha franja de tierra entre dos grandes imperios como fueron el hitita y el egipcio, y que debido a esta estrechez terrenal y también por su escasa agricultura y ganadería tuvieron que poner sus ojos en Occidente y de esta manera lanzarse al ignoto mar que tenían enfrente. La aventura estaba servida.

Para iniciar esta gesta, los fenicios tuvieron que construir de cero una impresionante escuadra de barcos que les pudiera llevar hacia el infinito y mas allá  con el que poder comerciar. De esta manera, y gracias a la sabiduría de sus gentes arrebataron el poder, la talasocracia, marítima a los cretenses. Innovaron sus embarcaciones con avances tecnológicos y se guiaron incluso por las noches gracias a la llamada Estrella Fenicia (nuestra estrella polar). Establecieron la ruta comercial más larga del momento, hasta Gadir, además de ser los primeros en circunnavegar África en toda su extensión. Practicaban el cabotaje y comerciaban en las playas a través del trueque y posteriormente utilizando la moneda lidia. No solían adentrarse mucho en terrenos extranjeros y preferían cambiar objetos in situ. Aunque algunas veces no tenían reparos en hacer saqueos con los que obtener esclavos. Su transitar por los mares hizo que llevaran todo tipo de productos en sus cóncavas naves como incienso y mirra de Arabia; seda de China; un sin fin de piedras preciosas; oro de África; estaño del mar del Norte, es decir de las Casitérides; plata de Iberia; y todo un muestrario de productos inimaginables de cualquier punto donde sus afiladas proas descansaran.

Sus ciudades principales fueron Biblos, Tiro y Sidón, y a pesar de que los Pueblos del Mar estuvieran a punto de acabar con ellas, los fenicios no solo las reforzaron sino que también tuvieron la idea de crear sucursales por todo el Mediterráneo, como por ejemplo la famosa Cartago o Gadir, la joya de Occidente. Pero que el lector no se piense que los fenicios solamente comerciaban sino que poco a poco fueron introduciendo en los demás pueblos toda una serie de novedades, como las marítimas, el alfabeto (el primero no pictográfico), el hierro, o el más peculiar, el color purpura, el color del poder, obtenidos de cientos de miles de moluscos murex. Fueron dejando también la estela de sus dioses como Baal, Astarte o Melqart, que con el tiempo fueron el germen y base de la simbología de otros dioses de otras mitologías futuras.

Pero como todo pueblo de la antigüedad, los fenicios también tuvieron su propio fin. Las Guerras Médicas ya afectaron a su comercio, pero la irrupción de Alejandro Magno y las conquistas sangrientas de sus principales ciudades produjo que el eje fenicio pasara de aquella franja estrecha de tierra de Oriente Próximo a la ciudad de Cartago. Con la caída de esta ciudad tiempo después frente a los romanos hizo que el mundo fenicio desapareciera. ¿Del todo?, no, pues aunque ya no surcaran los mares a través de sus rápidas naves, la influencia fenicia en los pueblos costeros de esta piscina que llamamos Mediterráneo fue tan grande que a día de hoy todavía se puede sentir. Así pues les animo a leer este Breve Historia de los Fenicios en el que descubrirán que hubo un tiempo en que no había límites en el horizonte si se tenía una vela cuadrada, dos timones amarrados a un velero hecho de cedro del Líbano, y una proa con la efigie de un caballo con la que cabalgar las ignotas olas de un mar embravecido.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

HOMENAJE A CATALUÑA - George Orwell



"Había viajado a España con el proyecto de escribir artículos periodísticos, pero ingresé en la milicia casi de inmediato, porque en esa época y en esa atmósfera parecía ser la única actitud concebible. Los anarquistas seguían manteniendo el control virtual de Cataluña, y la revolución estaba aún en pleno apogeo…"

En mi mesa de trabajo, junto al ordenador en donde escribo y apoyado sobre unos libros tengo varias fotografías de la Guerra Civil Española. Todas ellas en blanco y negro o sepia, mostrando mujeres que miran al cielo por los bombardeos u hombres saltando de trinchera en trinchera buscando zaherir al enemigo, o más bien al hermano que está al otro lado y que antes era buen vecino de charla en el casino provinciano. Una de estas instantáneas siempre me llama la atención. Está un poco estropeada y su color tiende a amarillear, pero en ella se observa a un grupo de milicianos, en fila, dispuestos a ir al frente a luchar contra los fascistas. Y aunque es meramente una copia del original en ella destaca un soldado entre los demás, alto, muy alto y que no parece encajar en aquel grupo. Se trata de un joven escritor inglés que ha venido de la brumosa Albión por sus ideas y que en un futuro será recordado como uno de los grandes genios de la literatura anglosajona. Se llama George Orwell, más conocido por ser el autor de la alegórica Rebelión en la granja y la inquietante 1984.

Uno de los libros que más influyeron para escribir estas dos obras anteriores fue Homenaje a Cataluña, publicada por primera vez en 1938 y que narra su breve participación en la Guerra Civil Española en el bando republicano desde el 26 de Diciembre de 1936 hasta Junio de 1937. Aunque parezca inverosímil este libro ha quedado muchas veces relegado frente a otros libros suyos, pero, es justo no olvidar que sus escritos posteriores son claramente deudores de éste pues entre sus páginas podemos observar el germen de sus ideas principales como por ejemplo la importancia que le da a la libertad individual frente a cualquier totalitarismo. Junto con otros libros pertenecientes a otros escritores extranjeros que combatieron en la contienda hispana, se pude decir que Homenaje a Cataluña es el que más hondo a calado en el imaginario público y el que más sinceramente ha informado de esta guerra al mundo entero.

La Guerra Civil Española le llegó a Orwell cuando tenía 33 años, encontrándose en ese momento en un proceso de expiación intelectual y política, pues durante cinco años había sido policía imperial en la antigua colonia británica de Birmania. Asqueado de su anterior destino y queriendo corregir parte de su vida no dudó en acudir a la llamada de la República española, que en esos momentos estaba siendo asediada por un golpe de estado fomentado por las fuerzas reaccionarias y que había comenzado un caluroso 18 de Julio de 1936. Así pues cruzó los Pirineos y se plantó en Barcelona para luchar por la libertad. A diferencia de otros extranjeros que también habían acudido no quiso encuadrarse en la Brigadas Internacionales pues no deseaba acercarse mucho a ellas debido a su condición de comunistas, y es por ello que prefirió alistarse en las milicias trotskistas del POUM en un cuadro integrado casi esencialmente por españoles.

Con una formación militar escasa, y extrañado por la actitud española con respecto a la situación bélica, pero con el corazón henchido de orgullo sabiendo que estaba realizando una gran labor, es destinado junto con su columna al frente aragonés de la sierra de Alcubierre para impedir el avance de las tropas nacionales hacia Cataluña. Primero estarán en las trincheras abiertas en las duras estribaciones de Monte Pocero y Monte Trazo, y posteriormente será destinado al otro frente oriental de Huesca en donde los republicanos están intentando tomar la ciudad. Tras duras luchas contra el enemigo y contra el hambre en Mayo de 1937 es herido y trasladado a Barcelona. Pero la Ciudad Condal que él conoció, llena de vida y experiencia libertaria ha desaparecido completamente pues los Sucesos de Mayo de ese año, es decir la lucha y posterior purga de militantes anarquistas y trotskistas del POUM. Es por ello que, desengañado por la situación política del momento y temiendo por su vida decide abandonar España con un sabor un tanto agridulce por no haber podido ayudar todo lo posible en la guerra. Además de sentirse dolido al ver como las fuerzas de izquierdas se matan entre ellas por ideologías contrapuestas en una especie de guerra civil dentro de otra guerra civil más grande. De aquí nacerá su odio frente al totalitarismo estalinista, que se verá plasmado años después en su fantástica obra Rebelión en la granja.

Por tanto nos encontramos, no solamente con un libro de memorias, sino con todo un testimonio esencial para conocer la experiencia republicana en el frente de Aragón. El estilo de Orwell para describirnos cualquier aspecto es casi periodístico, en primera persona, juzgando de manera ecuánime a la vez que apasionada los avatares que esta viviendo en aquella aventura en donde una bala puede acabar con sus sueños libertarios. Nos describe con bella pluma, con una cercanía casi de amigo, como era aquella Barcelona en la que bullía la vida anarquista y que en esos primeros meses de la guerra se encontraba envuelta en una borrachera de libertad que no tenía parangón en ninguna parte del mundo. Rápidamente siente simpatías por aquellas gentes anarquistas e incluso defiende (cuando es posible hacerlo) su valentía. Aunque también enjuicia de manera negativa la forma en que la República está llevando la guerra, pues observa como los recursos con los que cuenta son ínfimos y obsoletos no solo en la mini instrucción sino también en el frente, donde carecen de armas, ropa, o comida. Orwell, al principio, acude al combate con la idea de una especie de guerra de trincheras al estilo de la Primera Guerra Mundial, pero pronto se lleva una desilusión al comprobar la “peculiar” manera de combatir de unos y otros, aburriéndose a veces e incluso pensando que aquello es una especie de opereta bufa. Nos describe como son sus compañeros, como se vive entre tierra oscura, ratas y personas que muchas veces no saben ni sostener un arma. Pero lo hace crítica ferozmente sino mostrándolo todo con un estilo sereno y algunas veces con notas de humor que arrancan sin querer una sonrisa al lector.

Pero lo que más le dolió a Orwell fue su regreso a Barcelona tras ser herido. Aquí ya no es el soldado que observa el devenir del día a día en el frente de manera curiosa, sino que aquí ya se moja al constatar la triste situación en que se encuentra su querida ciudad tras la lucha armada contra sus correligionarios del POUM. El pesimismo, y tal vez el miedo a ser encontrado y fusilado por las fuerzas comunistas, se sienten en cada línea del libro, produciendo una sensación de derrota anunciada. Este hachazo demoledor a las ideas comunistas, más bien a las imposiciones estalinistas, es lo que produjo que las primeras críticas al publicarse el libro fueran de rechazo por gran parte de intelectuales y por agentes del PCE que no deseaban que se conociera la profunda división existente entre las  tendencias izquierdistas. Incluso hubo editores que desecharon la idea de publicarle en libro en sus editoriales. Pero aun así Homenaje a Cataluña siguió adelante, publicándose a duras penas, por lo que debemos dar gracias al destino, ya que es el mejor libro para comprender como fue aquella lucha a nivel del soldado raso republicano y como fueron aquellos meses en que los comités libertarios dominaron Barcelona y soñaron con un mundo mejor e igual para todos.

(También pueden leer mi reseña en Hislibris)

sábado, 18 de noviembre de 2017

LOS CHINOS DEL FERROCARRIL



El Transcontinental fue el primer ferrocarril norteamericano que unió Omaha (Nebraska) con Sacramento (California) completando de esta manera  el tramo que  faltaba para enlazar la costa Este y la costa Oeste. Para su construcción se utilizaron dos empresas privadas: la Union Pacific, y la Central Pacific.  Ambas compañías comenzaron a poner raíles hacia el Este y otra hacia el Oeste y tenían como misión encontrarse en un punto intermedio. Hecho que ocurrió el 10 de Mayo de 1869. Aquel día la Union y la Central Pacific se encontraron en un tramo llamado Promontory Point (Utah), y con el fin de fijar aquel día tan transcendente se clavó en el raíl de enlace un clavo de oro (Golden spike). Actualmente dicho clavo se encuentra el museo de la Universidad de Stanford.

En verdad que la construcción de la línea Transcontinental fue, además de una empresa muy costosa,  toda una hazaña de ingeniería. En ella se utilizaron cientos de trabajadores y fueron muchos los que perdieron la vida en tan duras condiciones. La Union Pacific usó normalmente trabajadores irlandeses y soldados veteranos que habían luchado durante la Guerra de Secesión y que no tenían donde ir, mientras que los obreros que utilizó la Central Pacific fueron en gran parte chinos. En un principio esta empresa utilizó a inmigrantes orientales venidos a Estados Unidos, pero con el paso del tiempo tuvo que importarlos desde la misma China, mayormente de una región llamada Guang-dong (Cantón). El jornal que cobraban era mísero, por no decir ridículo, y además de utilizarlos como mano de obra normal también servían para hacer los trabajos más duros y complicados, como hacer puentes a alturas muy elevadas, poner cargas de dinamita o cavar túneles bajo calores extremos y con la amenaza de sucumbir ante posibles avalanchas. Se cree que la Central Pacific uso hasta 20.000 obreros chinos entre 1864 y 1869, y se calcula que pudieron morir más de 150 en aquellas condiciones tan salvajes. Esta es la parte más oscura de uno de los grandes hitos de la historia de Estados Unidos de América.

jueves, 16 de noviembre de 2017

UN VELÁZQUEZ ACUCHILLADO



El movimiento sufragista, fue una de las revoluciones sociales más importantes no solo del siglo XX, sino también de la Historia Universal. Gracias a ella, y a sus valientes partidarias,  se consiguió el voto femenino y que poco a poco las mujeres fueran teniendo los mismos derechos que los hombres. Pero también hay que constatar que en ciertos momentos, como ocurre con todos los movimientos revolucionarios, hubo algunos excesos en el que pagaron justos por pecadores. Un ejemplo. Una de aquellas luchadoras por la igualdad era una ciudadana canadiense llamada Mary Richardson, quien se tomó por las bravas las palabras del ideario sufragista. El 10 de Marzo de 1914 acudió a la National Gallery de Londres armada con una pequeña hacha de carnicero, y plantándose delante de la obra La Venus del Espejo de Velázquez comenzó a golpearlo haciendo varias rajas en el lienzo. Rápidamente fue arrestada y en interrogatorios posteriores alegó que había hecho aquella barbaridad porque: Había intentado destruir la imagen de la mujer más bella de la historia de la mitología como protesta contra el Gobierno por destruir a la señorita Pankhurst (líder sufragista), quien es el personaje más bello de la historia moderna. Fue condenada a seis meses de prisión, mientras que el lienzo de Velázquez pudo ser restaurado sin ningún problema.

 (La Venus acuchillada)

martes, 14 de noviembre de 2017

EL ORIGEN DE LA EXPRESIÓN ¡MUCHA MIERDA!



En el mundo del teatro existen costumbres muy curiosas, como por ejemplo que nunca hay que desearles buena suerte a los actores, pues si se les dice esto ocurrirá lo contrario y la obra de teatro se saldará con un desastre absoluto. Es por eso que antes de empezar el espectáculo siempre se dice, aunque suene un poco escatológico, ¡mucha mierda! ¿Pero de dónde viene esta expresión tan particular? Existen dos teorías. Empezando por la más antigua se dice que proviene de la misma Edad Media cuando los artistas ambulantes antes de entrar en un pueblo o ciudad se fijaban si a la entrada había muchas deposiciones, y si verdaderamente las había eso quería decir que era día de mercado, con lo que aumentaban las posibilidades del artista de que mucha más gente fuera a ver su obra. Y la segunda teoría, que es la más extendida, nos lleva al Siglo de Oro español, cuando la gente, sobre todo acaudalada, acudía al corral de comedias en carruajes y caballos. Parece ser que uno de los actores, antes de empezar la obra, salía a la entrada y si veía un buen número de excreciones de caballo eso significaba que mucha gente con dinero había entrado dentro y que por ello, si lo hacían bien, les tirarían más monedas al escenario. Es decir, sea la primera o la segunda teoría la cierta, la verdad es que cuanta más mierda hubiera mejor cenarían los actores esa noche.