viernes, 14 de marzo de 2014

BREVE HISTORIA DE HERNÁN CORTÉS - Francisco Martínez Hoyos



Fue en tanta estima el nombre solamente de Cortés, así en todas las Indias como en España, como fue nombrado el nombre de Alejandro en Macedonia, y entre los romanos Julio Cesar

(Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.)


Como nos tiene acostumbrados cada mes la editorial Nowtilus vuelve a llevar a las estanterías de las librerías un nuevo libro de la colección “Breve Historia”. En este caso centra su mirada en uno de los personajes más controvertidos no solo de la Historia de España sino también de la Universal. Se trata del gran conquistador del Imperio Azteca: Hernán Cortés. El escritor Francisco Martínez Hoyos (1972), doctor en la Universidad de Barcelona, colaborador en distintos medios de divulgación histórica, como por ejemplo la revista Historia y Vida, y gran especialista en historia iberoamericana con obras como Francisco de Miranda, el eterno revolucionario (Arpegio, 2012), trae de nuevo a la luz una mirada fresca y didáctica sobre la vida, virtudes y defectos de aquel hombre al que mucho consideraron como héroe y otros como déspota consumado.

El tema esencial del libro es el devenir histórico de Hernán Cortés desde sus principios hasta las incógnitas de su muerte. Francisco Martínez Hoyos comienza su andadura en el humilde pueblo extremeño de Medellín donde el conquistador, hijo de Martín Cortés y Catalina Pizarro, vio la luz en 1484. Poco sabemos de su infancia pero de lo que sí podemos estar seguros es de que las casas de su pueblo pronto le quedaron pequeñas pues ya lo encontramos estudiando leyes en Salamanca. Las lecciones no le llenaban, pero sí los cantos de las hazañas más allá del Océano, haciendo que en 1504 se embarque hacia el Nuevo Mundo.

Sus comienzos en aquella tierra maravillosa al principio no fueron sencillos. Se enroló junto a Diego Velázquez en la conquista de Cuba. Y fue en ese momento donde se dio cuenta de que su destino estaba ensanchando horizontes. Y así pues en 1519 fue a la conquista de México. Nada más llegar a Tierra Firme, a Yucatán, fundó las ciudades o adelantamientos de Santa María de la Victoria y la Villa Rica de Vera Cruz. Desde aquí, con 400 hombres y alrededor de 13.000 indígenas se dirigió al centro del Imperio Azteca en pos de la gloria. En el camino supo comportarse como un gran militar y estratega pues se dio cuenta de que para conquistar este vasto reino necesitaba la ayuda de todos los enemigos de los méxicas, así que no dudó en reclutar, por ejemplo a sus enemigos acérrimos los tlaxcaltecas. Llegó a Tenochtitlan el 8 de noviembre de 1519 y al poco, en un gran error, capturó a Moctezuma, lo que en breve produciría uno de los episodios más triste en la vida de Hernán Cortés: La Noche Triste, donde toda la ciudad azteca se sublevó matando a gran parte de los expedicionarios. Pero en vez de huir con el rabo entre las piernas, Cortés volvió en Agosto de 1521 y tomó Tenochtitlán en una de las más grandes y sonadas batallas de la Historia.

Este fue el momento álgido en la vida de Cortés. En 1529 volvió a España y se le concedió el título de Marqués del Valle de Oaxaca. Pero en su sangre no entraba el RH de la tranquilidad y la vida regalada, sino que en ella habitaba la esencia de la aventura y por eso organizó nuevas expediciones a Tehuentepec, Baja California y Sinaloa. Ya avanzada la edad en 1540, volvió a España y se instaló en Castilleja de la Cuesta (Sevilla). Aquí falleció el 2 de diciembre de 1547, convirtiéndose de la noche a la mañana en leyenda de la Historia de España.

El escritor Francisco Martínez Hoyos por tanto nos trae en esta excelente biografía todo un compendio esencial para conocer al conquistador, desentrañar la leyenda negra y rosa que han impregnado el devenir de este hombre de armas y de letras, y poner algo de luz en los claroscuros que la historia ha dejado en la patina de este gran hombre que sorprendió al mundo con sus grandes gestas, pero que tampoco, como hombre de su época que era, no tuvo escrúpulos para enriquecerse con las dádivas doradas de una de las civilizaciones más sorprendentes que han existido.