domingo, 23 de julio de 2023

¿CUÁNDO EMPEZÓ LA MODA DEL VERANEO EN ESPAÑA?

 

Con el comienzo del periodo estival y  la llegada de las agobiantes olas de calor muchas personas emprenden un éxodo masivo desde las ciudades hacia las costas con la idea de apiñarse todos juntos en las numerosas playas que ofrece nuestro país, refrescarse, nadar y disfrutar del placer de una buena zambullida a la vez que ganar un buen morenito que lucir a la vuelta de las vacaciones. Pues bien, esta idea tan común de hoy en día era muy distinta de la de hace más de un siglo ya que fue a mediados del XIX cuando comenzó este invento del turismo playero el cual se realizaba no por placer sino por salud.  El culpable de todo ello fue por un lado una gran epidemia de cólera que asolaba el continente europeo y por otro las nuevas ideas científicas provenientes de Francia e Inglaterra las cuales dictaban que meterse en el mar favorecía la salud de la piel, el asma, ampliaba la caja torácica, aliviaba la depresión e incluso curaba los problemas circulatorios. Esta especie de talasoterapia primitiva fue conocida como los “baños de olas”.

Pues bien, la primera persona que inauguró este peregrinar a las playas de España fue nada más ni nada menos que la reina Isabel II a la que un médico le había detectado un brote de herpes y le había aconsejado acudir al mar a darse los nuevos baños de olas. De esta manera fijó su residencia de verano en la Playa de la Concha (San Sebastián) en 1845 provocando a la vez que la corte, toda su camaradería, y la alta burguesía fueran detrás de ella y como entonces no había hoteles para turistas comenzasen a construir numerosos palacetes con el fin de acoger a este turismo de elite. Lo mismo pasó años después cuando Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia decidieron veranear también en la costa pero en Santander fijando su residencia en el Palacio de La Magdalena, en la misma playa del Sardinero entre 1913 y 1930.

Como se puede ver los reyes y toda la nueva ola de turistas elegían las playas del Cantábrico ya que se consideraban que las aguas del norte eran más sanas que las del Sur. La moda de ir al Mediterráneo tuvo que esperar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero volviendo a los orígenes del turismo en España, éstos acudían a las playas o a sus paseos por temas de salud y no por diversión pues todavía se le tenía mucho respeto al mar y al movimiento de las olas. El zambullirse a lo loco o el tomar el sol y coger un tono moreno era considerado cosa de plebeyos. Este primer turismo de elite incluso seguía unas tajantes prescripciones médicas que dictaban, por ejemplo, que no se podía entrar en el agua sudando, que se debía esperar más de tres horas después de comer para meter los pies en el agua (¿les suena de algo?) o el número de olas que podía recibir el cuerpo humano. Y como eran personas importantes las que acudían a la playa se instalaron carpas a ciertos metros de la arena para que la nobleza y la alta burguesía se cambiasen de ropa e incluso aparecieron carpas móviles con ruedas sobre raíles que llevaban al nuevo playero hasta el agua. Además de estas carpas se fijaban maromas en la playa, agarradas por fuertes y musculados trabajadores (de ahí el termino maromo) para que, como si fueran cuerdas de escaladores, la gente pudiera meterse en el mar y que la corriente no los arrastrara. En fin, otros tiempos otras costumbres.