domingo, 16 de febrero de 2025

TEMPLARIOS: RELIGIÓN, GUERRA Y POLÍTICA EN TIERRA SANTA - Eduardo R. Callaey

 

Non nobis Domine, non nobis Domine, sed nomine tuo da gloriam

Acerca de la Orden del Temple y en concreto de sus miembros los templarios, se han escrito no ríos sino auténticos océanos de tinta. De ellos disponemos gran copia de ensayos y novelas históricas o pseudohistóricas que nos hablan de su alzamiento y caída en el universo de ese choque de civilizaciones que hubo entre Oriente y Occidente llamado las cruzadas, de la importancia de sus freires en las provincias cristianas de Outremer, de su desastrado final a cargo de la codicia de reyes y papas y, derivado de ello, su influencia en las subsiguientes logias masónicas, restos milagrosos y míticos legados por la orden y todo una mezcolanza de pseudohistorias fantásticas que ha llegado hasta nosotros y que han dejado su huella en el imaginario colectivo del que nos nutrimos hoy en día (incluso en el videojuego Assassins Creed son los malos que quieren conquistar el mundo con saberes arcanos). Su figura, por desgracia, nos ha llegado distorsionada, acorazada de elementos que no le son originales, y, debido a esta situación, es por lo que les animo, para conocer la influencia de estos monjes guerreros,  a que lean este ensayo que nos lleva al mismísimo corazón del temple: Templarios: religión, guerra y política en Tierra Santa, de Eduardo R. Callaey (Nowtilus, 2025).

Para fijar las bases de su trabajo, el autor nos retrotrae al principio, al origen de la fundación de la Orden del Temple, también llamada “de los pobres soldados de Cristo” y que tenían como misión principal la defensa y custodia de los peregrinos que tras la toma de Jerusalén en 1099 iban desde Jaffa hasta la misma ciudad donde Cristo fue crucificado. A estos soldados de Dios el rey de Jerusalén Balduino II les concedió que pusieran su centro de operaciones en las antiguas mezquitas que se hallaban en el lugar donde había estado el Templo de Salomón (de ahí lo de templarios). A partir de este origen tan legendario el autor nos adentra en la historia de estos freires que tanto marcaron el devenir tanto de la historia de los Estados cruzados como de la Europa medieval, a través de la historia de sus Grandes Maestres desde Hugo de Payens (1070 – 1136) hasta el mitificado Jacques de Molay (1245 – 1314). Veremos cómo operaban los templarios en ambas esferas geográficas, como era las relaciones con sus aliados y sus enemigos (a veces difícil diferenciarlos) y como impactó su presencia en los reinos cristianos y en sus dirigentes. Y todo ello en un contexto de distintas cruzadas religiosas, grandes e inolvidables combates, batallas claves, argucias políticas y diplomáticas, y, porque no misterios y enigmas, además de ser narrado de forma asequible para que el lector se sienta atraído por un tema que tanta influencia ha tenido durante siglos.   

Templarios: religión, guerra y política en Tierra Santa, de Eduardo R. Callaey es un libro, un ensayo del mundo medieval bastante interesante, en el que los amantes de la órdenes religiosas, de las Cruzadas, y en concreto de los templarios en particular, van a encontrar una historia cronológica de aquellos guerreros, a través de sus Grandes Maestres, que con el valor de su espada y su fe crearon un mito eterno, todavía vivo en nuestros tiempos descreídos, pero que todavía maravilla a cualquiera que se acerque a él, y este libro, sin lugar a dudas es un buen peldaño para que nos acordemos de nuevo de aquellos pobres soldados de Cristo que crearon una organización legendaria que rozó la grandeza y que como Ícaro cayó en picado por la avaricia de los reyes y papas que les encumbraron en su momento, los utilizaron y que cuando creyeron que ya no eran necesarios los hundieron en lo ignominia… aunque en verdad erraron en sus pretensiones ya que el mito templario supo salir de la papelera del olvido y seguir siendo uno de los elementos claves de la Historia.

Eduardo R. Callaey, Templarios: religión, guerra y política en Tierra Santa. Madrid, Nowtilus, 2025, 350 páginas.